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El son de la Bamba

GILBERTO SERNA

Me hubiera gustado que llegara como el califa Harún al-Rachid, aquel rey que fue protagonista en los cuentos de Las Mil y Una Noches de Scherezada, haciendo recorridos por las calles de Bagdad para escuchar, de primera mano, lo que el pueblo pensaba de su reinado. Salía disfrazado esperando no ser reconocido. Así Barack Obama se enteraría de los sufrimientos de miles de indocumentados que se han visto precisados a introducirse sin documentos a territorio estadounidense. Que caminara con ellos una de esas noches oscuras en que sudando adrenalina, alertas todos los sentidos, esperara no encontrarse con la Policía fronteriza.

Que sintiera la sed y el hambre en pleno desierto de Arizona, con el sol cayéndole pleno. Que fuera abandonado a su suerte por un "pollero" sin escrúpulos, para vagar sin rumbo fijo. Que los rancheros con sus rifles salieran de sus casas a cazarlo. Que lo acosaran como si se tratara de una alimaña a la que hay que exterminar y no un ser humano cuyo único delito es querer trabajar, de aquel lado, por que acá po's nomás no hay.

En vez de eso, llegó en un aparato aéreo, sin que pudiera ver más que las espaldas de los hombres que lo protegen. Una limousine lo esperaba para conducirlo presto y rápidamente a un hotel en la zona, más exclusiva de la ciudad. Rodeado de un aparato formado por policías, apenas los afortunados que desean verlo lo verán pasar, escoltado, caminando con apurado paso, dejando ver a la distancia tan sólo el ensortijado cabello. Eso si no aborda un helicóptero que recogiéndole en el aeropuerto lo deje en la azotea del hotel. Me recuerdo ahora una anécdota imaginaria en que Adolfo López Mateos despedía al malogrado presidente John F. Kennedy, al pie de la escalerilla intercambiaban lisonjas, cuando el originario de Boston, le hizo un comentario elogioso sobre un reloj de pulsera que portaba el mexicano, "qué hermoso, qué elegante" dio lugar a que éste quitándoselo lo ofreciera caballeroso al visitante diciéndole que lo tomara como recuerdo de su viaje a nuestro país. Ambos presidentes eran acompañados por sus respectivas esposas.

Luego, Adolfo, que ya padecía los estragos de un aneurisma que lo llevaría a la tumba, quiso devolverle la cortesía al americano, el que lucía en su muñeca el magnífico obsequio, por lo que mirando a Jacqueline Bouvier entusiasmado ante su belleza, -se decía que además de los autos tenía un gusto obsesivo por las damas, era un verdadero calavera-, se lo hizo notar como un cumplido, a lo que Kennedy, sin decir esta boca es mía, reaccionó devolviéndole el reloj. Algo pensó en inglés que no se alcanzó a traducir, que entre nosotros sería "po's éste, qué se está creyendo" aderezado con otros calificativos que no me atrevo a reproducir.

Eran los años sesenta, poco después terminaría sus días en la ciudad de Dallas. Es un relato que me figuro fantasioso. Al presidente Obama en su breve estancia el ingenio del pueblo le colgará otros milagros. Tiene ángel, dirán los habitantes de este país. Creo que lo que más le adorna es su voz. Se oye sincera. Así debió hablar el profeta Isaías- quizá practica alguno de los encantamientos transmitidos de generación en generación.

Es un hombre joven, 48 años de edad, que suele arrebatar en éxtasis de entusiasmo a las multitudes. Lástima que no tendrá oportunidad de demostrar aquí su carisma, pues en las pocas horas que lo tendremos en estas tierras será rodeado en un especial blindaje que dará lugar a que veamos únicamente su imagen por la pantalla chica. Es un político esbelto, de gran estatura, con una sonrisa contagiosa. Muchos políticos mexicanos se mueren por saludarlo para que les tomen una foto. Es la atracción que da el poder. De un día para otro se convirtió en el eje de las miradas. Todo se lo debe a su buena estrella, así como a su dedicación al estudio, pues se graduó con magna cum laude al estudiar derecho en la universidad de Harvard. En 2004 hizo campaña que ganó a Blair Hull que se vio envuelto en un escándalo de violencia doméstica, luego se enfrentó con el ganador de las primarias republicanas Jack Ryan quien se retiró al ser acusado de llevar a su esposa a clubes de sexo. A raíz de lo anterior Obama obtuvo el triunfo. Luego derrotó ni más ni menos que a Hillary Clinton que era considerada la gran favorita para representar a los demócratas. En fin ni duda cabe, para triunfar en la política, como para bailar la bamba, se necesita una poca de gracia y otra cosita.

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