Eran albañiles. La viuda de José Manuel, quien no quiso dar su nombre, aseguró que se dedicaba a la albañilería.
Pocos en San Mateo Huitzilzingo sabían con exactitud lo que ocurría la noche del viernes, pero ante los gritos que se multiplicaban de: "¡mátenlos, son secuestradores!", no dudaron en descargar su ira contra tres albañiles.
El reloj de la Iglesia de San Mateo Apóstol marcaba las 20:30 horas y el repicar de las campanas del recinto sirvió como llamada para que la turba se congregara.
El calvario para José Manuel Mendoza, Raúl Aboytes y Luis Alberto Cárdenas apenas empezaba en esta población de Chalco, ubicada a un costado de la carretera Chalco-Mixquic.
La historia comenzó unos minutos antes, relata un mando de la Policía Estatal del Estado de México, en una casa de esta comunidad.
Una joven peleaba con su madre, quien le había prohibido sostener relaciones amorosas con José Manuel, un hombre de 26 años de edad, casado y avecindado en San Juan Tezompa, un pueblo a unos 15 minutos de distancia.
La muchacha amenazó con fugarse con su novio, quien esperaba con sus amigos y ayudantes de albañilería Raúl y Luis Alberto. Desesperada, la mujer comenzó a gritar que querían raptar a su hija, y pronto los lugareños empezaron a congregarse.
Aunque los tres amigos subieron a su camioneta e intentaron escapar, los cercaron en una gasolinería a la salida de Huitzilzingo y los llevaron arrastrando y a golpes hasta la plaza principal, frente a la iglesia.
La Policía Municipal recibe el primer reporte y 10 agentes intentan lo imposible, mientras las campanas de la iglesia de San Mateo Apóstol repiqueteaban.
"Primero nos dan aviso de una riña en la calle de Zaragoza. Se acude al lugar y ya habían hecho sonar las campanas de la iglesia, los traían arrastrando, todos lastimados", dice uno de los policías.
Los agentes lograron arrebatarle a los detenidos a la turba y los llevan a un módulo de la delegación municipal, que también funciona como biblioteca. Allí encontraron refugio los tres albañiles.
"Alcanzamos a meterlos dentro de la delegación, pero éramos 10 compañeros contra toda la gente", añade el agente.
Más de 300 pobladores, armados con palos y piedras arremetieron contra la delegación municipal y la puerta cedió a las patadas.
Arrebataron a los albañiles y en la plaza los golpearon, los hincaron y les prendieron fuego con artefactos caseros preparados con anticipación: botellas de refresco llenas de gasolinas con mecheros, tipo bombas molotov.