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GENARO LOZANO

NUEVA YORK.-

  Hace algunos meses, un grupo creado en Facebook llamado "Elba Esther Gordillo fuera del sistema educativo mexicano" llegó a los 10 mil integrantes. En ese momento, el activista Andrés Lajous actualizó su estatus en Facebook para anunciar el éxito de este grupo en esa red social. Hoy este grupo tiene a más de 13 mil integrantes. ¿Y cómo no celebrarlo?

Sin embargo, pese al descontento que genera el que Gordillo, que ni siquiera puede leer la palabra "epidemiológica" correctamente, sea quien controle el sistema educativo mexicano, ella sigue al frente de su sindicato y la presión generada tanto en la red como en las calles no ha servido de mucho.

Por ello, no han faltado las voces que cuestionan el impacto que tienen estas redes sociales. La pregunta detrás es cómo lograr que esas 10 mil personas, que tienen acceso a una computadora con Internet, que seguramente tienen por lo menos educación media superior y que probablemente forman parte de la clase media, decidan levantarse de la computadora para pasar al repertorio de protesta más antiguo de los movimientos sociales, las marchas multitudinarias, que pese a haber sido una invención del siglo XIX, siguen siendo hoy la demostración de fuerza más efectiva de un movimiento social y el catalizador del cambio más poderoso. En otras palabras, cómo lograr que los internautas mexicanos dejen de "facebookear" y de "twittear" sol@s.

Hace más de 10 años, Robert Putnam, un politólogo estadounidense, escribió un artículo titulado Bowling Alone (jugando al boliche solos) en el que advertía sobre el declive del capital social y del compromiso cívico en Estados Unidos. El profesor de Harvard escribió un manual para contrarrestar la pandemia global de la apatía de los ciudadanos, que en Estados Unidos se traducía en una baja participación electoral y en la casi desaparición de clubes sociales en los que se privilegiaba la interacción social por el reinado del boliche, en el que, según Putnam, se juega de manera individual.

Ese texto hoy nos sirve para poner en perspectiva el impacto que ya están teniendo estas redes sociales en México. Un impacto que aumenta progresivamente. Tan sólo en la elección intermedia de 2009, el movimiento por el voto nulo consiguió resultados por arriba del 10% en centros urbanos de México. Hoy ese movimiento ha incorporado como sus causas el reducir los onerosos presupuestos de los partidos políticos y más recientemente el protestar contra el impuesto al 3% al Internet, aprobado por los diputad@s del Congreso Federal.

Ayer mismo, convocados a través de la red Twitter bajo el lema #Internetnecesario, cientos de internautas mexicanos, en su mayoría jóvenes, dejaron de "twittear" sol@s para salir a la calle a un evento simbólico: la toma de una fotografía en el que los participantes rechazan ese impuesto al Internet. Ese evento simbólico es sólo una primer demostración de fuerza del potencial que este movimiento puede llegar a tener.

En México no son pocos los que al escuchar la palabra "sociedad civil" o "ciudadanía" desconfían. Y cómo no. Después de todo, las siete décadas de gobiernos del PRI dejaron como legado a una ciudadanía apática, que no se sabía organizar ni movilizar sola más que a través del acarreo de los partidos políticos y de los sindicatos. La alternancia de 2000, y sobre todo la inseguridad en el país, empezó a forzar a que la clase media mexicana se movilizara en torno a los temas de la seguridad. Hoy la gente está sedienta de un sistema político que rinda cuentas.

Algo importante está cambiando en México. Estas redes sociales están activando a la clase media mexicana y están cambiando la dinámica de la acción colectiva. En un país en el que hay 110 millones de mexicanos, pero en el que sólo 29 millones tienen acceso a Internet, pagando de las tarifas más altas del mundo, el reto es hacer que lo que hoy es un movimiento de clase media se logre masificar en el futuro y sirva para apoyar otras causas, como la eterna deuda del sistema político con los más de 45 millones de pobres en el país.

Estas redes sociales están creando capital social y esta es una inversión que como cualquier otra puede tener un resultado incierto. La pregunta básica de cualquier inversión es ¿para qué invertir? En varios países del mundo estas redes sociales se han usado para objetivos antidemocráticos y hasta de odio, como los grupos anti-inmigrantes de Estaddos Unidos o los islamofóbicos en Holanda. Sin embargo, hoy la causa de exigir un Internet menos costoso y de mayor calidad (banda ancha para tod@s) es un objetivo democrático y por ello 3% =

Politólogo e Internacionalista

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