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Dr. Raúl Domínguez González

La pizca de sal

¿Recuerdan aquella historia del rey con las tres hijas a quienes preguntó cuánto lo amaban?

La primera mencionó que lo amaba más que el oro, que a las piedras preciosas y que a los ropajes más elegantes, y el rey quedó complacido. La segunda declaró que le amaba más que a la pradera en primavera, que al sol cuando calienta en el verano, que al ocre del placentero otoño y que a la paz de la nieve invernal, y el rey quedó complacido. Por último, la tercera hija contestó al padre con una frase breve y misteriosa: le amaba más que a la sal. El rey enfureció con su respuesta, la desterró y los dioses, como castigo, desaparecieron la sal de todo el reino.

Después de varios años insípidos, el rey reconoció su error y mandó llamar de regreso a la hija desterrada, arrepentido por no haber apreciado su amor, tan valioso como una pizca de sal.

En el cerebro, las hormonas sexuales son como una pizca de sal, un ingrediente en apariencia humilde, pero indispensable para que se logren las ?recetas? de la memoria, el control emocional, la atención y muchas otras funciones más.

Desde antes del nacimiento las hormonas sexuales ya están presentes y comienzan a influir en lo que más adelante serán los comportamientos masculino o femenino de cada persona. Sabemos, por ejemplo que las conductas más agresivas de juego que los varones presentan desde la niñez con una manifestación de la mayor concentración de hormonas masculinas que predominan en ellos. Por otro lado, las hormonas femeninas serán las responsables de las respuestas emocionales más intensas, así como de algunas funciones cerebrales y que tiene primordial importancia para la mujer, cuando inician la etapa en la que a veces falta la ?pizca de sal? de los estrógenos y en otras ocasiones salan la receta.

Sabemos que los estrógenos y el resto de las hormonas sexuales participan en los procesos cerebrales de memoria, percepción visual, control de la temperatura (de ahí los famosos bochornos), control emocional, concentración, procesamiento matemático, habilidad verbal y coordinación motril, entre los más importantes. Su acción se presenta al combinarse con otras substancias del cerebro.

Durante la vida reproductiva de la mujer, el balance hormonal entre los estrógenos, la progesterona y los andrógenos va a actuar de manera regular sobre el cerebro, propiciando un comportamiento más o menos predecible con respecto a sus capacidades de pensamiento y sus reacciones emocionales.

Aquellas mujeres que manifiestan cambios emocionales al acercarse el momento de su menstruación, ya conocen sus síntomas y pueden hacer algo para prevenirlos o manejarlos.

Pero, como ya hemos visto, durante la segunda adolescencia lo único regular es al irregularidad en los niveles hormonales.

Esta irregularidad en la producción del estradiol y su nivel desequilibrado con las cantidades de la progesterona y otras sustancias, hace que durante esta etapa puedan presentarse algunos síntomas esporádicos que desconciertan a la mujer.

Estos síntomas llegan a preocupar a la mujer y afectan su calidad de vida.

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