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Ventana de oportunidad

Armadoras. En 2009 el presidente deMéxico inauguró una armadora de tractocamiones de Saltillo.

Armadoras. En 2009 el presidente deMéxico inauguró una armadora de tractocamiones de Saltillo.

Raul Urteaga Trani

¿Cómo aprovechar que méxico se volvió atractivo para las automotrices japonesas?

La recomposición de la industria automotriz, resultante de la crisis financiera en el 2008, sin duda benefició a México con la llegada de nuevos proyectos automotrices. Los rescates financieros de General Motors y de Chrysler, por parte del gobierno de Barack Obama abrieron la puerta para que esas firmas obtuvieran de los sindicatos automotrices estadounidenses, si no concesiones explícitas, cuando menos que no se opusieran a sus planes de ahorro en costos y a trasladar producción a México, por ser éste el lugar más competitivo para la fabricación automotriz en Norteamérica.

Así, en los últimos tres años se han contabilizado entre los proyectos más importantes, el de ensamble del modelo 500 de Fiat en Toluca, la planta de motores de Volkswagen en Silao, la planta de motores de Chrysler en Saltillo (Derramadero), la reconversión de la planta de Ford en Cuautitlán que produce el modelo Fiesta, nuevas inversiones de Nissan en Aguascalientes y Cuernavaca, además de la llegada de decenas de firmas proveedores, y ampliaciones de otras ya establecidas.

La recomposición de la industria influyó también en las armadoras japonesas, europeas y coreanas que se dieron a la tarea de buscar sitios de producción altamente competitivos, principalmente entre países emergentes que experimentan un crecimiento dinámico de sus mercados. Por ello, la producción automotriz en China, Brasil, India, Rusia y México se ha incrementado considerablemente.

En el caso de México, la producción de vehículos llegó a más de dos millones doscientas mil unidades en el 2010, colocándose nuestro país como el noveno productor de automóviles, sólo detrás de España. Aunque en el caso mexicano lo más destacable es su comportamiento exportador, y no así su mercado interno para venta de nuevos vehículos. Por ello, cerca del 80 por ciento de la producción de vehículos en México se destina a los mercados de exportación de Norteamérica, Europa y Sudamérica.

Respecto de las firmas japonesas, nuestro país se volvió aún más atractivo. A la recomposición de la industria a nivel global, se sumaron en Japón, la constante apreciación del yen japonés frente al dólar y otras monedas que impactó y continúa afectando severamente a sus firmas exportadoras; los altos impuestos a las corporaciones; y, el desastre natural del terremoto y tsunami de marzo pasado que afectó a la cadena de suministro de partes automotrices con impacto en la producción de vehículos a nivel mundial.

Lo anterior influyó para que Mazda decidiera en el 2010 evaluar a México, Rusia, India y Brasil para la instalación de su complejo de producción de vehículos más importante fuera de Japón. En este proceso los países más atractivos fueron México y Brasil, éste ultimo un mercado tres y medio veces mayor que el mexicano en la venta de nuevos vehículos.

No obstante, nuestro país ganó la inversión de Mazda por varias razones:

Uno, la experiencia de fabricación automotriz que data de hace más de ocho décadas y sus exportaciones a mercados altamente demandantes de productos de calidad, como el de Estados Unidos, particularmente a partir de la implementación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

Dos, precisamente la red de tratados comerciales de México, incluido un acuerdo preferencial con Brasil para el sector automotriz, que permitirá a Mazda exportar vehículos producidos en Salamanca, Guanajuato a los mercados norteamericano, europeo (27 países), sudamericano, pero especialmente a Brasil, así como a Japón.

Tres, por la logística de producción, apoyada por agrupamientos consolidados de firmas de autopartes, pero también por sistemas de transporte y conectividad tanto hacia y desde los puertos marítimos mexicanos como con la frontera con Estados Unidos.

Y cuatro, la exitosa experiencia de las armadoras japonesas y sus más de cien firmas proveedoras instaladas en México que avalaron la competitividad mexicana por su mano de obra, calidad en la producción y costos competitivos.

La inversión de Mazda anunciada en junio para establecerse en Salamanca, destinará 500 millones de dólares entre este año y el 2013 para la construcción de sus plantas de ensamble, de motores y de estampado para la producción de 140 mil vehículos anuales que empleará a tres mil técnicos e ingenieros. Otra cantidad similar se invertirá en el montaje de las plataformas de producción que utilizarán la tecnología más avanzada, esto sin cuantificar inversiones adicionales por la llegada de nuevas firmas de proveeduría.

A la inversión de Mazda se sumará este mismo año el nuevo proyecto de Honda con una inversión superior a la de la primera firma, así como en el número de unidades a producirse anualmente, y que se instalará también en el estado de Guanajuato.

Las nuevas inversiones de Mazda y de Honda, pero también las ampliaciones de Nissan, y hasta la posible instalación de una nueva planta de Toyota, han resultado en un flujo creciente de firmas de proveeduría con planes de producción en México. Entre el 2010 y el 2014 estarán instalándose en México decenas de firmas japonesas, incluidas expansiones de plantas existentes, como la de empresa Jatco en Aguascalientes, que amplió el año pasado su producción de transmisiones automáticas a 800 mil unidades anuales.

Todo lo anterior significa una gran ventana de oportunidad para aquellas regiones y estados que oferten exitosamente sus ventajas competitivas, incluida su infraestructura, tanto física como social, su mano de obra, así como sus incentivos. La competencia entre entidades federativas se da, destacando, además de una promoción permanente, la implementación de programas donde gobiernos estatales y municipales, sector privado local e instituciones educativas coordinan esfuerzos y recursos para lograr la atracción de inversiones. Las armadoras y firmas de autopartes buscan ante todo reducir costos, y por ende el desarrollo de la proveeduría local es clave también.

La fórmula de éxito es precisamente la coordinación interinstitucional liderada por los gobiernos estatales (secretarías de desarrollo económico), creando así flujos permanentes de comunicación entre actores relevantes a nivel local, y que además sirve para desarrollar, con la oportunidad debida, la infraestructura industrial y equipamiento necesarios que los inversionistas demandan, variables, que junto con los incentivos y la actuación propositiva del sector privado en las ciudades, son fundamentales en la creación de las condiciones idóneas para la atracción de inversiones.

El autor es director del Acuerdo de Asociación Económica México-Japón.

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