14 agosto 2003
México, (EFE).- Pakal II, el gobernante que hizo florecer la ciudad maya de Palenque y que por décadas fue considerado como el equivalente americano de Tutankamon, pudo haber falseado su linaje real premeditadamente.
Diversos arqueólogos consultados por EFE señalan que no se han encontrado evidencias de la existencia de varios de sus antepasados, por lo que el linaje del que presumió el monarca pudo haber sido "inventado".
La encargada de la Sala Maya del Museo de Antropología de la capital mexicana, Amalia Cardós, quien fue durante años discípula del descubridor de la tumba de Pakal, Alberto Ruz, comentó a EFE que "no coinciden muchas lecturas y antepasados suyos no han sido encontrados ni nada se sabe de ellos".
"Parece una genealogía que el señor se inventó para decir yo tengo derecho a una tumba regia como la que se hizo", afirmó.
El arqueólogo Tomás Pérez Suárez, investigador del Centro de Estudios Mayas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), dijo a EFE que Palenque "es la historia más espectacular en cuanto a manejo de ancestros" y una de las pocas grandes ciudades-estado mayas que han sido profusamente estudiadas de las que no se conocen sus fundadores.
"De Copán y Tikal conocemos a sus fundadores. La genealogía de Palenque se remonta hasta 3.120 años antes de Cristo (aC), es decir, mucho antes de que aparecieran los mayas" (hacia el año 2000 aC), indicó.
Sin embargo, el especialista aseveró que exagerar linajes "es común en todos los pueblos", donde "el pariente más lejano es un Dios y por eso tiene derecho a gobernar".
Pakal II gobernó Palenque entre 615 y 683 después de Cristo y bajo su mandato la ciudad se convirtió en la principal urbe de la región occidental del imperio maya.
Pero hacia el año 800, la metrópoli empezó a declinar y fue abandonada entre 850 y 950, tras lo cual la selva tropical cubrió los edificios.
La tumba del monarca fue descubierta en 1952, tres décadas después del hallazgo de la tumba con el sarcófago del faraón Tutankamon en el Valle de los Reyes, en Egipto.
Era la primera vez que se encontraba en México una pirámide (la de las Inscripciones) que fuera ex profeso construida como túmulo funerario de un gobernante, al estilo egipcio.
Aunque la mayoría de las pirámides mayas son lugares de enterramiento, tenían además la doble función de templos religiosos y las tumbas casi nunca estaban en la base de la construcción.
"Cuando se descubrió la tumba de Pakal, vino a cambiar la idea de que las pirámides o los templos piramidales mesoamericanos no eran tumbas", dijo Pérez Suárez.
Su entierro denota, además, gran riqueza, con ofrendas diversas, un sarcófago impresionante tallado en roca y un ajuar funerario en el que resaltan joyas y una máscara de varias piezas confeccionada en jade que retrata el rostro de Pakal, tal como hace la máscara de oro de Tutankamon.
Sin embargo, el presidente de la Sociedad Mexicana de Egiptología y maestro en Arqueología, Jorge Canseco, indicó que la comparación no tiene base y subrayó que entre ambos monarcas no hubo "ninguna relación".
"El descubrimiento maya más famoso en México es Pakal, entonces se dijo que aquí fue tan importante como Tutankamon fue en Egipto", dijo.
La máscara de Pakal fue desmontada y reensamblada recientemente de acuerdo a sus características originales en el marco de la remodelación de la Sala Maya, que fue reabierta a comienzos de julio pasado luego de pasar cerrada tres años.
A pesar del impacto mediático que significó el hallazgo de la tumba de Pakal, se han descubierto varias otras similares, como la del osario o del gran sacerdote en Chichén Itzá y la del búho en Dzibanché, así como máscaras en las ciudades de Copán, Tikal y Calakmul.
Pero la pirámide de Pakal sigue siendo una de las más espectaculares. De difícil acceso, no fue saqueada, como la del osario de Chichén Itzá (Yucatán), lo que ha permitido que sus piezas se conserven y sean exhibidas.
