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EL SÍNDROME DE ESQUILO VIERNES DE NORTEÑAS

VICENTE ALFONSO

Para Mijail Lamas los viernes son de norteñas: para empezar el fin de semana elige uno de sus corridos favoritos y lo comparte con sus amigos. En las últimas semanas ha escogido "Flor de capomo", "El asesino" y "Catarino y los Rurales". Nacido en Culiacán en 1979, lleva seis años viviendo en el de efe. Pareciera que en ese tiempo ha aprendido no sólo a lidiar, sino a disfrutar el caos capitalino: pasa al menos ocho horas diarias en una oficina, más una o dos enfrascado en el tráfico, y sin embargo se las arregla para encontrar el tiempo para leer y escribir.

Así, en los últimos seis años le ha arrancado a la rutina cinco poemarios: Contraverano, (FETA, 2007); Fundación de la Casa, Cuaderno de Tyler Durden, (Ediciones sin Nombre, 2008); El Canto y la Piedra (ganador de un accésit en el XVII Premio de Poesía Ciudad de Zaragoza, España, publicado por el Ayuntamiento de esa ciudad en 2011) y Canción del navegante de sí mismo, del que hablaré más adelante.

Además de escribir poesía, Mijail coordina talleres, presenta libros, escribe reseñas y hace traducciones del portugués. Pero en ningún momento ha dejado de lado la construcción de una voz que le permita recrear literariamente su natal Sinaloa. Y es que, como pocos, Mijail sabe combinar sus experiencias cotidianas con la tradición poética que se remonta siglos atrás. Estudioso del metro clásico y lector también de la poesía de última generación, Mijail echa mano de las posibilidades de ambas para crear trabajos que se defienden con la sencillez de lo bien hecho. Para conjugar elementos dispares cuenta con el arsenal de recursos y herramientas retóricas que ha acumulado entre lecturas, traducciones y talleres. Quizá por eso su poesía toca a los lectores: porque acerca, comunica, invita a dialogar: en sus libros Caronte convive con los compañeros de oficina, y una rabiosa fender sirve como banda sonora a la Comedia del Dante.

Acerca de Contraverano, su primer libro, escribí: "Así como aquellos que sufren una amputación se quejan de dolores o cosquilleos en el brazo que no tienen, quienes dejan la tierra natal tardan mucho tiempo en dejar de sentir la ciudad. Contraverano, de Mijail Lamas, es resultado de ese desarraigo. Sin embargo no cede a las trampas de la nostalgia para armarse una mitología de bolsillo. No es una ciudad perfecta la que construyen sus poemas, sino un espacio de aprendizaje donde hay que abrirse paso entre la generosidad de pocos y la mezquindad de muchos".

El pasado viernes también fue de norteñas: por su poemario más reciente, Canción del Navegante de sí mismo, Mijail recibió el Premio de Poesía Clemencia Isaura, galardón que se entrega dentro de los festejos del carnaval de Mazatlán. De hecho, fue él quien coronó a la Reina del Carnaval, Astrid I, frente a miles de sus coterráneos que llenaban el estadio Teodoro Mariscal. Como él mismo lo explicó a los periodistas, el poemario que le mereció el galardón está inspirado en Cesáreo Verde, un poeta portugués del siglo XIX que jamás vio publicada su obra, y que padecía tuberculosis.

Se trata de un premio con mucha tradición: de 1925 a la fecha lo han obtenido, por ejemplo, Enriqueta Ochoa, Elías Nandino, Abigael Bojórquez, Carlos McGregor y Dolores Castro. Esta vez a Mijail Lamas le tocó ser poeta en su tierra, en un viernes de malecón: en la playa la tambora tocaba El Toro Mambo mientras en el estadio una cantante de ópera pop modificaba su repertorio para cantar el corrido de Mazatlán. Fue un viernes redondo, un viernes de norteñas.

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