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BANXICO Y LA APRECIACIÓN DEL PESO

POR SALVADOR KALIFA

El régimen de flotación libre en nuestro país tiene la peculiaridad de que Banco de México (Banxico) interviene continuamente en el mercado cambiario.

Para ello se reserva el manejo directo de las divisas que operan Pemex y el Gobierno Federal, así como ha establecido diferentes esquemas de compra y venta de dólares, hasta llegar a los que se aplicaron antes, durante y después de que estalló la crisis financiera global de octubre de 2008.

Por ejemplo, la inestabilidad de los mercados financieros a fines de 2008 y durante 2009 propició una intervención muy activa de Banxico, que en un lapso de doce meses vendió más de 30 mil millones de dólares en defensa del peso.

En cambio, cuando la cotización del dólar se ubicó por debajo de los 13 pesos, nuestras autoridades primero anunciaron opciones de compra de hasta 600 millones de dólares mensuales y, luego, la suspensión a partir del 12 de abril del año pasado de la subasta diaria para vender dólares.

El precio de la divisa estadounidense se ubica en estos días alrededor de 11.60 pesos y hay diversos analistas que lo colocan cerca de 11 pesos para fin de año. Esto crea un dilema de política pública para el banco central, ya que la apreciación del peso no es bien vista por los exportadores y empresas que compiten con las importaciones.

Por un lado, si deja que la apreciación del peso continúe hasta donde la lleven los mercados, se robustecería la lucha contra la inflación interna, pero perjudicaría a diversos sectores productivos del país, más aún si el fortalecimiento del peso no se finca sobre cambios fundamentales en la economía.

Por otro lado, puede optar, como lo han intentado otros países, por políticas que atenúen esa apreciación. Lamentablemente, la experiencia muestra claramente que esas medidas (impuestos, controles de cambios, compra de divisas) pocas veces funcionan y, en cambio, pudieran en algunos casos exacerbar el panorama inflacionario interno.

La decisión no es fácil, y en gran parte depende de si esta apreciación refleja cambios estructurales que le dan un carácter más permanente, o si es fruto de factores pasajeros. En el primer caso quizá sería mejor dejar que operen las fuerzas del mercado, mientras que en el segundo pudiera ser más conveniente una mayor intervención oficial en la operación de divisas.

Los datos muestran que el fortalecimiento del peso desde el año pasado se debe, esencialmente, al aumento en la oferta de dólares por una política monetaria sumamente laxa de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos (EU), que apreció prácticamente todas las divisas, así como a una opinión favorable de los analistas financieros sobre México.

La decisión de la Fed de continuar con el relajamiento cuantitativo durante la primera parte de este año sólo vino a confirmar esa tendencia. Lo mismo ha hecho el alza del precio del petróleo, que hace aún más atractiva la inversión financiera en nuestro país.

No nos extrañe, en consecuencia, que mientras siga alto el precio del crudo, no cambie de dirección la política monetaria de EU u ocurra algún problema serio con la deuda soberana de los países débiles de la eurozona, veamos un fortalecimiento adicional de las monedas de las economías emergentes, entre las que se encuentra el peso.

Ahora bien, es importante estar conscientes que esa apreciación y la que pudiera mostrar el peso en las semanas y meses siguientes se debe a los flujos de capital financiero, que por su propia naturaleza son volátiles, y no a mejoras sustanciales en la productividad de los factores productivos en el país.

En consecuencia, una cotización del dólar entre 11 y 12 pesos no durará mucho tiempo. No obstante, considero que nuestras autoridades, por presiones internas y sus inclinaciones intervencionistas, no dejarán el destino del peso en manos de los mercados financieros, ni esperarán a que éstos se encarguen de depreciarlo nuevamente cuando suban las tasas de interés en Estados Unidos.

¿Cuál será, entonces, la forma de intervención de Banxico en el mercado cambiario?

Algunos grupos han propuesto una reducción de las tasas de interés con el fin de disminuir el atractivo de nuestro país para los inversionistas financieros, pero me parece que Banxico no tomará ese camino, porque sabe que una acción de esa naturaleza pudiera exacerbar en el corto plazo las presiones inflacionarias que, además, se espera repunten, junto con las tasas de interés, hacia fines de año.

Me parece, más bien, que si el peso sigue apreciándose Banxico pudiera optar por aumentar la compra de dólares para acumular más reservas, con la esperanza de que eso aminore los daños que causa la apreciación de nuestra moneda a las empresas exportadoras y atenuar, en su momento, las repercusiones negativas sobre la economía de una reversión de los flujos de capital.

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