Benedicto XVI en México

Con la promesa de orar por las víctimas, el Papa llegó a México

El Papa Benedicto XVI empezó su peregrinaje por la Latinoamérica que habla español en México, con la promesa de que durante su estancia pedirá y rezará por el pueblo.

El Papa Benedicto XVI empezó su peregrinaje por la Latinoamérica que habla español en México, con la promesa de que durante su estancia pedirá y rezará por el pueblo.

AP

El Papa Benedicto XVI empezó su peregrinaje por la Latinoamérica que habla español en México, con la promesa de que durante su estancia pedirá y rezará por el pueblo y especialmente por aquellos que sufren a causa de la violencia.

"Me siento muy feliz de estar aquí, y doy gracias a Dios por haberme permitido realizar el deseo, guardado en mi corazón desde hace mucho tiempo, de poder confirmar en la fe al Pueblo de Dios de esta gran nación en su propia tierra", dijo el Pontífice en una ceremonia oficial de recepción en la que cientos de asistentes le aplaudían y gritaban "¡Benedicto, hermano, ya eres mexicano!".

"En estos días pediré encarecidamente al Señor y a la Virgen de Guadalupe por este pueblo", dijo. "Rezaré especialmente por quienes más lo precisan, particularmente por los que sufren a causa de antiguas y nuevas rivalidades, resentimientos y formas de violencia".

También dijo que venía a México como un peregrino de "la fe, de la esperanza y de la caridad y quiero confirmar en la fe a los creyentes de Cristo y animarlos, revitalizarlos con la escucha de la palabra de Dios".

La bienvenida fue adornada con danzas folclóricas mexicanas y mariachis para un Papa que es considerado académico y distante comparado con su antecesor, Juan Pablo II, quien tuvo una entrañable relación con los mexicanos que lo bautizaron como "El Papa mexicano" al hacer hecho cinco viajes a esta nación.

Muchos no preveían una bienvenida tan calurosa y auténtica, pero el país de habla hispana que más tiene católicos en el mundo le brindó el mismo afecto que a Juan Pablo II, a juzgar por las miles de personas reunidas a lo largo de los cerca de 32 kilómetros que recorrió desde el aeropuerto hasta el Colegio Miraflores, donde se hospedará.

"Ya sé que estoy en un país orgulloso de su hospitalidad y deseoso de que nadie se sienta extraño en su tierra. Lo sé, lo sabía ya, pero ahora lo veo y lo siento muy dentro de su corazón", dijo Benedicto XVI

Celia del Rosario Escobar, una ama de casa de 42 años, resumió magistralmente la esperanza que trae al pueblo católico la visita de su máxima autoridad: "a mí me gustaría que cambiara la conciencia de aquellas personas que están haciendo daño a México como todos aquellos que están en la drogadicción, en la mafia... espero que tengamos más respeto por la vida".

"Me toco ver a Juan Pablo y son experiencias que si te motivan, yo tenía 12 años y es una experiencia que sigue muy grabada en mí, creí que esto iba a ser diferente pero no, la experiencia es la misma... No puedo hablar", agregó mientras se tocaba el pecho con las dos manos y lloraba.

Antes de subir al Papamóvil, Benedicto XVI caminó junto con el presidente Felipe Calderón y su esposa Margarita Zavala, mientras saludaba a los niños que acudieron al aeropuerto a darle la bienvenida y a entregarle un obsequio.

Luego de que el avión aterrizara, las calles de León se convirtieron en un festival pues el entusiasmo de la multitud creció con su arribo. La policía detuvo el tráfico por la Avenida López Mateos, por la que el Papa transitaba a bordo de su vehículo mientras la multitud que lo aguardaba se encontraba apostada a lado y lado de la avenida.

Benedicto partió del aeropuerto poco más de una hora después de su llegada en medio de gritos de miles de personas que ondeaban las banderas del Vaticano. El Papa saludaba a su paso a la gente.

"¡Se ve, se siente, el Papa está presente!", gritaba Carlota Jiménez junto con varias personas cuando el Papa estaba por recorrer las calles de la ciudad de León. A su paso, explotó pirotecnia que lanzó a los aires papelitos amarillos y blancos, los colores de la bandera del Vaticano.

"Pasó muy rápido. Yo tenía la ilusión de que diera la bendición. Pero el chiste es que lo vimos", añadió Jiménez.

Personas discapacitadas fueron acomodados en un templete bajo una carpa en el parque Hidalgo, por donde pasará el Papa.

"Yo hace un año perdí a mi esposo", dijo María del Rosario Tamayo Villanueva, quien sufre de parálisis en las piernas desde niña. "Yo le pediría por mi, por mi salud y por todo el mundo".

Ahí mismo, Jesús Lugo Lopez, quien sufre de poliomelitis, no estaba tan esperanzado pero dijo que había ido "por lo menos para que nos dé la bendición".

"Al país no creo que lo ayude", dijo Lugo. "Pero va a echarnos fuerzas y ánimo".

En su trayectoria no dejaban de escucharse gritos de emoción.

Casi una hora después de salir del aeropuerto, el Pontífice llegó al Colegio Miraflores, donde otros cientos más de personas lo esperaban y apenas lo vieron le gritaron una y otra vez: "¡Benedicto, Benedicto!" y "¡Benedicto, amigo, León está contigo!".

Durante el vuelo hacia México, el Papa había hecho un llamado para que los mexicanos derroten la "idolatría del dinero" que alimenta la violencia y el tráfico de drogas al tiempo que urgió a Cuba a dejar el marxismo que "no responde ya a la realidad".

El vuelo de Alitalia que lo trajo aterrizó en medio de una multitud que ondeaba banderas mexicanas y del Vaticano. El presidente Calderón y la primera dama esperaron al Pontífice en la pista de aterrizaje, a quien se le extendió una alfombra roja a los pies de la escalera del avión por la que descendió.

El mandatario agradeció que haya aceptado su invitación para venir a México, un país que, dijo, "ha sufrido mucho por diversas razones", incluida la violencia del crimen organizado.

"La presencia de Su Santidad entre nosotros adquiere un significado enorme en horas aciagas, en momentos en que nuestra patria atraviesa por situaciones difíciles y decisivas", dijo el mandatario.

"México también ha sufrido, Su Santidad lo sabe, la violencia despiadada y descarnada de los delincuentes", añadió.

El mandatario consideró que su visita "es un gesto de solidaridad y de fraternidad con nuestro pueblo que nunca olvidaremos"

Apenas apareció en la puerta del avión la gente que lo aguardaba rompió en gritos de regocijo.

Benedicto XVI alzó los brazos y comenzó a bajar la escalera sin ayuda de nadie, ni del bastón que usó en Roma antes de partir a México.

A bordo del avión que lo trasladó, el Papa condenó la violencia del narcotráfico en México y consideró que la "idolatría del dinero" es la causa de la espiral violenta que ha dejado más de 47.500 muertos desde diciembre de 2006, cuando Calderón asumió el poder.

También instó a un diálogo en Cuba para buscar nuevos modelos que reemplacen el marxismo, en el comienzo de un peregrinaje a ambos países latinoamericanos.

Luego de visitar México, Benedicto XVI partirá hacia Cuba.

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