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Inoportuna muerte presidencial

Plaza pública

MIGUEL ÁNGEL GRANADOS CHAPA

 J Usto cuando está por discutirse una reforma al Artículo 84 constitucional, que dispone el mecanismo para sustituir al titular del Ejecutivo en caso de falta definitiva, está empezando a circular la primera novela de Alfredo Acle Tomasini La inoportuna muerte del Presidente.

Es una narración bien estructurada, con capacidad para crear ansiedad (suspense se decía antes, cuando se consideraba de buen tono acudir a palabras francesas) por prever o adivinar el rumbo del relato, que puede no desembocar en el desenlace más previsible. La muerte del mandatario que, sin tener siquiera nombre propio es uno de los protagonistas de la novela, es inoportuna porque ocurre en las inmediaciones -no se sabe con precisión la hora, sino muy adelante en la narración- del día que parte en dos un sexenio para efectos del reemplazo presidencial. Como bien se sabe, la determinación constitucional distingue, para resolver la sucesión presidencial, entre dos momentos, si la falta del Ejecutivo ocurre en los dos primeros años del mandato o en los cuatro siguientes. En el primer caso la falta presidencial se remedia con la designación por el Congreso de un presidente interino, que de inmediato convocará a elecciones. En el segundo caso, el propio poder Legislativo nombra a un sustituto, que termina el periodo. El Artículo 84 también prevé qué pasa si el Congreso está en sesiones o no lo está. En este segundo caso es debido designar a un presidente provisional mientras se reúnen las cámaras, que después actúan conforme a las hipótesis principales.

Aunque el autor consultó "como material de referencia" un trabajo de Diego Valadés sobre La sustitución presidencial en México y el derecho comparado, su novela no se entretiene en consideraciones jurídicas sobre la materia. Es una novela policiaca, un thriller político, suscitador de emociones y de pendientes que demoran en ser resueltos, para acrecentar la tensión de los lectores. Pertenece a la esfera política, más que del derecho, determinar la hora del fallecimiento presidencial, pues ocurrió justo en el día en que produce el parteaguas indicado por la Constitución, el primero de diciembre del año en que se iniciaría su tercer año de Gobierno. Pero cuando un cabo del Estado mayor entra en su habitación para despertarlo como todos los días, el innominado, que no innombrable presidente no responde al requerimiento castrense. Murió horas antes. De cuántas hayan sido dependerá el desenlace del crecientemente complejo relato.

El cabo informa del suceso al jefe del Estado Mayor, el general Pascual Guajardo, quien a su vez lo comunica al secretario particular del presidente, llamado Axcaná Guzmán, en una suerte de guiño u homenaje instantáneo al autor de La sombra del caudillo, la novela de Martín Luis Guzmán que narra un conflicto en torno a la silla presidencial, si bien en términos diferentes. El personaje principal de La sombra se llama Axcaná González y es, como el propio autor lo comenta a quien le pregunta por el origen de su nombre, el alter ego, el heterónimo de Guzmán mismo.

Es el único nombre que obedece a una clave identificable. Perderá su tiempo el lector que quiera saber sobre qué persona real se configuraron los retratos del doctor Santiago Ornelas, presidente de la Suprema Corte, el secretario de Gobernación Arzamendi, los de la Defensa y Marina, general Gutiérrez y almirante Lazcano, Rafael Ledesma, líder de la Cámara de diputados, así como el jefe de asesores Joaquín Benavides y el subsecretario de Hacienda Jaime Lascuráin, a los que el secretario particular convoca para informarles del deceso y asumir las primeras decisiones.

El tiempo en que transcurre la acción es de sólo siete horas, entre las seis de la mañana en que Axcaná se impone del suceso y la una de la tarde en que en términos sorprendentes concluye el episodio al dar a conocer a la prensa lo acontecido. En paralelo a la trama que ocurre en Los Pinos durante ese lapso se desenvuelven dos conspiraciones que complican la narración para generar una mayor tensión y densidad literaria.

Figuran también en la escena el doctor Peralta, médico militar que atiende al presidente, y su hija Sofía, cuyo desencanto por la política antecedió al del propio presidente, que el día de su segundo informe, en septiembre anterior a su muerte anunció que renunciaba a su militancia partidista e instó a los legisladores que confiaran en él a hacer lo mismo. Se había convencido de que era prisionero de las combinaciones partidarias, que lo habían hecho abandonar su visión inicial del gobierno, y se proponía recuperarla. Un grupo de poder, compuesto por empresarios y políticos (los líderes de ambas cámaras y una gobernadora, entre otros) encabezado por el magnate Ramiro Castillo, se alarmaron ante el giro que la actitud presidencial amenazaba imponer a la vida pública y se concertaron para impedirlo.

Quienes antes de la publicación de esta novela conocieron el trabajo de Acle Tomasini se sorprenden de la distancia entre un estilo y otro, aunque sea obvio que no pueda narrarse una historia con la rigidez verbal de quien habla de los Retos y riesgos de la calidad total. Economista posgraduado en la Universidad de Manchester, actualmente coordina la Unidad de estudios aplicados del CIDE. Cobró renombre en la administración pública como director general del consorcio minero Benito Juárez Peña Colorada, sobre cuya experiencia escribió Planeación estratégica y control total de calidad. Un caso real hecho en México.

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