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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Babalucas le comentó a un amigo: "Este banco es buenísimo. Si haces un depósito de mil pesos el gerente te invita a cenar, y luego te lleva a pasar un fin de semana en Cancún". "¡No puede ser! -se sorprendió el otro-. ¿Tú recibiste ya esa invitación?". "Yo no, -contesta Babalucas con orgullo-, pero mi esposa sí. Y tres veces"... En el lecho nupcial el recién casado le pidió a su flamante mujercita, doncella pudorosa y cándida: "Flordelisia: levántate un poquito el negligé". Ella no hizo ningún movimiento en tal sentido. "Flordelisia -volvió a rogar el novio-, levántate un poco el negligé". Nuevo silencio, nueva inmovilidad de parte de ella. Y él, ya enojado: "¡Que te levantes el negligé te digo, Flordelisia!". Nada. "¡Si no te levantas el negligé me voy!" estalló él. Nada otra vez. Furioso el muchacho se levantó, se vistió y salió de la habitación. Regresó a poco, y a través de la puerta le pidió a la chica, ahora con voz dulce. "Ábreme por favor, mi vida". Ella no abrió. "Flordelisia -volvió a pedir-, ábreme". La puerta siguió cerrada. "¡Flordelisia!" -estalló otra vez el muchacho-. ¡Ábreme o tumbo la puerta!". "¡Mírenlo! -se oyó la burlona voz de la muchacha-. ¡No pudo levantar un negligé, y va a tumbar la puerta!"... Espero que el proceso electoral en que nos encontramos sea el último que se lleve a cabo en las condiciones lamentables impuestas por la actual legislación de la materia. Ese sistema de normas es un revoltillo de caprichosas disposiciones hechas a voluntad de los partidos según circunstancias de momento, y que atenta contra derechos básicos consagrados por la Constitución. Los mexicanos padecemos un exceso de política; los políticos han llegado a constituir una especie de casta o clase alejada de los ciudadanos. El ejercicio democrático nos sale demasiado caro, pues además al lado de esa casta se ha ido creando una profusa burocracia cuyo peso representa también una onerosa carga para los contribuyentes. Me pregunto si habrá otro país del mundo en que las elecciones sean tan caras; en que los partidos reciban tanto dinero; en que haya tan elevado número de diputados y senadores, muchos de los cuales ni siquiera llegan al cargo por virtud de una elección, sino de ese vicioso sistema tan favorable a los partidos y tan contrario al interés de la ciudadanía y la Nación. Es necesario, por el bien de México, que la figura del ciudadano crezca más, y disminuya la de los partidos. Es necesario que en este país se haga política, y no politiquería. Para eso se debe elaborar una nueva ley electoral que no suprima el derecho de los ciudadanos a ejercer por sí mismos su derecho a ser votados sin tener que recibir para eso la patente o licencia de un partido. Se requiere una ley que haga que los partidos sean auténticas organizaciones políticas, no negocios personales o de familia que sobreviven sólo por las mañosas alianzas que conciertan, y que están dispuestos siempre a venderse a quien les pague más o les ofrezca ventajas mayores. Si se mantiene la actual legislación electoral seguiremos condenados al más lamentable subdesarrollo político... En el bar un señor se molestó al ver que el sujeto sentado al lado suyo tomaba del vaso en que él bebía. "Perdone, caballero -se disculpó el abusón-. Confundí su bebida con la mía". Al rato el tipo empezó a fumarse el cigarro que el señor acababa de encender. "Disculpe -volvió a decir el tipo-. Creí que era mi cigarro". Se levantó para irse, y cogió el portafolio del señor. "Perdone otra vez -se justificó cuando éste le reclamó su error-. Pensé que era el mío". "¡Caramba! -dijo el señor-. ¡Qué bueno que no está aquí mi esposa!"... El médico le dijo a Jactancio, sujeto presuntuoso: "Fuma usted demasiado. En adelante fume solamente un cigarrillo después de hacer el amor". "Pero, doctor -protestó el fanfarrón-. ¿Me limita usted a una cajetilla diaria?"... Un sujeto llegó a la cantina con la boca boca manchada de color negro. "¿Qué te pasó? -le preguntó uno-. Traes la boca llena de tizne". Explica el señor: "Mi esposa se fue de viaje en tren, y le di un beso". "¿Y con el beso ella te tiznó?" -se sorprendió el otro. "No -aclaró el tipo-. Le di un beso al tren"... Una adivinadora le leyó la palma de la mano a un sujeto, y le dijo: "Eres un hombre solitario. Estás poseído siempre por el deseo sexual, pero no tienes nunca trato con mujer". El tipo se asombró: "¿Supo eso nada más al leer la palma de mi mano?". Responde la quiromántica: "No. Lo supe por las ampollas y callos que en la mano tienes". (No le entendí)... FIN.

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