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Jóvenes sufren desigualdad cultural

Escalando peldaños. Saner, de 29 años, es un artista urbano que ha buscado salir adelante.

Escalando peldaños. Saner, de 29 años, es un artista urbano que ha buscado salir adelante.

EL UNIVERSAL

Los jóvenes mexicanos carecen de espacios de expresión y de participación cultural en condiciones de igualdad. Frente a temas "urgentes" como salud, empleo y educación, la cultura -vital para la configuración de las identidades sociales- acaba en un segundo plano y es vista como adorno.

Para muchas políticas y legislaciones, los 29 millones de mexicanos jóvenes son seres incompletos "con más hormonas que neuronas"; para otros sectores, esta población resulta un buen negocio: al fin y al cabo ellos quieren aprender, son creativos y se les paga mal.

En México, este sector enfrenta una extrema desigualdad en cuanto a sus niveles de acceso a los bienes culturales. En contraste, nunca antes ha existido tal oferta musical, audiovisual, informativa, virtual y a nivel de redes sociales.

La doctora en Ciencias Sociales, Rossana Reguillo Cruz, investigadora del Departamento de Estudios Socioculturales del ITESO, plantea que existen dos países cuando de acceso a la cultura para los jóvenes se habla:

"Hay un México que es el de los jóvenes que están conectados, que están dentro del sistema y que tienen condiciones de desarrollo cultural, social, económico y educativo adecuados. Y el otro México, mayoritario, está conformado por un ejército de jóvenes para quienes la cultura es un lujo difícilmente imaginable, en la medida que se les ha expropiado, por la vía de los hechos, cualquier posibilidad de manifestarse con respecto a su propio a futuro".

La investigadora contrasta esta desigualdad en los accesos con el bombardeo de ofertas para esta población: "Ninguna generación tuvo ese nivel de oferta, pero también de manera inédita los jóvenes nunca han experimentado tales dificultades para llegar a tenerla".

 EN BUSCA DE ENTRETENIMIENTO Según la Encuesta Nacional de Juventud 2005, entre las actividades elegidas por los jóvenes para divertirse fuera de casa, figuran algunas referidas al arte, el espectáculo y la cultura como ir a cine -con 33%- y a conciertos, jugar videojuegos e ir a bailar. Muy lejos de las preferencias se encuentra la visita a teatro, danza, exposiciones, bibliotecas y librerías.

En materia de cultura, considera Reguillo, el discurso público, y por ende la legislación y las políticas, conciben al sujeto juvenil como un ser incompleto. "Se le ve como un ser lleno de hormonas y carente de neuronas al que hay mantener entretenido. Se piensa que lo que hay que hacer es entretenerlo hasta que cumpla 29 años. Impera una lógica tutelar que ha imposibilitado el empoderamiento de los jóvenes. Las políticas desde la cultura, se han centrado en organizarles conciertos y crearles algunas casas de cultura; no hay una visión integral de lo que significa la participación y la expresión juvenil en la cultura".

En la Revista de la Universidad de México, el ya fallecido escritor Carlos Monsiváis se refirió este año a la inclusión cultural como un derecho ciudadano a pesar de que "la cultura no tiene peso específico en el sistema educativo de América Latina y de México".

El escritor habló del anhelo de cultura de diferentes grupos sociales y, en particular, de "los jóvenes que demandan casas de cultura en la ciudad o en la colonia; los que compran los libros y los discos de 'oportunidad'; los involucrados en cualquier tipo de acción creativa, algo que va de los grafiteros, a los videoastas, de los talleres de poesía a los instaladores amateurs, etcétera".

"Hay enormes sectores de mexicanos están quedando por fuera de lo que podríamos llamar una alfabetización cultural -dice en entrevista Rossana Reguillo-. Jóvenes que no tienen acceso a una formación integral en el plano de la cultura, ni al tiempo libre ni al derecho de ocio y que el único espacio que les resta para manifestarse son algunas paredes de las ciudades para taggear o grafitear su desencanto, impotencia y enojo".

 LA CALLE COMO ESPACIO DE ARTE Saner es diseñador por la UNAM, hace arte urbano y ha conseguido a sus 29 años hacerse a un nombre en México y fuera del país, en lo que concierne al arte urbano, en particular al graffiti.

Ha expuesto en galerías nacionales y extranjeras; tiene un libro DY: 008: Saner y ha diseño juguetes. Hace una década no imaginaba que iba a conseguir lo que ha logrado. Con su trabajo, ha echado abajo ese prejuicio que dice que todo el que pinta grafiti es un pandillero. Ha conseguido que su obra se reconozca y ya no cae en el juego "clásico" de los que le proponen al grafitero: "Te damos una barda, pero tú pon todo lo demás".

Es un artista joven convencido de que no hay que esperar a que le regalen las oportunidades: "Cada quien construye su castillo". Lo conocen como Saner, pero su nombre es Édgar Flores.

Nacido en la Ciudad de México, se crió en Ecatepec. Desde que estudiaba en el CCH Azcapotzalco se vinculó a la escena del graffiti. Con cinco compañeros, estuvo a punto de ir a juicio universitario cuando el grupo "bombardeó" (decoró con graffiti) un salón.

"Llegaron las autoridades, nos escapamos, pero durante 15 días uno a uno de los seis que íbamos fue cayendo como cabezas degolladas. Nos comprometimos, arreglamos los daños hechos. Entendí que era una oportunidad para estudiar en una buena universidad. En la FES Acatlán conocí a algunos con los que nos juntamos e hicimos una especie de proyecto que integrara lo que nos gustaba hacer en la calle con lo profesional. De esta forma todos creamos el colectivo DSR (Disaster), hicimos imágenes distorsionadas, difíciles de comprender, pero que al verlas generaran algo emocionalmente", cuenta el diseñador.

De manera paralela a su trabajo en una empresa de diseño de empaques, Saner fue haciendo su obra aunque no pudiera dormir más de tres horas diarias. Renunciar a este ritmo de trabajo nunca estuvo en sus planes: "Cuando algo te apasiona se vuelve como una droga". Pintaba en las calles, con marcador, hacía grafitis colectivos, trabajaba sus propios diseños en la computadora.

Actualmente, pinta graffiti, pero busca más lo "legal" porque le permite cuidar el detalle y la calidad de las obras.

Su trabajo retoma elementos del folclor nacional, a partir de la máscara revalora las tradiciones mexicanas.

29

 MILLONES

De jóvenes hay en México según estadísticas.

33

 POR CIENTO

De los jóvenes gustaba de ir al cine en el año 2005.

 ROSSANA REGUILLO

Investigadora del Departamento de Estudios

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