López Dóriga

Ser el titular del noticiero más influyente del país es una fuente de poder y López Dóriga lo sabe. Hay quienes lo acusan de abusar de ese poder. Germán Dehesa lo llamó “el gran inquisidor”.

Joaquín reconoce tener un gran ego, pero lo justifica así: “Mi ego es enorme, pero si no lo tuviera no podría aguantar lo que aguanto”. Sin duda ha aguantado mucho: la noche del 4 de septiembre de 1981 tocaba fondo, pues había sido cesado por Margarita López Portillo como director general de Noticiarios de Canal 13, por no haber apoyado a Javier García Paniagua, favorito de la ridícula émula de Sor Juana. Para humillarlo, la hermana del presidente ordenó que agentes de la Dirección Federal de Seguridad fueran a sacarlo de su oficina. Él creyó ingenuamente que su amistad con José López Portillo, cultivada durante su campaña y después cubriendo la fuente de Los Pinos, le serviría de escudo, pero el presidente se desentendió por completo. Esa noche enfrentó un grave problema circulatorio. Meses atrás le habían amputado dos dedos del pie izquierdo y con esta crisis laboral, agravada por su adicción al cigarrillo, tuvo otra vez que usar silla de ruedas por una larga temporada.

Ya había sufrido golpes de la adversidad. Quedó huérfano de padre a los nueve años y en 1968 su novia fue asesinada en la represión del 2 de octubre. Ella era edecán del Comité Olímpico y Joaquín la encontró muerta y desfigurada en la Cuarta Delegación, reconociéndola por el uniforme. “En ese momento vi los primeros cadáveres de mi vida y ese solo hecho me marcó mucho, porque además yo todavía era estudiante, tenía 19 años e hice la cobertura. Entonces aportábamos, acarreábamos la información y lo que El Heraldo no podía contar, lo mostraba con páginas enteras de fotografías y el gobierno era tan torpe que sólo se metía en los contenidos de los textos”.

Jacobo Zabludovsky le dio la oportunidad de trabajar en Televisa por su estilo para redactar y su diligencia. Tras alcanzar el puesto de jefe de información en 24 horas renunció cuando le ofrecieron hacerse cargo del noticiero estelar del Canal 13.

A la salida del canal gubernamental, elaboró la revista Respuesta y después lanzó un noticiario radiofónico que fracasó por falta de recursos.

En 1984 fue nombrado director de noticias de IMEVISIÓN. Margarita López Portillo ya no podía dañarlo y la vida por fin parecía sonreírle. Sin embargo, la crisis económica y los constantes cambios en la dirección general de IMEVISIÓN, pusieron en peligro su carrera como periodista. Acusaciones de malos manejos administrativos le complicaron la existencia, quitándole el empleo y afectando su salud, pero no encontraron ningún hecho ilícito de su parte. “Fui como un ave fénix que todos los días resurge de sus propias cenizas de la noche anterior y además doble, porque en 1992 me diagnosticaron cáncer, pero finalmente no pueden con uno”. En 1998 le invitan a regresar a Televisa y a partir de 2000 ocupa el espacio noticioso principal.

Se le acusa de ser un hombre del sistema que agradece su posición cuidando los intereses de Azcárraga. “No es tanto que diga cosas que no son. Le falta decir otras que están ahí y que no se dicen”, explica la investigadora de la UNAM Alma Rosa de la Selva.

A quienes lo acusan de ser parcial les responde que como periodista señala las cosas como son, independientemente de partidos o de grupos. Sus críticos declaran que cuestiona a miembros del PAN o del PRI sólo cuando dejaron de ser factores de poder. Señalan que Javier Corral y Manuel Bartlett fueron criticados con saña cuando se opusieron a la Ley Televisa; que Vicente Fox, Santiago Creel, Roberto Madrazo, Humberto Moreira y otros han sido ridiculizados a partir de que perdieron su influencia. Se le acusa de que sólo se refiere con comedimiento a miembros de la izquierda, cuando éstos se alejan de la oposición que no admite componendas. Sus malquerientes afirman que pasó de la humillación a la arrogancia de la peor manera. Para ellos si alguna vez fue un ave fénix ahora está tan manchado como las cenizas de las que resurgió.

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