EDITORIAL Sergio Sarmiento Caricatura Editorial Columna editoriales

Lucio Quincio Cincinato

GILBERTO SERNA

Encontrar el topónimo de un lugar no es cosa fácil, en veces. Dejemos en claro que la toponimia se ocupa de estudiar el origen y significado de los nombres propios de un lugar; topónimo es pues el nombre propio de una comunidad. Así, demos a nuestra ciudad, como origen de su nombre, el que a fines del siglo XVIII se le conoció como el rancho del torreón, una torre más o menos grande que se originó a consecuencia de la necesidad de los primeros pobladores de defenderse de los aborígenes, tribus nativas constituidas por primitivos ocupantes del lugar.

Eran flechas contra arcabuces, de donde uno podía imaginar quién vencería. Es obvio que el torreón era hueco teniendo mirillas por las que podía verse al enemigo y dispararle sin exponerse a ser heridos por sus burdas saetas.

Quiero recordar que lo encontré uno de esos torreones, bien entrado el siglo XX en una hacienda cercana, acostado por el arrumbado cerca del poblado conocido como Bermejillo. Hemos de pensar en que los hubo varios, distribuidos en haciendas como resguardos de la integridad física de los lugareños, no sólo en lo que hoy es nuestra orgullosa Perla Lagunera dado que era un excelente fortín que podía ser trasladado de un emplazamiento a otro, según se requiriera.

En ese tenor ¿usted sabe cuál es el origen de que una ciudad americana en el estado de Ohio haya sido bautizada con el nombre de Cincinnati, pues, sin duda se debió a que la sociedad de los cincinatos que honraba a George Washington a quien consideraban por su valor y virtudes ciudadanas, como servidor público desinteresado, semejante al general y político romano Lucio Quincio Cincinato (519 a. C. -430 a. C.) célebre por la sencillez y austeridad de sus costumbres. Fue designado Dictador de Roma durante dos ocasiones por el Senado romano. Que no nos engañe el título. El nombramiento era por solamente 6 meses y de dictador sólo llevaba el nombre. En realidad se trataba de salvar a Roma pues la primera vez que ejerció el cargo, fue en un período en que la ciudad eterna estaba envuelta en una lucha entre patricios y plebeyos.

La segunda vez, dos años después de la primera, Catón el Censor entre otros autores de la época, hicieron que ese personaje, Lucio Quincio se convirtiese en el modelo en el que se encarnaban arcaicos valores, entre ellos la frugalidad rústica, el patriotismo y la falta de ambición personal. Dígalo si no que una vez que terminó exitosamente su período se retiró del cargo sin aceptar las honras que se concedían al triunfador, regresando después de despojarse de sus arreos de lucha bélica, a lo que era su razón de ser: la siembra de sus tierras.

Los lictores (ministros de justicia) que fueron a llevarle las insignias de su dignidad lo encontraron en su campo, cerca del río Tiber, empujando él mismo, el arado. En épocas de turbulencia política el Senado romano designaba un Dictador que duraba en su encargo seis meses debiendo en ese mismo período rendir cuentas al Senado del resultado de sus gestiones.

Expliquemos, cuando el Imperio se encontraba amenazado por un caos interno o una amenaza externa el Senado nombraba un dictador con poderes absolutos. En una ocasión amenazado por un pueblo vecino, el Senado de Roma escogió a Cincinato que no era un desconocido para el pueblo, pues había fungido años atrás como un Cónsul talentoso y demostrado con su actuación notables valores cívicos.

Luego en una nueva dificultad, era el año 439 a. C., un romano influyente intentó un golpe de Estado. En un tiempo calmó el hambre del pueblo comprando trigo a otro pueblo, con lo cual pensó la tenía ganada, pero se le descubrió que había almacenado armas en su casa, así como que celebraba reuniones secretas y no hubo más dudas de que estaba conspirando contra la república. Por lo que el Senado recomendó su detención. Enterado el sedicioso de que sus planes habían sido descubiertos pretendió ponerse a salvo, en tanto Cincinato ordenó a su jefe de caballería que comunicase al presunto insurrecto se presentase de inmediato.

Las autoridades tenían pruebas de sus andanzas forjando planes para destruir la república. El hombre que poseía una gran fortuna pretendió huir y murió a manos del enviado por el Cónsul. Caso resuelto.

De estos hombres dignos y de buena fe, de gran pundonor, surgen en la historia de la humanidad muy de vez en cuando. Son hombres con sólidos principios que benefician a sus contemporáneos. Me pongo a pensar ¿cuántas generaciones pasaron antes y después sin que apareciera alguno que se le pudiera comparar?, son seres privilegiados que llevan sobre su cabeza una aureola que los hace distinguirse de los demás. Me lo figuro un hombre alto y corpulento, de grandes y fuertes manazas, de mirada bondadosa, pero firme. Austero de costumbres, amable de trato, de conducta recta como el que más. No buscaba la gloria de la eternidad y sin embargo, la encontró.

Su fuerza se apoyaba en una moralidad que sin lugar a duda alguna era inquebrantable, no buscaba honores pues una vez cumplido su cometido se retiraba a su heredad, tan quitado de la pena, era un hombre que para ser feliz no necesitaba una corona de guirnaldas. Al retornar a sus labores sentía que ese era su destino por encima de cualquier otro: el de servir a sus conciudadanos. Era inteligente pues sabía que la mejor manera de honrar a las generaciones venideras era conservando su integridad, su decencia y su lealtad a la patria. Cuánta falta hacen Cincinatos modernos que moderen los asuntos públicos en este país.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 658028

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx