Siglo Nuevo

El secreto encendido de Annette Messager

ARTE

Casino, 2005.

Casino, 2005.

Miguel Canseco

Annette Messager es una de las artistas contemporáneas más importantes. Sus piezas aportan una visión compleja, barroca y llena de vericuetos que conducen al universo de los sueños y el inconsciente. Lo invitamos a dar un paseo por la obra de esta creativa francesa.

LA REALIDAD EN LLAMAS

¿Que pasaría si pudiéramos disociarnos de todas nuestras pertenencias, imaginar que son de otra persona, que es la primera vez que entramos a esa habitación (la nuestra)? ¿Qué veríamos? Pedazos de una vida, objetos que evocan la fragilidad de un ser humano, fragmentos que cuentan un relato de sus obsesiones e ideas. Contemplando la vida propia como se mira una isla desde una lejana bahía, podríamos descubrir que no existe lo cotidiano, que aun los objetos más banales están cargados de significado. Con esta reflexión podemos empezar a escudriñar en la obra y la muy personal forma de expresión de Annette Messager.

Nacida en 1943 en Berk-sur-Mer, al norte de Francia, Annette descubrió el arte a través de su padre, arquitecto y pintor. A los 18 años ganó el primer premio en una competencia internacional convocada por Kodak. Entre 1962 y 1966 se matriculó en la Escuela Nacional Superior de Artes Decorativas en París, la cual finalmente abandonó después de darse cuenta de que pasaba más tiempo en las salas de museos y en el cine que en las aulas. Y es que un artista no siempre puede ser encasillado en un programa de estudios. Así, Messager creció al margen de cualquier institución académica. En un ambiente efervescente como el de los años sesenta, cuando las estructuras de pensamiento estaban siendo seriamente cuestionadas, la joven optó por seguir su instinto y vivir las mareas de cambio de su tiempo. En 1964 viajó por varios países de Asia y Medio Oriente. Obtenía ingresos vendiendo ropa confeccionada por ella misma.

Del movimiento social de 1968 heredó la revaloración de la cultura popular como medio expresivo y como objeto de análisis que revela las relaciones de poder. El feminismo y el replanteamiento del papel de la mujer en la sociedad calaron hondo en ella. Messager descubrió que el ‘gran arte’ no es otra cosa que la Historia narrada por hombres, y que el mundo interno femenino era un terreno no explorado dentro de las artes visuales.

Los artistas de los sesenta se internaron en la veta de los relatos íntimos, encontrando en los elementos autobiográficos un mosaico de mitologías personales que hablan tanto del individuo como de su entorno y su tiempo. Messager se vio influenciada por esta corriente y también asimiló la obra del galo Jean Dubuffet, que con el art brut integró a la expresión plástica los productos visuales generados al margen del concepto tradicional de cultura (como pueden ser los dibujos de los esquizofrénicos y las pinturas infantiles). A este cruce de información Annette agregó su fascinación por los recortes de revistas y la vida de las calles, donde se gesta su metodología de trabajo y sus obsesiones toman forma.

HÍBRIDOS, TEJIDOS Y SUEÑOS

Para 1971 Messager exhibía su primer trabajo en la galería Germain, con un sello profundamente personal: Los pensionados, una colección de aves disecadas vestidas con ropa de lana y en algunos casos con cabezas de muñecos de peluche. Los híbridos causaron un fuerte impacto en la escena del arte europeo. Las aves intervenidas con peluche acentúan su carácter de siniestros trofeos, en tanto que los juguetes infantiles se tornan intimidantes y oscuros. Pero, ¿acaso no ocurren esas mezclas insólitas en la mente de un niño? Todo sucede en la fantasía infantil; sin embargo cuando ésta se materializa deja de ser inocente y se convierte en amenaza. Esa transmutación de lo cotidiano a lo onírico que lleva a una sensación de alienación e incertidumbre, ubica a Messager como una creadora con una voz propia.

A partir de la citada exposición, Annette dejó su trabajo como diseñadora de ropa y se integró de lleno a la producción artística. En los años setenta empleó extensivamente el bordado y los juguetes como piezas centrales de su creación.

