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Las escuelas de calidad

ROLANDO CRUZ GARCÍA

"No hay gente sin educación; todos tienen algo de ella, sólo hay gente mal educada"

Gilbert K. Chesterton

Desde los inicios del desafiante siglo XXI, en México se anuncia, para la educación básica, la imperiosa necesidad de reconocer aquellas prácticas educativas exitosas y consideradas como "de calidad", sin tener claro que dicho concepto nace en el mundo empresarial y se traslada acríticamente al mundo escolar.

Al hablar de calidad en el ámbito educativo no podemos dejar de considerar que las escuelas alcanzan esta característica deseable cuando son eficientes, eficaces, productivas, efectivas, competitivas y globalizadas; cabría preguntarse ¿Nos queda clara la diferencia entre cada uno de estos indicadores? y ¿Cuántas de nuestras escuelas reúnen dichas características?

Pareciera que la mayoría de las escuelas pertenecientes al PEC (Programa de Escuelas de Calidad, SEP) privilegian los aspectos técnicos y burocráticos que hay que cumplir para allegarse los recursos que dicho programa ofrece a todas aquellas instituciones que reúnen (al menos en el papel) una serie de atributos deseables, que se quedan en el plano declarativo y no priorizan la formación de los estudiantes, cuando la propia Secretaría de Educación Pública lo declara: "Una educación básica de buena calidad debe formar en los alumnos el interés y la disposición a continuar aprendiendo a lo largo de su vida, de manera autónoma y autodirigida; a trasformar toda experiencia de vida en una ocasión para el aprendizaje" (SEP, 2001).

Dentro de las políticas de transformación de la gestión escolar, se alude a la promoción de la organización y el funcionamiento de las escuelas; para ello se busca redimensionar la función directiva, sobre todo hacia el fortalecimiento de las competencias profesionales y las funciones académicas, buscando impactar en el mejoramiento continuo de las escuelas. El problema sigue siendo que muchos directivos no saben dirigir bajo esquemas de calidad educativa.

Como puede observarse, la palabra calidad y su programa referente: PEC (Programa Escuelas de Calidad), van apareciendo desde la década de los noventa; a partir del año 2000, se busca una operacionalización adecuada y se lanzan convocatorias dirigidas a las entidades federativas y a las escuelas de educación básica que deseen transformar su práctica educativa.

Desde su declaración de principios, el programa puntualiza: "El propósito general del PEC es mejorar la calidad de la educación que se imparte en las escuelas públicas de educación básica, con base en el fortalecimiento, articulación y alineación de los programas federales, estatales y municipales, a través de la construcción de un nuevo modelo de gestión escolar con enfoque estratégico, que permita transformar la cultura organizacional y el funcionamiento de las escuelas públicas que voluntariamente se incorporen al programa, enfocado a la mejora de los aprendizajes de los estudiantes, la práctica docente, la participación social y la rendición de cuentas" (Diario Oficial, SEP, 2007).

En este sentido, el PEC se concibe como un instrumento de apoyo a la coordinación de las políticas educativas, pero que tienen que responder a los estándares de calidad construidos por los organismos internacionales que prestan el recurso financiero.

A nivel nacional y estatal, se invita a la participación, siempre a voluntad y sobre la sensibilización, el enlace y la difusión del programa. En cada nivel de educación básica, las escuelas participan presentando un PETE (Plan Estratégico de Transformación Escolar) y un PAT (Plan Anual de Trabajo), elaborado por el colectivo escolar con asesoría del equipo. Se promueve también la evaluación interna.

Cuando se considera lo ineludible de la era de la información y el conocimiento, los retos que presenta y exige la sociedad actual, resulta impostergable replantear la organización escolar, las formas de enseñanza, la función directiva y los procesos que nos permiten ir hacia la optimización de las tareas educativas pendientes.

Las directoras(es) en México, son un reflejo del tipo de relación que se establece en los altos niveles gubernamentales, que finalmente van desde un modelo presidencialista hasta otro más corporativo. Ahora que se ha vuelto la mirada a las escuelas y su desempeño, es urgente el análisis, la investigación y las vivencias contextuales en las que dichos directores de escuela, reproducen el poder que se instala en ellos a través de su puesto administrativo.

En el contexto socio-educativo actual, "El director quiere ser un profesional, pero se siente inseguro ante lo no dominado, la complejidad y la exigencia de un modo nuevo de actuar en un campo todavía sin rotular. Son muchas las novedades a las que se tiene que enfrentar, que van desde el cambio estructural y funcional hasta lo psicológico y personal". (Pascual, 2000).

Las comunidades escolares generalmente centradas en la participación comunitaria, necesitan de directivos que se culturicen, que ayuden a interiorizar la convivencia en la participación, imprimiendo valores para el desarrollo del sentido grupal.

Los centros escolares necesitan de un líder académico y protagonista de los cambios, que debe dirigir su mirada hacia la apertura de canales comunicativos eficientes, convirtiéndose en escuelas que aprenden y atienden a los indicadores que emanan de los estándares de calidad para ser escuelas efectivas.

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