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A 100 años de la matanza de chinos

EL HIJO DEL CORONEL GILBERTO RODRÍGUEZ CUENTA LA HISTORIA

Recuerdos. Al paso de los años, los descendientes de los combatientes en la lucha de la Revolución muestran con orgullo su historia.

Recuerdos. Al paso de los años, los descendientes de los combatientes en la lucha de la Revolución muestran con orgullo su historia.

SANDRA SILVA

Al paso de los años se han escuchado grandes relatos sobre la Revolución Mexicana, unos cuentan la historia de los libros de texto y de otras bibliografías; otros más cuentan las vivencias que pasaron sus padres y hasta abuelos que vivieron en esta época de grandes cambios.

 GRANDES VIVENCIAS

Contrario a las versiones de historiadores que relatan que la "Matanza de los Chinos" de 1911 fue un hecho de genocidio o masacre, existen otras que establecen que fue una batalla en la que la comunidad china estaba armada cuando las fuerzas maderistas llegaron a Torreón.

El coronel Gilberto Rodríguez Carlos, siendo soldado raso, guió a los maderistas desde Mapimí y La Zarca, Durango, a Torreón el 14 de mayo de 1911.

Arturo Rodríguez Rodarte, hijo del coronel, explicó que su padre le platicaba que cuando ellos llegaron a Torreón, la comunidad china ya estaba atrincherada en las azoteas de las casas comerciales y del Banco Chino, los cuales se ubican frente a la Plaza de Armas.

La sorpresa de los maderistas fue que los chinos los recibieron a balazos que les habían sido proporcionados por las fuerzas Federales que encabezaba el general Lojero, quien mintió a los chinos diciéndoles que serían robados y atacados por las fuerzas comandadas por Jesús Agustín Castro.

Al ver este recibimiento, los llamados "revolucionarios maderistas" repelieron el ataque, como lo detalló en un escrito el coronel Rodríguez Carlos.

"Recuerdo que el día 15 de mayo cayó un aguacero y con la sangre de mis compañeros revolucionarios que murieron en este ataque se hicieron ríos rojos por las calles de Torreón", recordó el coronel Rodríguez en su relato.

También señaló que él resultó herido en un pie cuando los chinos los atacaban desde las azoteas.

El 20 de mayo, Francisco I. Madero pasó por Torreón y ordenó a J. Agustín Castro que despidiera a todos sus combatientes y que les diera 40 pesos como recompensa por su ayuda.

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