El Hijo del Santo disfruta de sus hijos, con quienes convive y trata de aprovechar cada momento con ellos. (Agencia Reforma)
Además de luchar sobre el ring, disfruta ser papá.
MÉXICO, DF.- Lo más bello que le ha pasado al Hijo del Santo no ha sido ceñirse cualquier cantidad de campeonatos mundiales o nacionales, tampoco la colección de máscaras que adornan sus vitrinas ni las cabelleras de sus rivales caídos, su mayor logro, en realidad, se dio afuera del cuadrilátero y ese es ser papá.
Estricto cuando se requiere, pero consentidor como el que más, el plateado cae rendido ante la fuerza del amor que la sola presencia de sus hijos le emana, siempre con la idea de encaminarlos por el sendero correcto.
Basta una sonrisa o el in-eludible "papi" para que caiga rendido en la primera caída, sin remedio alguno y con la misma efectividad que la llave de a caballo que tantos éxitos le ha dado sobre el cuadrilátero. "El Día del Padre siempre es domingo y como dice Botellita de Jerez los domingos son cuando lucha El Santo, de ahí que trato de bloquear esta fecha para estar con mis hijos. Un Día del Padre es algo muy bonito, desde despertar muy temprano con Las Mañanitas y lleno de felicitaciones hasta los regalos y las tarjetas.
"Es un día en el que recuerdo mucho a mi padre (El Santo), a quien siempre llevo en mi corazón. En lo personal, la paso rodeado de cariño y amor. Me gusta comer en casa, porque todos los lugares están llenos y prefiero la comodidad del hogar para estar con mis hijos y esposa, que es lo más importante", dijo El Hijo del Santo. Es un papá normal, que lo mismo habla abiertamente con sus hijos de las drogas y sexualidad, que juega Play Station o acompaña con la guitarra al más pequeño, quien le pega duro a la batería impulsado por la música de Iron Maiden o Metallica.
"Es un buen papá, nos consiente mucho. Tenemos una relación muy cercana, vamos al gimnasio y cuando no trabaja siempre estamos juntos. Hace poco me acompañó a ver a Metallica y estuvo tres horas parado, le entró a los brincos y todo, fue muy divertido. A veces es un poco estricto, pero no me aplica alguna llave si me porto mal.
"Me gusta platicar con él porque siempre tiene algo que decir. Cuando jugamos Play Station le doy chance de que me gane para que no se sienta mal y siga jugando conmigo. Incluso en el de futbol dejo que me meta gol para que no se enoje", comentó el hijo más pequeño del Enmascarado de Plata, quien en un futuro podría ser el continuador de la leyenda.
De pronto, un andar delicado se escucha por las escaleras. El Hijo del Santo sabe de inmediato de quién se trata. Es su hija, quien lo atrapa con su hermosa presencia, cautivando el corazón de papá, quien no duda un segundo para consentirla, hacerle arrumacos y mostrarle todo su amor con una simple mirada, sabiéndose su princesa.
"Es mi compañerita, le encanta que nos salgamos a tomar un cafecito, que vayamos juntos de compras y andemos por ahí dando la vuelta. Es mi consentida y la quiero muchísimo", mencionó el Enmascarado de Plata. "Eso sí, soy bien consentidor, a veces creo que no debo serlo tanto, pero son buenos chavos.
"Tengo cuatro hijos, dos más grandes que no viven conmigo, ya que soy divorciado, una señorita y un joven, y con ellos trato de ser igual.
"No tengo duda de que el regalo más bello que me ha dado la vida son mis cuatro hijos. Cada uno es diferente, todos tienen una relación distinta conmigo, pero los disfruto a su manera porque ser papá es algo maravilloso".
EL ARTISTA INTERIOR
Y dentro de tantos detalles, el regalo que cambió la rutina de El Hijo del Santo, fue sin duda un kit de pintura. En este paquete encontró pinceles, pinturas de óleo, aceites, un lienzo, todo lo necesario para que sacara el artista que lleva adentro.
"Con ese regalo descubrí un nuevo pasatiempo, la pintura, no sabía que me iba gustar tanto y poco a poco le fui tomando tanta seriedad que ahora no lo dejo", recordó.
