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Del cantinflismo al moralismo

DIEGO PETERSEN

Cantinflear, Verbo. Neologismo usado en Cuba y México. Según la Real Academia de la Lengua Española, cantinflear es "hablar de forma disparatada e incongruente y sin decir nada".

Se dice fácil, pero ningún otro cómico, actor o personaje mexicano ha logrado convertir su nombre en verbo. Nadie dice, por ejemplo, lopezportillear como sinónimo de echar un rollo eterno y aburrido; Pejear como acción y efecto de insultar a otro con todo respeto; juanescutiar como acto de enredarse en la bandera y tirarse al vacío; jamaiquear, en lugar de extrañar los chiles jalapeños en el extranjero; calderonear por terquear; emiliar por mentar madres; peñanetear por copetear; foxiar para referirse a aquellos que se casan con el problema el lugar de resolverlo (y para colmo lo hacen en el mero día de su cumpleaños); sahagunear por mangonear; etcétera. Sin duda el mejor homenaje que se le ha hecho a Mario Moreno es "verbalizarlo", en el sentido más amplio del término: inmortalizarlo a través de la palabra.

Cantinflas es, en más de un sentido, una síntesis de la idiosincrasia mexicana del siglo XX. No sólo por los personajes que creó y que representaron en diversas formas a una clase popular con tendencia, ilusiones y frustraciones de clase media, que es en muchos sentidos la síntesis del siglo XX en nuestro país (el maestro, el policía, el portero, el barrendero, el ruletero, el padrecito) sino por los usos del lenguaje en los que todo puede significar nada o al contrario y al mismo tiempo nada significa lo que es ...y ahí está el detalle.

En este país, en el que por momentos parece un milagro que nos entendamos, porque se respeta menos a la gramática que a la Constitución, que ya es decir, Cantinflas pudo demostrar que el lenguaje y la comunicación están en otro lado, mucho más allá de la lengua y fuera de control de cualquier tipo de cultura dominante. Contrario a lo que se piensa, no es hablando bien como se entiende la gente.

Pero el rasgo más característico de Cantinflas, y en muchos sentidos el más chocante, es el moralismo. No hay película de Mario Moreno (salvo quizá La Vuelta el Mundo en 80 días) en la que no caiga, una y otra vez, en el cliché de una moral simplona y sumisa. Contrario al lenguaje cantinflesco, polisémico y revoltoso, la moral cantinfliana es unívoca, definitiva, clara y sobre todo sumisa. Lo contestatario en el uso de lenguaje nunca lo fue en su definición de bueno y malo, en su forma de reconocer, e imponer, lo correcto y lo incorrecto. Cantin- flas es una de las mejores expresiones del conservadurismo mexicano y el gran promotor del status quo como designio.

Nadie retrató al mexicano como Cantinflas, pero nadie lo etiquetó como él.

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