La madurez llegó en los años ochenta y noventa, cuando su trabajo se tornó tan complejo como poético. Es importante destacar que la nativa de Berk-sur-Mer es pareja del extraordinario artista Christian Boltanski (París, 1944) quien igualmente indaga sobre la memoria y el poder evocador de las imágenes. Una frase de Boltanski arroja luz no sólo con respecto a sí mismo, sino también sobre el quehacer creativo de su esposa: “Comencé a trabajar como artista cuando me convertí en adulto, cuando comprendí que mi infancia había terminado y estaba muerta. Creo que todos tenemos un niño muerto dentro de nosotros”. A esta perspectiva sombría podemos agregar, en el caso de Messager, una visión femenina que hace posible la transmutación de lo inofensivo en insondable, de lo tierno a lo cruel, de lo banal a lo mortuorio.

Para 1995 el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) y el Museo del Condado de Los Ángeles (LACMA) organizaron las primeras muestras de Messager en América (durante 2010 pudo apreciarse una muy completa retrospectiva en el MARCO de Monterrey, la primera en México). En 2005 la francesa obtuvo el León de Oro de la Bienal de Venecia por su instalación en torno a Pinocho, personaje que ha retomado en diversas ocasiones presentándolo como una perturbadora figura que revela el mundo de los miedos infantiles, planteando así un fuerte cuestionamiento: ¿es posible que los adultos usemos el término ‘inocencia’ para negar las sombras que acosan al ser humano desde el inicio de la vida?

LA MUJER Y LAS MARIONETAS

Mas allá de su análisis de las potencias emocionales desatadas por el juego y la fantasía, Annette no pierde de vista los roles de género y su papel en el arte. En Mi colección de proverbios, de 1974, cosió sobre cuadros de tela varios dichos populares franceses, todos relativos a las mujeres, por ejemplo: Quand la fille naît, même les murs pleurent (‘cuando nace una niña, hasta los muros lloran’). El desprecio al género femenino y su desvalorización quedan sellados en una obra de arte realizada con un medio artesanal, el tejido, que tradicionalmente se adjudica a la mujer. En contexto, contenido y forma, este trabajo es un cáustico comentario sobre la misoginia.

En el mismo orden de ideas publicó una serie de close ups de las entrepiernas de varios hombres, subrayando el deseo femenino, tantas veces negado. Mas aún, dibujó genitales masculinos sobre la foto de una mujer desnuda, jugando así con el supuesto poder del falo. Todo oscila entre la crítica y la burla y se enmarca en un contexto onírico, donde decir ‘magia’ no remite a un hechizo encantado sino a un fetiche que taladra el subconsciente y presenta un espejo para los miedos cotidianos.

Otro elemento primordial en la producción de esta autora son las alusiones religiosas, sus juegos con los exvotos, sus continuas referencias a la santidad y los milagros, que en suma llevan a un sentimiento de angustia existencial. En Historia de los vestidos (1990) las prendas yacen en marcos con una etiqueta que despliega un vocablo aparentemente banal. Quedan pues como monumentos de ausencia que podrían hacer eco a los versos del mexicano Francisco Hernández: ¿Qué se hace con la ropa de los muertos? ¿Se tira a la basura como un mapa que no sirvió para encontrar tesoros? ¿Se llena de aserrín para espantar el hambre de los pájaros?

Esta sensación de incomodidad y melancolía es propia del arte cuando se manifiesta como invocación. En su instalación Mis pequeñas efigies (1988) Annette colocó sobre un muro muñecos de peluche acompañados por la foto de un fragmento del cuerpo humano, y situados junto a palabras escritas con crayola. Se mezclan así la religión, el cuerpo y los juguetes para golpear directamente el subconsciente del espectador.

En Rumor (2001), este término es formado por muñecos de peluche, en alusión al pequeño teatro de intrigas del que todos somos parte, como títeres y titiriteros a la vez. También las articulaciones de sus muñecos poseen una carga simbólica importante: en Articulado-desarticulado (2001-2002) mueve mecánicamente algunos muñecos colgados del techo mientras que otros quedan estáticos en una escena que hace pensar en cuerpos destrozados y reensamblados. Messager entiende la vida humana como la unión precaria de pedazos que eventualmente volverán a separarse.

Las palabras a manera de símbolos se manifiestan en piezas como Diversión (2008). Y si lo verbal es fundamental en su creación, es imprescindible subrayar un aspecto significativo de Annette: su silencio, su reticencia a explicar lo que hace. En una entrevista con Natasha Leoff, Messager entregó la clave de su trabajo: “Para mí, una obra de arte esta directamente conectada con el secreto. Los artistas no debemos mostrar mucho ni divulgarlo todo, sólo dar pequeñas pistas. El arte es un secreto compartido entre lo individual y lo colectivo”.

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