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Bunbury, de aquí y de allá

Enrique Bunbury marca un precedente en el rock español

Bunbury, de aquí y de allá

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Blanca Hernández

La aceptación o el rechazo son Las Consecuencias que vive un hombre insatisfecho y Enrique Bunbury lo sabe.

Seguidora de Héroes del Silencio desde su primer disco, en 1997 no me fue nada fácil aceptar a un Enrique Bunbury de pelo corto, con una guitarra colgando de un tahalí emplumado y un sonido totalmente distinto al de su anterior grupo, ahora se oía a menos rock y a más electrónica, efectivamente era ‘Radical Sonora’, su primer disco como solista (no podía haber un título más preciso).

Sí, fui de esas personas que culpé al cantante de la disolución del conjunto y que critiqué su nueva imagen, la clásica actitud del fan intolerante que se siente traicionado por su ídolo, sin comprender que el verdadero artista es aquel que se atreve a confrontar a su público y se recrea en cada una de sus obras, como sucede con el zarangonés. Enrique Ortiz de Landázuri Izardui nació el 11 de agosto de 1967. Se dice que su apellido artístico lo tomó de un personaje de la comedia de Oscar Wilde, “La Importancia de Llamarse Ernesto”.

El músico adquirió su primera guitarra a los 12 años y formó su primera banda, llamada “Apocalipsis”. Desde entonces, guiado por una curiosidad musical pasó al bajo y luego a la batería e integró diversas agrupaciones como “Rebel Waltz”, “Proceso Entrópico” y “Tres Años de Pena”.

El éxito le cayó a sus veintitantos años con “Héroes del Silencio”, que conformaba junto al bajista Joaquín Cardiel, el baterista Pedro Andreu y el guitarrista Juan Valdivia. Cuatro discos de estudio, tres en directo y doce recopilaciones fueron editados por la agrupación. Con un sonido poderoso, letras poéticas y el registro vocal de Enrique, el grupo español conquistó Latinoamérica. A la fecha, canciones como ‘Entre Dos Tierras’, ‘Maldito Duende’ y ‘La Chispa Adecuada’ son igualmente coreadas por el chavo más roquero y la niña más fresa.

Enterrar al héroe no fue sencillo.

Con su álbum debut como solista fueron muchos los seguidores que lo abandonaron, pero hubo otros que fueron ‘picados’ por su nueva propuesta. El tiempo le daría la razón, de ese disco incomprendido, y en su momento devaluado por la crítica, se desprenderían los temas clásicos de “Alicia” y “Salomé”.

En 1999 apareció “Pequeño”. Sí, Bunbury se alejaba más de su ex banda, experimentaba con nuevos sonidos y letras directas, sin tantos simbolismos. Montó un show cálido, con una ambientación cabaretera. De las presentaciones que realizó en abril del 2000 en México, D.F., se editó el “Pequeño Cabaret Ambulante”.

Bunbury es un showman, sabe cómo lograr que el público entre a su mundo, con el movimiento de sus manos y del cuerpo convierte a cualquiera en su cómplice. En sus conciertos, el vestuario, las luces y el escenario son siempre los apropiados, todo está cuidado, pero mantiene la honestidad.

En una entrevista publicada en mayo del 2004 en la revista online Muzikalia, Enrique habla del porqué crearse un personaje y montar espectáculos atractivos.

“Creo que luego para la gente que va a un concierto es más agradable tener algo donde mirar que ir a un concierto para escuchar música simplemente, cosa que también me gusta mucho. Pero en principio para eso tenemos música en nuestra casa, tenemos nuestro equipo, suele sonar mejor, tengo mejor vino en mi casa que en los bares donde vamos y no me empuja ni me pisan los pies (risas). Entonces creo que para ir a ver a un concierto añadir algo de componente escénico es positivo. Pero es mi visión y acepto la otra totalmente”.

En innumerables ocasiones, el músico ha manifestado la admiración que siente por México, por la magia del pueblo oaxaqueño y el encanto de la música ranchera. Confeso devoto de José Alfredo Jiménez entregó una versión de “El Jinete” y en la canción “Infinito”, que habla del inicio y fin de las relaciones de pareja, muestra que el espíritu de Jiménez y del tequila viven en él. Con el “Pequeño Cabaret Ambulante” queda claro que gana su “Apuesta por el Rocanrol”.

Los “Flamingos” (2002) llevan al español a América Latina y a Nueva York, su nombre ya pesa solo y noquea en los escenarios. “Sácame de Aquí”, “Lady Blue”, “Contar Contigo”, se cantan en sus presentaciones. “Y Al Final” es evidente que Bunbury construye su leyenda.

