Desde las ocho de la mañana comenzó la demolición del Estadio Corona, apenas 12 horas después de que los aficionados del Santos Laguna entonaran Las Golondrinas al inmueble.
Las máquinas se llevan en minutos miles de historias.
.- Decenas de laguneros lloraron ayer, dos de noviembre, y no sólo por la celebración del Día de Muertos. Sus lágrimas fueron por la muerte del Estadio Corona, que empezó a ser demolido. Piedra por piedra fueron cayendo los recuerdos de tardes de alegría, emoción y tristeza por los juegos ganados y los perdidos por el equipo de casa.
Como si fuera un ser querido, hombres, mujeres y niños contagiados por la tristeza expresaban abiertamente su llanto, mientras que con los celulares tomaban el registro de la caída de los primeros muros, que comenzó poco antes de la una de la tarde.
Automovilistas pasaban y miraban sorprendidos, y con su claxon pitaban dándole el adiós al inmueble y gritaban "Nooooo lo tireeeeen".
Conforme la polvareda crecía y los montones de tierra, ladrillos y piedras aumentaban, a la par lo hacían los vehículos que se estacionaron en la Ávila Camacho, en la calzada Ramón Méndez y en batería a un lado de la barda del aeropuerto; la gente bajaba desencajada en espera de conseguir una piedra, un ladrillo, algún vestigio del amado estadio en donde vivieron tardes inolvidables de su infancia, de su juventud y hasta de su ancianidad.
Ya se sabía que el inmueble sería derribado, pero no sólo los aficionados, sino la población en general se sorprendieron que fuera tan pronto, si apenas unas horas antes fue el escenario del memorable último juego entre el equipo Santos y los Pumas de la UNAM, en el que empataron 1-1.
Todavía olía al mariachi, aún se escuchaban las notas de "Las Golondrinas" que le tocaron al estadio en su despedida y que hizo llorar a miles al calor de la nostalgia. El Estadio Corona no llegó a cumplir los 40 años de vida y desde ayer yace junto con los recuerdos de personas como Eduardo López Zamora, que con el rostro mojado abraza una piedra y hasta la besa, no lo puede creer.
Entre triste y alegre evoca: "yo corría aquí, vine siempre a los juegos desde niño, luego de joven y ahora de grande y siento cómo se va este lugar que tantos recuerdos y emociones me deja". Su voz le sale entrecortada y aprisiona su piedra. Luego busca un plumón para ponerle la fecha. La conservará por el resto de su vida, afirma.
Igual sienten Zulema y su hija Zayra, quienes con su perro Poo ven tras la cerca cómo las máquinas van derribando el muro del estadio. Lloran y suspiran porque dicen que "me da tristeza, es que metían goles bien 'chidos'", señala la acongojada pequeña.
TRISTEZA GUERRERA "Siento gran tristeza porque desde que mis hijos estaban chicos vengo a los juegos. Deberían aprovechar el estadio para algo igual de bueno", mencionó Esteban Valadez. Conforme corre la voz de que "ya están tumbando el estadio", porque la misma gente pasaba y hacía rápidas llamadas, la afluencia de vehículos particulares y de taxis se fue incrementando. Todos querían ver a las máquinas accionando sobre las paredes del antiguo estadio que caía con facilidad. Apenas las fuertes máquinas empujaban las piedras y los ladrillos, éstos cedían. Las manos de los aficionados se metían entre la cerca para pedir. "Deme una piedra, un ladrillo para mi mamá, para mi abuelito", dijo Vanesa.
"El futbol nos une como deporte familiar y a nosotros nos animaba venir al Corona. Ahora no sabemos si podremos ir al Territorio Santos Modelo'', expresó María de Jesús Torres. Ella esperaba el avance de la obra con cara de incredulidad.
Las expresiones variaban, algunos estaban contentos y se retiraban cargando sus piedras aterradas. Las tomaban como un tesoro y las mostraban jubilosos. Otros pequeños subieron la cerca y se apoderaron de una lona del estacionamiento. "Es un recuerdo", dijeron.
"Es una tristeza. Tantos grandes partidos que fueron alegrías y tristezas dicen tres campeonatos de liga de Primera División. Si Dios quiere iremos al Territorio Santos Modelo. Queremos que le hagan un monumento a don Juan Abusaid", dijo Emilio Woo.
"Quiero decirle que quiero llorar porque están demoliendo el estadio, me duele que lo quiten", mencionó Guadalupe García de Woo. "La gente de esta generación sigue al Santos pero los equipos anteriores son los que sentaron las bases", dijo Jorge Woo García. Esta familia se reunió para ser testigos de este hecho memorable. Pasan las horas y los alrededores de la barda del aeropuerto se convierten en estacionamiento. Se empieza a hacer una romería en el transcurso de la tarde. Muchos llegan con sus videocámaras para registrar cómo va cayendo el estadio. Después desde una parte del muro quieren ver hacia dentro del estadio, aunque un nudo atraviesa su garganta.
"Negocio es negocio, pero a donde vaya el equipo vamos a ir porque lo queremos", comentó Juan Carlos Soledad.
