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El efecto Lula

EL SIGLO DE TORREÓN

BRASILIA, BRASIL.- El resultado de la segunda vuelta electoral a celebrarse hoy en Brasil trasciende a la designación de un presidente. Más de 115 millones de votantes acudirán a 406 mil puestos electorales instalados en todo el territorio del gigante sudamericano. Su decisión pudiera concretar una metamorfosis en la forma como la izquierda latinoamericana es concebida por sí misma y por los demás. Quien sea ganador en las elecciones de hoy enfrentará el reto de crear millones de empleos, estimular el crecimiento y revitalizar la economía de la nación más grande de Latinoamérica, además de heredar la difícil carga que representa una deuda nacional creciente.

El gran favorito es el candidato del Partido de los Trabajadores (PT), Luiz Inácio “Lula” da Silva, un ex líder sindical que cuenta con una ventaja cómoda: los resultados de las últimas encuestas practicadas por la firma Ibope (Instituto Brasileño de Opinión Pública) le asignan el 66 por ciento de la intención del voto contra el 34 por ciento obtenido por el candidato oficialista José Serra, postulado por el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).

El pasado 6 de octubre, en una primera ronda electoral, Da Silva obtuvo el 46.4 por ciento de los votos válidos, frente al 23.2 por ciento logrado por Serra. Quedaron en el camino Ciro Gomes, candidato por el partido del Frente Obrero de Centroizquierda; y Anthony Garotinho, ex gobernador de Río de Janeiro y contendiente por el Partido Socialista Brasileño (PSB). En números absolutos, Lula recibió ese día casi 40 millones de sufragios, mientras que Serra logró sólo la mitad, es decir poco menos de 20 millones. Garotinho y Gomes sumaron 25 millones de votos.

Fue la votación más alta lograda por la izquierda brasileña, pero no bastó para darle a Lula el triunfo definitivo. Las leyes electorales establecen la realización de una segunda vuelta cuando ningún candidato obtiene más del 50 por ciento de los votos válidos en la primera ronda. La decisión estaba entonces en los 25 millones de votantes que habían optado por Gomes y Garotinho. Marcos Coimbra, de la consultora Vox Populi, lo planteó con una afirmación tajante: “si Lula recibe el 10 por ciento del voto dado a Garotinho y Ciro (Gomes), gana la elección.”

Historia de un “Calamar”

El “fenómeno Lula” no es casual. El menor de ocho hermanos, nació el 27 de octubre de 1945 en Catees, un pueblo del noreste brasileño. Cuando tenía once años, se trasladó con su familia a las afueras de Sao Paulo, donde vendió maní, lustró zapatos y fue empleado de lavandería, hasta que encontró a los dieciocho años un empleo de tiempo completo como soldador, profesión que aún reconoce como la suya. Perdió en un accidente de trabajo el dedo meñique izquierdo. Contrajo matrimonio en 1974 y es padre de cuatro hijos.

En 1966 se inscribió en el Sindicato de Metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo, en donde ascendió rápidamente hasta ser elegido su presidente en 1975.

En 1980, fundó el Partido de los Trabajadores, y fue elegido para el Congreso en 1986 con 650 mil votos: la cantidad más alta de sufragios que haya recibido un diputado ese año.

Luiz Inácio da Silva ha sobrevivido a tres derrotas como candidato presidencial, en 1989 contra Collor de Mello, y en 1994 y 1998 contra Cardoso, actual presidente de Brasil. En sus primeras campañas, un Lula de boina y camiseta se pronunciaba a favor de una moratoria en la deuda externa, que rebasa los 250 mil millones de dólares.

En las costas de Brasil habita una especie de calamar, el Loligo brasiliensis, que tiene la capacidad de cambiar drásticamente de color: los pescadores le llaman “lula”. En la actual campaña, los electores conocieron a un Da Silva que, como los cefalópodos, ha cambiado su apariencia y ahora prefiere trajes bien cortados y corbatas finas. Pero el punto más importante es que ha matizado sus propuestas sobre una moratoria de la deuda brasileña, la nacionalización de los bancos o la expropiación de haciendas. El luchador sindical ha prometido que de ser electo presidente cumplirá todos los compromisos internacionales de Brasil. Además eligió como su candidato a vicepresidente a José Alencar, un multimillonario empresario textil; en una alianza establecida con el centroderchista Partido Liberal.

Mi izquierda

no es tu izquierda

Los expertos atribuyen el “fenómeno Lula” a que el exdirigente sindical ha sabido aprender de los reveses y aprovechar el desencanto de los votantes tras la estrategia de libre mercado que ha caracterizado la administración de Fernando Henrique Cardoso. Pero hay declaraciones que sugieren un trasfondo más amplio, el surgimiento de un nuevo momento con características distintas en la izquierda latinoamericana.

