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El TOC llega sin avisar

Ideas parásitas que toman el control

El TOC llega sin avisar

El TOC llega sin avisar

Perla Graciano

Una mujer sana... esa es la apariencia que da Laura. Alta, delgada, cabello largo y negro. Viste pantalón de mezclilla, blusa blanca y sandalias. Tiene sólo 29 años de edad y padece Trastorno Obsesivo Compulsivo desde hace 18. Serena, me recibe en casa de sus padres y me invita a pasar a la recámara de su hermana, que alguna vez compartió con ella. Hace ya 2 años que se fue de su casa, pues siente que todo está contaminado, situación que ha ido controlando poco a poco hasta el punto de regresar eventualmente al lugar. Sin embargo, la idea aún persiste.

Me siento en la cama y dejo un espacio para que ella se siente a mi lado. Me dice que no puede sentarse ahí, y arrastra una silla desde el comedor. Una vez sentada, empieza a contarme el infierno que ha sufrido desde los 11 años de edad, cuando empezó a escuchar “una vocecita” que le ordenaba repetir situaciones, como tocar 2 ó 3 veces el mismo objeto, o al tropezarse por accidente, regresar y repetir el tropiezo 3 veces más.

Esta situación, de la cual hacían mofa sus amigas, se agravó cuando entró a la escuela secundaria, y un día al subir por un puente peatonal, tocó una flema que estaba en el pasamanos. “Entonces empecé a sentir obsesión por la limpieza. Todo lo relacionado con la escuela era para mí sucio. Fueron 3 años en que me lavaba las manos hasta 10 veces al día, me bañaba 3 veces, apartaba los uniformes y todo lo de la escuela, como si estuviera contaminado, era muy desgastante... pero de todos modos podía llevar cierta calidad de vida. Cuando salí de ahí, decidí no pasar jamás por ese lugar, situación difícil porque es una vía muy transitada. Me metí a una escuela muy lejos de ahí y pensé que todo había terminado, pero no fue así...”.

Malos inquilinos

“Las ideas obsesivas existen en todas las mentes”, explica el Doctor Fernando Buendía, especialista en Psiquiatría. “Pensamientos mágicos como: No pisar rayita, porque si la piso se muere mi papá... no pasar por debajo de la escalera, etc., o referente a dudas como revisar la puerta una y otra vez cuando sabes que ya está cerrada, o pensar que no se desconectó la plancha... Ideas que aparecen en cualquier persona y que la mayoría puede manejar”.

La mayoría de las personas tiene obsesiones, que de acuerdo a lo que nos explica el Doctor Buendía, son ideas recurrentes, parásitas e involuntarias que van en contra de lo que el sujeto piensa y que generan duda. Sin embargo, cuando estas ideas se salen de control y le generan angustia a la persona, es cuando se convierten en Trastorno Obsesivo Compulsivo, también conocido como TOC por sus iniciales.

En las personas con TOC, estas ideas van acompañadas de una compulsión, que se puede definir como actos mentales o conductuales que se realizan para aliviar la ansiedad que la idea genera.

“El trastorno obsesivo compulsivo es una falla genética, que se traduce en una hiperfunción de los lóbulos frontales. Hay un aumento de actividad en el área de prefrontales y hace que las personas no puedan discriminar las ideas importantes o primordiales de las ideas parásitas. Eso genera una tremenda actividad cerebral y hace que la persona tenga constantemente manifestaciones de tipo ansioso, y por ende también compulsiones”.

No se sabe específicamente si hay otros factores de riesgo, para la aparición del TOC, pero el Doctor Buendía señala que hay personas que empiezan desde la infancia con “tics”, movimientos repetitivos, también conocidos como enfermedad de Tourette. Estas personas en la edad adulta pueden desarrollar más fácilmente un Trastorno Obsesivo Compulsivo. “Puede ser que algún factor que genere ansiedad, algún estresor pueda generar la aparición o desencadenar la enfermedad, pero siempre sobre una predisposición genética”.

