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Cómo saber si tu niño tiene un Trastorno de Déficit de Atención

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Miriam Barker

¡Bájate de la mesa!, ¡cuidado con el lápiz!, ¿otro reporte?, ¿ya lo perdiste de nuevo?... Estas son algunas de las múltiples quejas existentes por padres y maestros ante la presencia de un niño nombrado por la etiqueta de hiperactivo, sin embargo ¿realmente lo será?

Actualmente el término de hiperactividad se ha utilizado indiscriminadamente por padres y maestros para definir al niño inquieto, que rompe reglas y que es de difícil control en el salón de clases y en la casa, sin embargo pocos de estos niños realmente son hiperactivos, en su mayoría, el conflicto precede a la falta de límites y una autoridad permisiva. Pero, ¿cómo podremos definir la presencia de un trastorno de déficit de atención con un problema de reglas?

La Asociación Psiquiátrica Americana (1994) reconoce el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), el cual se caracteriza por ser un patrón persistente de desatención y/o hiperactividad–impulsividad, cuya presencia se detecta antes de los siete años de edad, las alteraciones provocadas por los síntomas se presentan como mínimo en dos ambientes, afectando la actividad social, académica y laboral, no pudiendo ser explicados por la presencia de un trastorno mental o en el transcurso de un trastorno de desarrollo, esquizofrenia u otro trastorno psicótico. Por su parte la Organización Mundial de la Salud (1992) hace mención a los trastornos hipercinéticos, siendo los rasgos principales el déficit de atención y la hiperactividad, los que se deben manifestar en más de una situación, y que producen relaciones sociales desinhibidas, comportamiento antisocial y baja autoestima.

La psicologa, Eva Eloísa Albores Zatarain, nos explica que existen tres tipos de Trastorno de Déficit de Atención:

• Tipo combinado: Indica que debe haber existido por lo menos en un periodo de seis meses síntomas de desatención, exceso de actividad (hiperactividad) e impulsividad (reaccionar de forma inmediata sin prever las consecuencias de los actos). En este caso pareciera que el niño o la niña nunca se cansan y por más actividad que se desempeñen siempre están listos para más y más actividad.

• Tipo con predominio del déficit de atención: Se diagnostica al niño con el subtipo de déficit de atención, cuando por lo menos durante seis meses el conflicto base del niño se enfoca en la dificultad marcada por concentrarse en un estimulo determinado y esto afecta en las áreas importantes de su vida como lo es la escuela (principalmente) y la casa.

• Tipo predominio con impulsividad: En este subtipo en el comportamiento del niño o la niña predomina un exceso de actividad combinada con la falta de previsión de las consecuencias que puede traer sus actos. Tal vez de todos estos tipos es el más peligroso, ya que el niño puede ponerse en riesgo así mismo y a los demás sin darse cuenta.

En la actualidad existen innumerables estudios e investigaciones sobre el TDAH; entre las tendencias de mayor aceptación proponen que el TDAH tiene un desbalance bioquímico o niveles bajos de neurotransmisores que controlan el sistema de atención, el cual se debe a una disfunción o deficiencia en la maduración cerebral. De esta manera, como padres o maestros requerimos comprender que por más que hablemos, señalemos o gritemos a nuestros hijos o alumnos ¡Ya por favor!, esto se sale de su control, pues responde a una falla o deficiencia orgánica no relacionada con la voluntad.

Si bien es cierto, este padecimiento puede ser reconocido como multifactorial ya que se encuentran involucrados los factores neurológico, genético, prenatal y la influencia del medio ambiente; requiere entonces de una atención especializada que podrá definir la existencia de la problemática, la necesidad de la medicación (en caso de ser necesario, ya que se habla de deficiencias orgánicas) y la orientación de padres o maestros para el manejo adecuado, así como el entrenamiento del niño para comprender su problemática. Debido a que este padecimiento es poco tolerado por adultos y compañeros, el niño con déficit de atención con hiperactividad tiende a ser señalado, relegado y etiquetado, siendo factores que impactan directamente en su autoestima.

¿Cómo saber cuando se trata de un niño inquieto o uno con déficit de atención con hiperactividad?

• El niño hiperactivo, por más que intenta erradicar la conducta negativa o el exceso de actividad no lo logra, existe preocupación por no lograrlo.

• Pierde constantemente los útiles escolares (de un día a otro).

• Es torpe para realizar las tareas.

• No existe maldad en sus actos.

• El niño hiperactivo no logra retener más de dos instrucciones al mismo tiempo.

• No mide su fuerza, ni las consecuencias de sus actos.

• Con el más mínimo detalle y/o ruido pierde la atención, aun y cuando el estimulo que demandaba su atención era interesante para el niño(a).

• Dificultad para tener amigos, ya que por la misma impulsividad desespera a sus compañeros de escuela y en consecuencia lo relegan.

• La hiperactividad no está peleada con la inteligencia, los niños hiperactivos son inteligentes, sin embargo, se les complica contestar exámenes porque se desesperan o pierden la atención, cometiendo errores sin sentido (dejar de contestar parte de un examen, por ejemplo justificando que se le olvido o no lo vio).

Resulta de vital importancia acudir a un especialista para que descarte la presencia del Trastorno de Déficit de Atención, con el apoyo de un neurólogo, psiquiatra infantil, psicólogo, y/o pedagogo. Sin embargo, si su hijo presenta TDA, es importante que esté bien informado sobre dicho padecimiento y así comprender mejor a su hijo; es decir, al momento de dar una instrucción proporciona una indicación a la vez para evitar que la olvide.

Enséñelo a repasar metódicamente lo que se la ha solicitado, los niños con TDA requieren de estructura y actividades sistemáticas; establezca una rutina, lleve a cabo un calendario de actividades cotidianas; conozca las limitaciones de su hijo, permítale tener una válvula de escape, es decir, tiempo fuera, si la actividad ha sobrepasado los límites, pídale que salga a tomar el aire y despejarse, posteriormente vuélvalo a integrar a las actividades que solicitó, establezca límites y utilice esquemas para explicar la teoría.

Lo más importante es comprender que la situación por la que atraviesa su hijo no depende de las ganas o voluntad de sí mismo, sino que responde a un padecimiento orgánico y por dicha razón requiere de toda su atención, amor, comprensión y paciencia. El ser padre de familia implica la aceptación a través del amor y la paciencia, mientras que de usted depende la voluntad de comprender a su hijo.

Fuente: Eva Eloísa Albores Zatarain, Psicóloga

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