El presidente cubano Fidel Castro declaró el 21 de octubre pasado que observa un avance de fuerzas “populares y progresistas” en Latinoamérica con los triunfos de Luiz Inacio Lula da Silva en Brasil y Lucio Gutiérrez en Ecuador, pero descartó que ello represente una “revolución” en la región. En caso de que Lula y Gutiérrez salgan airosos en la segunda vuelta de las elecciones en sus respectivos países, se les verá “maniatados” por políticas económicas “inventadas”, dijo.

En ese mismo sentido el jefe del Comando Sur de Estados Unidos, el general James Hill, consideró que la probable elección del izquierdista Luiz Inácio “Lula” da Silva como presidente de Brasil “no generaría inestabilidad en la región (sudamericana)”.

En una breve conferencia de prensa que ofreció el miércoles 16 de octubre, Hill dijo: “estamos interesados en la democracia (...)El pueblo de Brasil va a elegir un gobierno de su propio deseo y los Estados Unidos y la región trataremos con un gobierno de su elección, y desde mi punto de vista estará bien”.

Ante estas manifestaciones, los ojos de la mayoría partidos de izquierda de todo el continente están fijos en el proceso electoral que hoy se resuelve. Tal vez con afán de aprendizaje, Cuauthémoc Cárdenas ha sostenido reuniones con el candidato del Partido de los Trabajadores: saltan de inmediato algunos paralelismos entre estos dos representantes de izquierda. Podría ser que el hijo del expresidente Lázaro Cárdenas tenga la idea de que la estrategia seguida en Brasil puede ser aplicable en otras regiones de América. Pero no es una relación fortuita: Lula y Cárdenas han compartido ya experiencias por lo menos en dos ocasiones anteriores: El jueves 31 de julio de 1997, el entonces recién electo Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, asistió en Porto Alegre a los debates de el VII Foro de Sao Paulo. Fue recibido en el aeropuerto por Da Silva, que comentó en aquella ocasión: “quien conoce lo que pasa en México podrá darse cuenta que el triunfo de Cárdenas no es poca cosa”.

Un encuentro posterior se dio entre el cuatro y el siete de diciembre de 2001, durante el Foro Social Mundial celebrado en La Habana, Cuba. La discusión en estos encuentros giró en torno a la potencialidad de la “vía electoral” para la izquierda. Algunos delegados manifestaron sus dudas sobre el alcance de la lucha electoral y la trascendencia real de los éxitos obtenidos en ese terreno, en alusión a la conformación de fuerzas políticas capaces de convocar un alto número de votantes pero sin un claro perfil de izquierda.

Lo que viene después

El Partido de los Trabajadores está acostumbrado a funcionar como oposición en el terreno político brasileño, aunque a partir de las elecciones municipales de 1985 comienza a cobrar importancia al ganar las elecciones en el estado de Ceará, al nororiente del país sudamericano. Es hasta octubre de 2000 cuando se convierte en uno de los grandes partidos de Brasil con el triunfo en la ciudad de Sao Paulo, una población de más de 10 millones de habitantes.

En un intento de calmar los mercados y a los inversionistas, el PT ha asegurado que de concretarse el triunfo de Lula, mantendrá una conducción económica ortodoxa.

La alianza establecida con el Partido Liberal (PL), ubicado como centroderechista, ha jugado un papel importante en la vinculación informal con sectores de la derecha. El presidente de la Bolsa de Valores de Sao Paulo, Raymundo Magliano, declaró: “Lula no provoca temores en nadie (...) es extremadamente inteligente y no tiene prejuicios”

Estos cambios han provocado descontento de algunos sectores radicales al interior del PT, a lo que el propio Da Silva responde: “Puede haber un 20 ó 30 por ciento de radicales al interior del partido (de los Trabajadores), pero eso no será problema porque el 70 u 80 por ciento de nuestros miembros no lo son y están de acuerdo con nuestra propuesta”

La cámara baja de Brasil está formada por 513 miembros; la de Senadores por 81. Tras las elecciones del pasado 6 de octubre, el PT constituyó el mayor bloque individual en la Cámara de Diputados y el tercero en el Senado: obtuvo 91 diputaciones y 14 senadurías. Con ello la izquierda arriba a su momento de mayor fuerza legislativa en la historia del Brasil. Además, dirigentes de partidos políticos de centroizquierda han anunciado la disposición a hacer alianzas, como el Partido Democrático Trabalhista (PDT), el Partido Socialista Brasileño (PSB), y el Partido Popular Socialista (PPS). De concretarse estas alianzas, aún sería necesario lograr acuerdos políticos con otros grupos, pues la izquierda seguiría sin tener la mayoría absoluta en las cámaras.

Otras fracciones del Congreso parecen estar a la espera de que una eventual presidencia de Lula tome medidas tendientes a la centroizquierda. Se prevé que la principal dificultad que enfrente Da Silva, tras una campaña pródiga en ofrecimientos de reorientación de las prioridades nacionales al área social, sea encontrar la manera de llevar a cabo las acciones prometidas, mientras atiende a su compromiso de respetar el adeudo económico establecido por las administraciones anteriores.

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