“El Aragonés Errante” que recorre el mundo en busca de nuevos sonidos y de aprehender otras culturas, entrega “El Viaje a Ninguna Parte” en 2004. De aquí se desprenden 19 canciones, entre ellas “Que Tengas Suertecita”, “El Rescate”, “La Señorita Hermafrodita” y “Lo Que Queda Por Vivir”.

“Freak Show” es un DVD y un CD que contiene sus presentaciones en vivo, en donde interpreta al presentador de un circo, como los que visitaban los pueblos.

Un año después, la banda que lo acompaña, El Huracán Ambulante, se separa y viene un periodo de silencio.

En 2006 colabora con Nacho Vegas, cantautor español, en “El Tiempo de las Cerezas”, un disco doble en el que se intercalan temas de los dos compositores. Una producción reflexiva y melancólica con temas entrañables como “No Fue Bueno, Pero Fue Lo Mejor”, “El Rumbo de Tus Sueños”, “Látex” y la desgarradora canción que interpreta Vegas, “Bravo”.

A diez años de la disolución de los Héroes del Silencio, en 2007 la banda se reúne para realizar una gira de despedida, el reencuentro y el punto final que los seguidores esperaban. En México se presentan en Monterrey y en el D.F. la última semana de septiembre y la primera de octubre, respectivamente. El tour fue un éxito.

“El Hombre Delgado Que No Flaquerá Jamás” vuelve a su hogar en el Puerto de Santa María, en España, y por primera vez compone en su estudio, de ahí que el nombre de su producción de 2008, “Hellville De Luxe”, sea el mismo que el de su casa.

Su sonido es más roquero y potente, un ejemplo es “Bujías para el Dolor”.

En marzo de 2008, se presentó ante 5 mil laguneros en el Coliseo Centenario, donde se reafirmó como un ídolo .

Su primera vez en estas desérticas tierras fue en noviembre del 2002, cuando compartió el escenario del Auditorio Municipal con los Enanitos Verdes. Apenas unas mil personas asistieron a este concierto. Los 70 minutos que duró su presentación fueron suficientes para ocupar un lugar en la historia local como uno de los mejores shows que han llegado. Sobra decir que los Enanitos fueron opacados.

El próximo 13 de octubre, Bunbury arribará al Teatro Nazas con “Las Consecuencias Tour” lo que promete ser un concierto más cercano con su gente. Él mismo ha dicho que su reciente producción es “un disco para escuchar en tu casa, a oscuras, degustando una copa de vino”.

Diez canciones conforman “Las Consecuencias”, un álbum que refleja la madurez del roquero de ya casi 43 años.

“Es paradójico que el disco más triste que he grabado en mi vida aparezca en uno de los momentos más serenos y equilibrados que he vivido”, declaró el músico al diario argentino Página 12.

De este álbum, que representa un balance de su historia musical, se desprenden “Es Hora de Hablar”, “Los Habitantes” y “Ella Me Dijo Que No”. Hace una versión de la canción “Frente a Frente” de la cantante británica Jeanette.

Recientemente el aragonés presentó una película en tercera dimensión, donde aparecerá un concierto especial que realizó con la televisora española Canal Plus. Éste se divide en tres partes, cada una con un escenario distinto: una playa con restos del fuselaje de un avión (como de la serie Lost) donde interpreta su etapa roquera, un cementerio para el repertorio de Las Consecuencias y un club nocturno, para sus canciones “cabareteras”.

Bunbury es de aquí y de allá. Crece con la dignidad y sabiduría de los compositores anglosajones que admira, Bob Dylan, Leonard Cohen, Neil Young, David Bowie y Tom Waits, pero marca un precedente en el rock español.

Tal vez por ello, sus canciones cada vez son más sencillas y humanas. Cualquiera que haya estado enamorado encuentra en sus composiciones la mejor compañía, el mejor desahogo. Sus letras llegan a las entrañas y su voz sublima el dolor del amor concluido. “Ahora sé que encontrarás por ahí a otros mejores. No te preocupes por mí, soy como los gatos y caigo de pie”, dice en “El Tiempo de las Cerezas”.

“Jamás te recuerdo porque nunca te olvido” es un verso inolvidable de “El Rumbo de tus Sueños”. Y para llorar al amor perdido no hay nada como subir el estéreo y entonar con Bunbury “Infinito”: “Me calaste hondo y ahora me dueles. Si todo lo que nace perece del mismo modo, un momento se va y no vuelve a pasar.

Y decían qué bonito era vernos pasear, queriéndonos infinito, pensaban siempre será igual. ¿Cómo lo permitimos? ¿Qué es lo que hicimos tan mal? Fue este orgullo desgraciado que no supimos tragar”.

En un mundo violento, preocupado por el poder, le apuesta a la diversidad de voces para poder comunicarnos y reconocernos, a los viajes interiores y físicos y a todas aquellas personas que se dejan llevar con el corazón. Bunbury nació para compartir con ellos su soledad.

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