Ciencia

Derretimiento de glaciares descubrirá miles de tesoros perdidos

Viena, (EFE).- A la búsqueda de los elefantes que acompañaron a Aníbal por los Alpes hace 2.200 años se encuentra un grupo de científicos austríacos que aprovechan que con el "efecto invernadero" los glaciares de las cumbres se derriten y liberan los tesoros que conservan desde hace siglos.

"Los glaciares son cofres con tesoros que el cambio climático ha abierto", dijo Harald Stadler, catedrático de la Facultad de Historia de la Edad Media y la Antigüedad de la universidad de Innsbruck, donde el año pasado se fundó un nuevo departamento, el de Arqueología de los Glaciares, único en el mundo.

El departamento se encuentra en "fase de construcción" y su finalidad es responder a los nuevos desafíos que plantea para la arqueología y otras ciencias la creciente aparición de restos humanos, orgánicos y materiales que durante siglos estuvieron congelados bajo las nieves.

Por lo tanto, explicó el experto, a diferencia de otros hallazgos a menor altura y mayor temperatura, se encuentran en un estado de conservación casi intacto.

"Este año, el derretimiento de los glaciares en los Alpes ha sido enorme", afirmó el científico, tras relatar que este verano tuvo dificultades para reconocer el paisaje donde había estado tan sólo un par de semanas antes.

El pasado 15 de agosto, Stadler se encontró a 2.650 metros de altura con los restos de un avión del Ejército alemán de la época de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), del tipo Junkers Ju 52, que aparentemente se estrelló contra las cumbres en 1941.

El científico estudia también el cadáver de un cazador furtivo que murió en 1854 en el Tirol oriental y ha encontrado diversos tipos de mariposas congeladas y troncos de 10.000 años.

Ya hace 50.000 años los hombres primitivos se paseaban vestidos con pieles en esas alturas de los Alpes, más tarde fueron diversas etnias, como los teutones, luego los cruzados alemanes, y todos dejaron en el camino objetos y basura, mientras que algunos murieron con lo que llevaban puesto.

En el Tirol del Sur (Italia) se encontraron unos pantalones de hace 2.800 años, y de allí también proviene el descubrimiento más famoso, el del llamado "Hombre de los hielos", el cuerpo congelado de un cazador de hace más de 5.000 años.

Según Stadler, "ahora sería el mejor momento" para encontrar restos de las tropas con las que Aníbal atravesó en el año 218 a.C. los Alpes para atacar Roma.

El militar cartaginés partió desde Hispania hacia la actual Italia con un ejército de 60.000 hombres, entre ellos un gran número de mercenarios iberos y celtas, una cuarentena de elefantes y 12.000 caballos, pero la travesía por los Alpes le costó alrededor de un mes y la pérdida de buena parte de sus fuerzas.

Aparentemente, y de acuerdo con diversos estudios, de los elefantes sólo sobrevivió uno, mientras que los caballos quedaron reducidos a menos de la mitad y las tropas a unos 26.000 hombres. Pero para encontrar y recuperar restos de esa gesta, la condiciones del terreno plantean "nuevos desafíos" a los científicos.

La búsqueda requiere equipos de alpinistas muy experimentados para explorar los escabrosos picos de las montañas, donde el aire es muy distinto al de las llanuras y donde las diversas partes de un objeto pueden haber sido tanto muy esparcidas como comprimidas por un glaciar.

Luego, después de la alegría de un hallazgo, hay que afrontar los problemas del transporte y el mantenimiento.

"Necesitamos aviones o helicópteros especialmente equipados y, al llegar al valle, el problema es la conservación a temperaturas más altas, se requiere una técnica de congelación y mantenimiento para poder estudiar los objetos y exponerlos", señaló Stadler.

"Otro problema es la cantidad de gente aficionada que se dedica a recorrer las cimas para buscar y coleccionar todo tipo de objetos sin ningún interés científico, por lo que tenemos que acercarnos a ellos para integrarlos en nuestros programas", añadió.

Según el científico, 2003 es especialmente favorable para esas actividades, gracias al calor inusitado de este verano, no visto en casi cien años, y a que en enero pasado una lluvia de cálida arena del desierto sahariano se posó sobre los Alpes y contribuyó a un mayor derretimiento de la nieve.

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