Esta enfermedad, pese a lo que muchos se pueden imaginar, es totalmente incapacitante, pues quien la padece invierte mucho tiempo en hacer rituales o compulsiones para quitarse la ansiedad que las ideas le producen. “Por ejemplo, una persona puede tardarse hasta 3 horas en el baño. Una hora para bañarse y otras dos para limpiar todo el baño, azulejo por azulejo porque piensa que todo está contaminado. Hay otros que se lavan las manos más de 600 veces al día... una infinidad de situaciones que reducen su calidad de vida”.

Sigue ahí

Laura cursó de manera normal su preparatoria, pero al entrar a la universidad, tuvo que volver a transitar por el lugar que le provocaba ansiedad. “Sin embargo, puede controlarlo, no sabía lo que era, por qué sentía todo eso... Nunca se lo platiqué a nadie, porque pensaba que no lo iban a entender, que sólo yo tenía estos pensamientos. Después supe que tenía un nombre: Trastorno Obsesivo Compulsivo, y que otras personas también lo padecían. Lloré al saber que no eral a única, y sentí mucho alivio...”.

Laura comunicó a su familia sobre su padecimiento. Ellos ya habían notado cierta conducta extraña, pero no la consideraban grave. “Creían que lo peor ya había pasado. Yo también. Todo iba bien, pensé que yo podía controlar la enfermedad, quería superar ese pequeño porcentaje que aún me quedaba, para cuando tuviera una familia, hijos... Nunca pensé que me fuera a agravar”.

La vida de Laura transcurrió de manera normal, hasta que un día, una película empezó a activar nuevamente sus pensamientos obsesivos. “Es una historia donde un señor intenta matar a su familia porque escucha voces que se lo ordenan. Al final dejan la casa, que se supone está poseída y no les pasa nada. Pero a mí me alteró demasiado. Empecé a sentir miedo de agredir a mi familia”.

Un año después de este ‘pre-detonante’, Laura visitó junto a otra persona, un lugar donde había visto 17 años atrás a un joven muerto. “Fui a llevar a mi perra al veterinario, pero recordé que ahí había visto un muchacho muerto. Estaba tapado, pero había sangre. La casa es diferente, remodelaron, es otro piso, pero yo empecé a sentir que mis zapatos se contaminaron y el pantalón que traía porque arrastraba un poco”.

Durante todo un año, trató de controlar estos nuevos pensamientos obsesivos, que se relacionaban con asesinatos, y la “contaminación” generada por ellos, pero en esta ocasión, no pudo conseguirlo. “Era urgente ir con un psiquiatra, porque necesitaba medicina para reducir la ansiedad. Era demasiado, yo ya no podía controlarlo. Yo pensé que podía yo sola y no. Yo ya no podía agarrar cosas de mi casa... creaba “cadenitas”: el pantalón lo aventé donde estaban más pantalones, los lavé juntos, lo aventé en un sillón y ya no me podía sentar ahí... sentía que todo estaba contaminado. Sentía que me iba a pasar algo a mí, a mi familia, no quería tener contacto y por eso me fui de mi casa”.

Incapacitante

“El Trastorno Obsesivo Compulsivo puede llegar a incapacitar completamente a una persona. Les impide estudiar, trabajar, tocar los objetos de su casa, incluso ponerse su propia ropa, por la aparición de ideas o el tiempo que invierten en rituales para desaparecerlas”, explica el Doctor Fernando Buendía.

Las ideas que atacan normalmente a las personas con TOC son: la duda, la contaminación y las obsesiones de tipo sacrílego. Sin embargo, hay toda una serie de pensamientos difíciles de controlar. “Puede aparecer uno primero, otro después. Cambian los sistemas, porque el cerebro es el que escoge. Hay gente que tiene miedo de tirar al bebé que trae en sus brazos, por ejemplo, entonces se resiste a la idea, piensa: ‘No, no, no, puedo hacer eso’, siente un gran tormento y viene la compulsión para aliviarla, que podría ser persignarse 3 veces”.

El doctor puntualiza que este trastorno genera mucho sufrimiento en quien lo padece, por lo que generalmente va ligado a la depresión. “La gente deja todo, se aísla, tiene muchos límites y lo peor es que no puede controlar estas ideas. Las reconoce como absurdas, pero no puede con ellas”.

