¿Cómo se mide un sismo?

"Grandes grietas herían las paredes. Los cristales hechos añicos formaban un doloroso tapiz sobre el piso de las habitaciones. Los relojes, también desde el suelo, marcaban tercamente la hora del terremoto"...() Con estas palabras, el escritor Pablo Neruda recordaba la secuelas que dejó un sismo de gran intensidad en su casa natal de Valparaíso (Chile).

En México -que también es un país ubicado en zona de alta sismicidad- la escena descrita en las "Memorias" del poeta chileno suele ser, por desgracia, muy recurrente en la vida cotidiana, sobre todo de los habitantes de la capital, que es altamente vulnerable y que el martes pasado nuevamente resistió la sacudida de un sismo (y sus réplicas) originado al sur de Guerrero.

Por su magnitud -que tras varios ajustes en las mediciones preliminares por parte del Geological Survey en EU y el Servicio Sismológico Nacional (SSN) fue fijada en 7.4 grados- el evento fue el más fuerte registrado en el país desde aquel fatídico que en 1985 destruyó el centro de la ciudad. Ese sismo tuvo una magnitud considerable (8.1 grados) pero el más notable durante los últimos cien años en México ocurrió el 3 de junio de 1932, con una magnitud de 8.4 grados.

¿Cómo se establecen esos registros y por qué hay variaciones en las mediciones iniciales? ¿Cuáles son los retos que plantean en nuestro país? El doctor Vladimir Kostoglodov, del Departamento de Sismología del Instituto de Geofísica de la UNAM, explica que esos records completos se logran al "cruzar" la información de diferentes estaciones.

"Para calcular la energía de las ondas sísmicas y determinar la magnitud de un temblor deben hacerse diversas operaciones matemáticas basadas en los registros obtenidos por los equipos localizados en las diferentes estaciones", comenta el investigador universitario.

 RED DE MONITOREO El instrumental básico en cada estación incluye sismómetros, acelerómetros, así como relojes ultraprecisos, que colectan información sobre las características y hora del evento, que luego es procesada electrónicamente y enviada por sistemas de telecomunicación a la sede del IGf, en Ciudad Universitaria.

Estos aparatos miden la amplitud de las ondas sísmicas (que se propagan a través del suelo) y la distancia que hay entre el epicentro del sismo y cada estación de registro. La red cuenta hoy con 36 estaciones de banda ancha. Luego, los datos son procesados e interpretados mediante fórmulas matemáticas con las que finalmente se establece la magnitud.

Sin embargo, como sucede con las cifras de encuestas en casillas electorales, la información que se tiene al principio es preliminar. Para tener la lectura precisa en cada punto deben combinarse los datos de al menos tres estaciones y hasta el final, cuando se establecen las comparaciones, se define la magnitud exacta.

"El epicentro del sismo nos lo da automáticamente el Servicio Sismológico Nacional. Pero otros datos útiles para realizar investigaciones más precisas, como el tipo de falla o la profundidad a la que se encuentra, debemos determinarlos", añade el doctor Kostoglodov.

El problema es que la red sismológica no está distribuida de manera homogénea en el país, pues se concentra en las regiones de mayor actividad sísmica, en las costas del Pacífico y Veracruz. Esto propicia que en las estaciones muy próximas una a la otra los registros se saturen y dificulta la medición de sismos pequeños (de magnitud menor a 4).

Para facilitar esta labor se requiere hacer más densa la red sismológica, pues ahora es necesario efectuar cálculos adicionales, añade el especialista. También se precisa que haya más especialistas, pues en México no existen más de 300 dedicados específicamente al estudio de la Tierra.

 ¿MáS ESTACIONES? El director del SSN Carlos Valdés sostiene que el número actual de estaciones en la red, que se ha extendido un poco hacia el norte en los últimos años, "es suficiente para tener una cobertura nacional". Pero reconoce que todavía hay estados como Coahuila, Tamaulipas o Durango donde no hay ninguna.

"La propuesta es tener al menos una en cada uno de estos estados faltantes, así como densificar la red en la región de mayor sismicidad" (en Guerrero, Chiapas y Michoacán), señala el académico. La Red Sismológica del Norte de California en EU maneja en total 412 estaciones.

"La calidad de las estaciones que tenemos es comparable con las de EU. nosotros no tenemos tantas, pero la idea (en el futuro) es compartirlas para facilitar el monitoreo en la zona fronteriza o que nos ayuden a hacer localizaciones en casos de sismos importantes", precisa.

Otra propuesta que plantea el investigador universitario es contar con al menos una estación sismológica en cada una de las ciudades que rebasen los 350 mil habitantes, como Gómez Palacio en Durango o Torreón, Coahuila. Con ello, podría aportarse información para mejorar los códigos de construcción.

"No podemos predecir un sismo, pero sí ver el comportamiento de la zona (características del terreno y las construcciones) y hacer estudios para determinar si potencialmente puede presentarse uno más grande. Vamos aportando conocimiento para que la autoridades tomen decisiones", apunta el doctor Valdés.

 ALERTAS Y PRONóSTICOS Los sismólogos esperan otro gran temblor en la brecha de Guerrero (noroeste), donde no se ha registrado uno de este tipo desde 1911. Pero están lejos de predecir estos eventos. Para hacerlo necesitarían saber su localización, fecha y magnitud.

En cambio es factible mejorar el sistema de alerta sísmica, que con 12 sensores en ese estado ayuda a pronosticar la magnitud de movimientos locales y envía los datos al DF. Shri Krishna Singh, también del IGf, considera que esa red debería basarse no en esa estimación, sino en la de la aceleración del terreno.