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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Una señora llegó con el abogado y le dijo: "Vengo a verlo porque mi esposo murió intesticulado". "Querrá usted decir 'intestado' -la corrigió el jurisconsulto. "No -replicó la señora-. Mi marido hizo testamento. Estoy hablando de lo que perdió en el accidente". Un señor llegó muy apresurado al restorán, y antes de sentarse le dijo rápidamente a la mesera: "Señorita: que me preparen unas manos pasadas por agua mientras voy a lavarme los... ¡Ay, perdón!''... Himenia Camafría, madura señorita soltera, se fue a confesar con el buen padre Arsilio. Le dijo: "Me acuso, padre, de que un hombre joven y guapo me tocó una pompis en el autobús''. Inquiere el sacerdote: "¿Y tú qué hiciste, hija mía, ante la torpe acción de ese enemigo de tu honestidad, tu recato, tu virtud, tu decoro, tu castidad y tu pudor?''. Responde piadosamente la señorita Himenia: "Hice lo que nos ordenó el Señor que hiciéramos con nuestros enemigos: le ofrecí la otra mejilla''... Babalucas fue a una casa de mala nota. Le pregunta a la madama: "¿Cuál es el monto de la tarifa o arancel de las mujeres que aquí prestan sus servicios y todo lo demás?". Responde la mujer: "Depende del tiempo". Precisa Babalucas: "Digamos despejado y con vientos ligeros"... "El futbol es el mayor crimen que Inglaterra ha cometido contra el mundo". La frase pertenece a un hombre nacido en Argentina, país donde el futbol es casi religión, y que además amaba a Inglaterra: Jorge Luis Borges. Aparte de los fanatismos religiosos, ejemplo entre los mayores de la barbarie humana, los fanatismos deportivos son los más peligrosos. Y los del futbol tienen, según entiendo, particular encono. Con frecuencia son los jugadores los que ponen el mal ejemplo al público. Hace unos días se suscitó en el mundo del futbol un incidente vergonzoso. Jugadores y técnicos del Real Madrid, uno de los dos equipos emblemáticos de España -otro país donde el futbol tiene mayor arraigo,- insultaron soezmente al árbitro. Luego, en el túnel de salida, uno de los jugadores estrellas del equipo, Ronaldo, injurió al presidente del equipo contra el cual el real Madrid jugó ese día, el Villarreal, y denostó con bajunos adjetivos a la afición local. Yo no sé mucho de futbol -de hecho no sé mucho de nada-, pero pienso que en el deporte debe privar siempre otro invento de los ingleses, el fair play, que impone el buen trato al adversario y la práctica de la caballerosidad y cortesía en el juego. Ese deber no sólo obliga a los jugadores, sino también al público y a todas las partes involucradas en el deporte. He visto con pena que en ocasiones, cuando algún equipo infantil está jugando, son los padres y madres de los niños quienes peor se comportan: insultan al árbitro; lanzan porras ofensivas contra el adversario; maldicen groseramente en la derrota o celebran el triunfo con altanería. El deporte puede ser valiosa vía para la educación tanto de las personas como de las sociedades. Hacer de él un fanatismo es degradarlo. Llegó Rosilita del Jardín de Infantes "Florecita" y le anunció, orgullosa, a su mamá: "Hoy aprendí cómo se hacen los niños''. La señora tragó saliva. "¿Cómo se hacen los niños, hijita?'' -le preguntó llena de inquietud a la pequeña. Contestó Rosilita: "Primero dibujas la cabeza; luego la panza, y después pintas dos rayitas que son los brazos, y otras dos que son las piernas''... La esposa de Capronio, sujeto ruin y desconsiderado, estaba al mismo tiempo agradablemente sorprendida y apenada. En la mesa del banquete su marido se inclinaba sobre ella a cada rato, le acariciaba los brazos, y le daba besos en las manos y los hombros. "Por Dios, Capronio -le pidió en voz baja y con sonrisa ruborosa-. No me acaricies así, ni me des tantos besos. La gente lo va a notar''. "Pues que digan lo que quieran -respondió el vil sujeto-. Hago eso porque no me pusieron servilleta''... Monterino Coleto, torero llamado "Er Niño der Pitón Lacio'', llegó a su casa después de la corrida y encontró a su mujer muy nerviosa en la recámara. No se detuvo a averiguar la causa, pues venía poseído por urentes ansias amorosas. "¡Venga, mujer! -le dijo con tono de jaque bravucón-. ¡Te voy a hacer una faena que ni el difunto matador Juanelo!''. Haciendo la tal faena estaba el diestro cuando acertó a voltear hacia arriba. Sobre el ropero estaba un individuo. "¿Quién es ése?'' -le preguntó, amoscado a su mujer. Respondió ella con apuro: "Es Juanelo, que está en el Cielo y se asoma a verte torear''... FIN.

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