Para las personas con TOC, se indican 2 tipos de tratamiento, uno con el Psiquiatra, quien prescribe medicamentos antidepresivos, o tranquilizantes ansiolíticos. Secundariamente se envía al paciente con un terapeuta cognitivo conductual, “Específicamente este tipo de terapia, porque es la que va dirigida a la percepción de la persona, sus ideas y cómo reacciona ante ellas”. El terapeuta cognitivo conductual, básicamente hace un inventario de las ideas irracionales y absurdas que posee la persona y luego empieza a combatirlas con mecanismos de pensamiento; entrena a la persona para que interponga imágenes y las ideas pierdan fuerza.

Como parte de la terapia cognitivo conductual, se incluye la llamada “exposición y prevención de la respuesta”, en donde el paciente se expone a las situaciones que tienen tendencia a estimular sus compulsiones (por ejemplo, ensuciarse sus manos). El terapeuta ayuda al paciente a afrontar esta situación y lo anima a no poner en marcha la compulsión.

El Doctor Buendía explica que la enfermedad tiene un pronóstico difícil. “La persona debe tratarse, si no la enfermedad va a persistir. Puede tener altas y bajas, puede ser que tenga remisiones pequeñas o exacerbaciones, pero no se va a curar espontáneamente. No se pueden controlar por sí mismas y les puede alterar por completo su vida”.

Aislamiento y recuperación

Laura tiene ya más de 2 años fuera de su casa. En el sufrimiento diario ha encontrado tanto incomprensión como apoyo. “Hay gente que no lo entiende, que me dice que es ‘psicológico’, que lo tengo porque quiero, que estoy exagerando o que lo puedo controlar. No comprenden que no puedo hacerlo”.

Su proceso de rehabilitación ha sido difícil. Sus planes se han pospuesto. “Me gradué de Ingeniería industrial y no he podido desarrollarme en mi carrera. También tenía planes de boda y no quiero casarme hasta que tenga una mejoría. Los médicos me dicen que he superado varias etapas de la enfermedad, la terapeuta me pone retos, por eso ya pude volver a entrar a esta casa, pero aún hay objetos que siento que están contaminados”.

Menciona que la terapeuta ha platicado con su familia para que tengan un mayor conocimiento de la enfermedad. “A mi hermano mayor le dijo que la ansiedad era como sentirse en una habitación de la cual no podías salir... y es verdad”.

Con el apoyo de su familia y de su pareja, Laura sigue adelante, en una lucha continua, minuto a minuto, contra su propia mente. Interponiendo imágenes, controlando rituales y con una gran esperanza de recuperar el tiempo perdido. “Sé que el TOC no se elimina completamente, pero espero recuperar la calidad de vida que perdí. Las personas que lo padecen deben informarse, buscar ayuda de inmediato. Sé que es genético, pero si yo lo hubiera hecho, este trastorno no estaría tan arraigado en mí”.

Información para combatir el TOC

La primer arma para mejorar el Trastorno Obsesivo Compulsivo es la información. Entender que es una enfermedad de tipo ansioso, frecuente, que se presenta en el uno por ciento de la población. Es indistinto para hombres o mujeres y en cualquier momento de la vida puede aparecer si se tiene la predisposición genética.

Las personas con TOC:

• Tienen pensamientos o imágenes repetidas sobre muchas cosas diferentes, como miedo a gérmenes, la suciedad o intrusos; violencia; herir a seres queridos; actos sexuales; conflictos con creencias religiosas; o higiene personal excesiva.

• Realizan los mismos rituales una y otra vez tales como lavarse las manos, abrir y cerrar puertas, contar, guardar artículos innecesarios, o repetir los mismos pasos una y otra vez.

• Tienen pensamientos y comportamientos indeseados que no pueden controlar.

• No obtienen placer de tales comportamientos o rituales, pero sienten un leve alivio de la ansiedad que estos pensamientos causan.

• Pasan por lo menos una hora al día con estos pensamientos o rituales, los cuales causan angustia e interfieren con sus vidas cotidianas.

FUENTE: National Institute of Mental Health (NIMH).

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