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Christine Lagarde, primera mujer al frente del FMI

EFE

La francesa Christine Lagarde, elegida hoy para sustituir a su dimitido compatriota Dominique Strauss-Kahn como directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), será la primera mujer que lleve las riendas de la institución.

Al anunciar su designación al puesto al que también postulaba el gobernador del Banco Central de México, Agustín Carstens, el Consejo Ejecutivo del FMI, integrado por 24 miembros que representan a los 187 países de la entidad, señaló que los dos candidatos estaban "bien cualificados", pero que el objetivo era seleccionar a uno "por consenso".

En su primera declaración, Lagarde, ministra de Economía y Finanzas de Francia desde 2007, dijo, a través de Twitter, que consideraba "un honor" haber sido elegida para dirigir el FMI y aseguró estar encantada de que el consejo ejecutivo le haya confiado el cargo.

El nombramiento de Largade perpetua el monopolio europeo al frente del Fondo, que ha estado liderado por un representante del Viejo Continente desde su creación hace más de seis décadas.

Lagarde entró en la carrera con ventaja por contar con el apoyo de la Unión Europea, que tiene más de una tercera parte del poder de voto en el FMI, por su sólida carrera profesional y su solvencia en el G20 y por la gestión de la crisis del euro.

Pocas horas antes de la elección, Estados Unidos manifestó su apoyo a la ministra francesa, lo mismo que hicieron Rusia y Brasil.

La llegada de Lagarde al FMI supone para ella una vuelta a Estados Unidos, donde trabajó durante años en el bufete Baker&McKenzie.

En 1981 empezó a trabajar como abogada asociada en la delegación parisina de la firma. En 1995, se convirtió en miembro del comité ejecutivo mundial de dicho despacho de abogados. Cuatro años más tarde asumió su presidencia.

En 2004 pasó a dirigir el comité estratégico mundial del despacho, que abandonó un año después para entrar en el Gobierno del entonces presidente francés, Jacques Chirac, como ministra delegada de Comercio Exterior.

"Dejé hace seis años y medio mi feliz vida profesional estadounidense para ponerme al servicio del país", dijo a mediados del pasado mes de mayo para dejar claras sus motivaciones a la hora de incorporarse a la vida política.

Con esa declaración, Lagarde buscaba también alejarse de un asunto que amenaza con manchar su currículum: el supuesto abuso de autoridad cometido en la indemnización al empresario Bernard Tapie por la venta de Adidas en 1992; la Justicia gala decidirá el 8 de julio si abre una investigación.

Con 55 años, abogada de profesión, divorciada y madre de dos hijos, Lagarde es la primera mujer que accede a la dirección del FMI, igual que en su día fue la primera ministra de Economía y Finanzas de un Estado miembro del grupo de los siete países más industrializados (G7).

A ese puesto llegó en junio de 2007 tras un breve paso por la cartera de Agricultura y Pesca a principios del mandato del presidente Nicolas Sarkozy, y sus defensores subrayan su longevidad en un departamento, el de Finanzas, que en los siete años precedentes vio pasar a varios titulares.

Lagarde, que tiene un perfecto dominio del inglés, se sumaba a un creciente club de "mujeres poderosas", como la canciller alemana, Angela Merkel, y la jefa de la diplomacia estadounidense, Hillary Clinton.

En 2009, Lagarde ocupó el puesto 17 en la lista de las mujeres más poderosas del planeta elaborada por la revista "Forbes" y el quinto de entre las mujeres de negocio europeas en la clasificación que hace el Wall Street Journal.

Además recibió ese mismo año el título de mejor ministra de Finanzas de la UE concedido por el Financial Times.

Ella misma, cuando el pasado jueves enumeró los puntos fuertes de su candidatura al FMI, no dudo en destacar que ser mujer es uno de ellos.

"Me presento ante ustedes como una mujer con la esperanza de contribuir a la diversidad y equilibrio de esta institución", dijo ante los 24 miembros del consejo ejecutivo del FMI la ya designada primera directora gerente de la institución.

Famosa por su discreta elegancia y su debilidad por los pañuelos de seda y los trajes de Chanel, Lagarde, de 1,80 de estatura y de complexión atlética, no cree en la imposición de cuotas para lograr un mayor equilibrio entre ambos géneros, pero sí considera esencial que haya más mujeres en puestos de máxima responsabilidad.

De ahí que defienda una mayor presencia femenina, que considera positiva siempre y cuando las mujeres "acepten ser ellas mismas y no se dediquen a los juegos de chicos", según explicó en mayo a la columnista del diario The New York Times Maureen Dowd.

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Escrito en: carstens FMI

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