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El delirio por controlar Internet

GENARO LOZANO

Los recientes actos de violencia y vandalismo que se han registrado en varias ciudades del Reino Unido han vuelto a revivir el debate sobre qué hacer con el Internet y las redes sociales cuando son usadas con fines de violencia o antidemocráticos. Tal debate se ha dado en diferentes años, en diferentes países y bajo distintos escenarios. El caso más reciente es el de la propuesta del Primer Ministro británico, David Cameron, de limitar el acceso a las redes sociales en Internet en caso de disturbios.

Esa propuesta no es nueva. La revuelta zapatista de 1994, que bajo la figura de Marcos atrajo la atención de miles de activistas de todo el mundo en parte gracias al Internet, fue calificada en su momento como la primera guerrilla cibernética por los cientos de sitios web que aparecieron con información "Desde algún lugar de la Selva Lacandona". El gobierno de Ernesto Zedillo en su momento intentó bajar esos sitios de la red, pero fue una batalla inútil: por cada sitio que se bajaba, aparecían dos nuevos.

Twitter: @genarolozano

Hace poco Hugo Chávez afirmó: "La Internet no puede ser una cosa libre donde se haga y se diga lo que quiera". Por ello, en diciembre del 2010 la Asamblea Nacional venezolana aprobó la llamada "Ley de Responsabilidad Social en Radio, Televisión y Medios Electrónicos" que obliga a los proveedores de Internet a monitorear los mensajes de sus usuarios desde entonces y a censurar mensajes que "desconozcan a las autoridades legítimas", pero falta por ver si en efecto una ley así se puede instrumentar.

Después vinieron Irán, en el 2009, y las revueltas del Medio Oriente en la primavera del 2011 y autores como Malcolm Gladwell y Evgeny Morozov ya han cuestionado lo que ellos llaman la "ciberutopía" de creer que las revoluciones de pueden armar a través de Facebook y Twitter, lo cierto es que a raíz de las protestas tanto Teherán como El Cairo intentaron controlar el Internet. El régimen de Ahmadinejad creó una policía cibernética y bombardeó a la población iraní en general con mensajes de texto por celular en los que les advertía sobre los riesgos de participar en las redes sociales. Por su lado, Hosni Mubarak bajó el switch del Internet un par de días en Egipto, pero en ambos casos los activistas encontraron una manera de volverse anónimos y de volver a colgarse a la red.

Y esto nos lleva hasta Inglaterra y sus disturbios. Dado que los participantes en los disturbios han utilizado servicios como BlackBerry Messenger y las redes sociales, el gobierno de David Cameron, que ha llamado estos disturbios como un momento de "colapso moral", ha propuesto limitar el uso de las redes sociales, lo que desató una serie de críticas dentro y fuera de Inglaterra en contra del ya de por sí impopular Primer Ministro.

Es un error gigantesco calificar las redes sociales y el Internet como peligrosos o dañinos para la sociedad. La tecnología es neutral y lo que varía es el uso que sus usuarios le dan.

En efecto, las redes sociales pueden ser usadas con fines prodemocráticos y para construir capital social, como por ejemplo cuando hay activistas que promueven la democracia, cuidan el voto en elecciones o promueven una reforma política. Por ello, incluso Hillary Clinton incluyó la defensa del Internet libre como un pilar de la política exterior de EU. Pero también esas redes pueden ser usadas con objetivos antidemocráticos.

Sin embargo, "el mal" no es el Internet ni el problema de fondo es la libertad en las redes sociales. El problema de fondo es un modelo educativo que no prepara bien a esos jóvenes que no encuentran trabajo y que después acampan en plazas. El problema son los sistemas políticos verticales que no representan a la ciudadanía. El problema es una policía represiva y abusadora de los derechos humanos. El verdadero "colapso moral" al que se refiere Cameron es el estancamiento de un modelo económico global que no ha logrado cerrar la brecha de la desigualdad entre ricos y pobres, sino sólo ensancharla en casi todo el mundo.

En resumen, el delirio por controlar el Internet es una tarea inútil y casi imposible. Y aunque algunos países como China, Cuba, Irán y Corea del Norte han logrado limitar el acceso a Internet, la verdad es que lo que existe en esos países no es Internet sino una triste parodia. Como menciona Evgeny Morozov en su libro "The Net Delusion: The Dark Side of Internet Freedom", al final del día, cada vez que en alguna democracia occidental se baraja la posibilidad de limitar el Internet, los dictadores del mundo son los únicos que sonríen.

Politólogo e Internacionalista

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