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Las lecciones de Chile

Periférico

LUIS GUILLERMO HERNÁNDEZ ARANDA

El rescate de 33 hombres en la mina de San José en Chile arroja grandes enseñanzas a México como país, y de manera más local a Coahuila.

Era predecible que el rescate de 33 mineros a 700 metros de profundidad reviviera la tragedia de Pasta de Conchos ocurrida en San Juan de Sabinas, Coahuila, el 19 de febrero de 2006 cuando murieron 65 personas.

Mientras que en Chile los mineros estaban a 700 metros de profundidad, en Coahuila estaban a 150 metros. Es cierto, las comparaciones resultan odiosas y un análisis de "bote pronto" nos lleva a cuestionarnos el porqué si en Pasta de Conchos no era tan profundo el túnel, no pudieron rescatar con vida a los mineros.

Al respecto el gobernador, Humberto Moreira, ha explicado que las condiciones eran distintas porque en Chile la mina era de oro y plata por lo que el riesgo era menor comparado a Pasta de Conchos donde la mina era de carbón, el cual produce gases tóxicos.

Sin embargo, esta explicación es cuestionada por algunas voces. Sobre todo porque la desgracia terminó politizándose, en gran parte por la negación de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social de aceptar su responsabilidad al no clausurar una mina que trabajaba sin las mínimas condiciones de seguridad.

Y es que la empresa Industrial Minera México, venía operando cuando menos, un año y ocho meses antes del siniestro en condiciones que ponían en riesgo la vida de sus trabajadores bajo la complacencia de las autoridades federales.

Pero más allá de cuestiones técnicas y pleitos con tintes políticos, lo cierto es que mientras en Chile todo un país se unió para rescatar a los mineros, en México el problema lo vivimos como una tragedia distante.

Tiene razón el obispo de Saltillo, Raúl Vera, cuando dice que en Chile empresarios y autoridades se unieron para resolver el problema, lo cual aquí no sucedió. Mientras que Humberto Moreira se desplazó el mismo 19 de febrero de 2006, día de la tragedia, a Pasta de Conchos para estar en el lugar de los hechos, el entonces presidente de la república, Vicente Fox, nunca visitó el lugar. En contraparte el presidente de Chile, Sebastián Piñera, prácticamente trasladó todos los poderes a San José.

La primera gran enseñanza es cómo un presidente de la república atiende una tragedia de estas dimensiones, y aquí podemos hablar sobre todo de actitud. Históricamente nuestras autoridades han sido insensibles a las tragedias humanas, pero esta insensibilidad parece que se ha agudizado en los sexenios panistas, donde es fácil calificar de "daños colaterales" la muerte de civiles como consecuencia de la guerra contra el narcotráfico. También es fácil decir que no hay dinero para apoyar a los damnificados cuando se gastan millones en festejos del Bicentenario.

Raúl Plascencia, presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, ha dicho al respecto que "es lamentable que México no haya emprendido el mismo esfuerzo para enfrentar con éxito el estallido en la mina Pasta de Conchos".

Pero no sólo falta actitud de las autoridades, sino que también hace falta una mayor participación de la sociedad civil para exigir resultados. ¿Cuántos mexicanos exigieron al gobierno de Fox que rescatara a los mineros?, vaya, ni siquiera los coahuilenses nos unimos completamente ante la tragedia.

El ver imágenes de todo el pueblo chileno festejando el rescate de sus compatriotas fue emocionante, pero al menos a mí también me generó tristeza, ya que en México sólo salimos a la calle a festejar los triunfos de la selección mexicana de futbol, los cuales tampoco son muchos.

Por ejemplo en Torreón, la sociedad no se ha unido para exigir un alto a la violencia. Las marchas han sido desairadas, al mismo tiempo que nadie exige transparencia en las finanzas públicas.

Mientras en Chile la tragedia motivó la solidaridad, en México tendemos a hacer chistes de ella. Prueba de lo anterior son los mails que circulan en la red con bromas acerca de los mineros. Preferimos perdernos en la burla en vez de asumir un rol protagónico como parte de una sociedad.

Insisto, el rescate de 33 mineros deja muchas enseñanzas, pero de nada servirá si seguimos perdidos en nuestra indolencia que, por cierto, muchos llaman valemadr...

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