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Notas desconcertantes sobre la Camerata

Las laguneras opinan...

ANGÉLICA LÓPEZ GÁNDARA

Considero desatinado el artículo que apareció en el último número de la revista Intermezzo que se titula "Tres lustros de la Camerata de Coahuila", porque ha cuestionado lealtades. Incluso para mí ha sido muy difícil manejar la necesidad que tengo de contradecir conceptos que vienen de personas que, debo reconocer, han hecho una gran aportación a la difusión cultural de La Laguna. Pero realmente el texto me pareció injusto, por eso no pude sofocar mi opinión y decidí expresarla.

En varias ocasiones he colaborado para la revista Intermezzo; la última vez que lo hice fue en el número 21. Me habían dicho que se hablaría sobre el 15 aniversario de la Camerata de Coahuila, por lo que creí que era un festejo para la cumpleañera, pero no fue del todo así. El artículo "Tres lustros de la Camerata de Coahuila" presenta, según entendí, un recuento de los aciertos y errores de la orquesta; no obstante, el texto es desconcertante y confuso, porque contradice sus propias afirmaciones. Las cualidades que allí se le reconocen a La Camerata en seguida son anuladas por los defectos que ven en la agrupación. Un ejemplo de la argumentación contradictoria es que en los primeros párrafos se resalta la gran labor del maestro Ramón Shade y su relevante papel en el desarrollo de la orquesta, sin embargo, a continuación se afirma que ésta tiene elementos que "cuentan apenas con una preparación precaria, muchas veces deficiente y mediocre". ¿Cómo sería posible que el maestro Shade, con la formación que tiene, pudiera traicionarse a sí mismo contratando a músicos que no pasan una rigurosa selección, Si es a él a quien más debemos en el desarrollo de la orquesta? Parece demasiado incongruente. Simplemente se contradicen, como lo hacen al expresar: "Algunas temporadas (La Camerata) aparece con una técnica pulida y radiante, mientras que en otras suena desafinada, descuadrada y con un sonido pastoso". Tales sentencias harían pensar que se trata de dos orquestas distintas. ¿Qué critico se atrevería a afirmar que toda una temporada desafinó y otra se oyó radiante y con técnica pulida?, ¿cómo es posible que los músicos que son malos intérpretes se transformen en buenos de una temporada a otra? Desde luego que hay conciertos mejores que otros, pero mencionen una orquesta a la que no le suceda esto. Igualmente todas las instituciones musicales cuentan con artistas que tienen diferentes capacidades interpretativas, por ello aparecen dispuestos jerárquicamente en el escenario. Se quejan de la repetición de los programas; afirman que han tocado mucho Las cuatro estaciones de Vivaldi, pero por otra parte señalan que cuando Tatul Yeghiazarián ejecutó esta obra como solista, se trató de un concierto memorable. Por fin, ¿se pueden o no repetir algunas obras? A veces es acertado volver a tocarlas, sobre todo si el público las disfruta. Se sabe que todas las orquestas repiten su repertorio, con más razón en Torreón, donde existe siempre público nuevo o que no siempre acude. Es decir, no todos somos público cautivo.

A nuestra ciudad no se le puede comparar con otras como Berlín, que cuenta con la mejor -para muchos- filarmónica de mundo, (para otros la mejor del mundo es la de Viena), ¿cuántas grandes orquestas de música clásica tiene Berlín? Tal vez seis o siete. ¿Cuántas cameratas, cuartetos, tríos, dúos? Quizá entre todos los grupos sumen 50 ó 60, quién sabe. Aquí solamente tenemos una orquesta capaz de acompañar a solistas de reconocimiento internacional, una Camerata para todo un Estado y parte de otro. Una institución que ha tenido que luchar no sólo por lo económico, sino contra detractores que, no sabemos por qué, reniegan de su existencia; ha tenido que presentarse ante un público que no estaba acostumbrado a la música clásica, un público que al principio, en pleno concierto, abría latas de refresco, comía papas fritas, hablaba y tomaba fotos con flash sin ninguna consideración. Se ha caminado poco a poco para revertir todo esto.

Las ideas tan generales y contradictorias que se plantearon en Intermezzo me hicieron recordar que hace algún tiempo estuve expuesta a comentarios muy parecidos a los que esta vez se manifestaron: "La orquesta anda mal". "Hay muchas deficiencias técnicas". "Sólo cuando tal o cual solista se presenta está fabulosa", etcétera. Estos juicios venían de personas conocedoras, pero no creí mucho en sus apreciaciones porque consideré que en aquellos casos las percepciones estaban contaminadas de cierta frustración personal. De todas maneras pensé que sería bueno solicitar a otros artistas una opinión, para mí más importante. Así, tuve la oportunidad de entrevistar a Jorge Federico Osorio (el más reconocido pianista mexicano), al que le pregunté cuáles deficiencias veía en La Camerata, a lo que contestó un poco extrañado: "Ustedes son muy afortunados de tener una orquesta con una gran calidad interpretativa.. Hay muy pocas en México como ésta. En verdad deben hacer todo para apoyarla". Tiempo después entrevisté a Carlos Prieto (chelista con gran reconocimiento internacional) y luego a Horacio Franco (flautista de pico, para muchos el mejor del mundo), a quienes les insistí con la misma pregunta, y todos respondieron en el mismo sentido que Osorio. Asimismo recuerdo a uno de los mejores tenores del mundo, Ramón Vargas, quien al final de un aria se volvió hacia el público para decirnos que ninguna orquesta en el mundo había logrado acompañarlo tan bien, y en otra de sus presentaciones de nuevo nos felicitó por tener una excelente orquesta. Creo que la crítica es sana, siempre y cuando ésta sea clara y justa; que señale defectos específicos cuando haya qué señalarlos.

Con frecuencia al arte se le atribuyen responsabilidades que no tiene; el arte puede atenuar el sufrimiento en tiempos de crisis, pero no será éste el que resuelva los problemas, no es ése su papel. Al final del artículo hacen una alegoría por demás exagerada: "Hoy los polacos hablan de un Szering y los rusos de un Shostakovich que los hicieron fuertes y capaces de resistir guerras y magnicidios, por qué no permitirnos el lujo de que en 50 años La Laguna se jacte de gritar a los cuatro vientos que si se logró salir de una crisis de valores fue gracias a La Camerata". Los polacos deberían hablar también de Ignacy Jan Paderewski, ese gran pianista, compositor y político que luchó por la independencia de Polonia y que llegó a ser Primer Ministro de su país, pero fue su discurso político el que hizo cambios, no su música, aunque también era buena. Además generalizan diciendo que los rusos soportaron la guerra gracias a Shostakovich; a lo lejos suena muy romántico, pero la verdad es que muchos rusos no lo valoraron en su tiempo. Darle a La Camerata la tarea de que nos salve de la crisis de valores en que vivimos es un absurdo superlativo. Nos conformamos con menos: con que la dejen trabajar, que sigamos disfrutando de su arte y que nuestro Gobierno la apoye y así podamos seguir yendo los viernes a un concierto que algunas veces nos cautivará y otras no tanto, y esa vez servirá para reafirmar nuestros gustos.

Lopezgandara.blogspot.com

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