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Cosas que nos preocupan…

Hora cero

Roberto Orozco Melo

En la fragosa realidad contemporánea que nos tocó vivir, es prudente reconocer que los meses del calendario cristiano cuentan casi como semanas, si bien las hay que apenas parecen días. El dios Cronos juega rápido con nuestro tiempo, el cual podemos imaginar como una retahíla de instantes fugaces, en que la ansiosa sociedad no alcanza a detenerse, ni logra asimilar el fenómeno cronológico. Lo que éste tundemáquinas busca dilucidar es que, mientras crecemos como sociedad, la vida en común se torna más veloz, compleja y conflictiva. Hoy por una causa, mañana por otra, todo podría ser mejor si los políticos normaran sus impresiones y comentarios críticos, previa consulta con cualquier diccionario de la lengua castellana, incluso la divertida obra de don Roque Barcia, sobre vocablos como discutir, debatir y controvertir, antes de repetir la manida sentencia popular: “…estábamos mejor cuando estábamos peor”. Sin embargo, las realidades de la vida compiten tiempo contra tiempo. Vistos los avances científicos, podríamos definir entre los estrechos límites de certeza y error, cómo el tiempo se nos va sin darnos cuenta por esos precisos instantes, que si los analizamos podríamos reflexionar y concretar cómo nos podría ir, sin darnos cuenta, el día de mañana, pues lo que sabemos y asumimos con certidumbre, es cómo se nos va, ahora en este precisomomento, toda la vida, toda nuestra experiencia humana, nuestros sueños y nuestras búsquedas, que nunca hemos dejado de buscarlas en las horas presentes y en las de adelante, para terminar no en el tiempo futuro sino en el tiempo pretérito, sólo mirando hacia atrás. Así es, ha sido y será siempre nuestra congénita inconformidad mexicana: si caminamos hacia adelante, nos gusta buscar y encontrar lo que sucedió, o no sucedió, en el pretérito lejano. El hecho es que este juego fue puesto de moda entre nuestros líderes políticos, de cualquier signo, así como entre los comentaristas del fenómeno físico, histórico y social en lo general, para que el resignado apotegma de “haber estado mejor cuando estuvimos peor”, es una forma de elusión para la realidad presente, que a nadie gusta y responsabilizar por ella al tiempo ido para siempre, al ineludible pasado. Pronto estaremos con la vista puesta en el ineludible futuro, que sólo será más de lo mismo. Más de lo que ya tuvimos. Y no sabemos si menos o más de lo que pronto tendremos.

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