Hagan de cuenta que mandaron a Nemo, a nadar en un mar de tiburones o tiburonas, porque ése es el estanque de Elba Esther y dicen que la señora es caprichuda.
Alonso Lujambio es un buen hombre, seguramente cercano a Calderón. Pero eso no basta para hacer un buen papel, es más, el que sea bueno, puede pesarle en contra.
Llenar la silla en la que se sentó Vasconcelos, no es nada fácil. Hombres con mejores cualidades han sucumbido en el campo de batalla, de la secretaría que maneja el presupuesto más elevado del Gobierno Federal.
Hay en la política, no obstante que no es una ciencia exacta, sino humana, fórmulas que deben ser respetadas para que las cosas marchen bien.
Una de ellas, es la que se refiere a la integración del equipo con el que gobierna el “príncipe”, como diría Maquiavelo.
Es un verdadero arte saber escoger a esos hombres y mujeres que son la estructura mediante la cual el gobernante baja las instrucciones que convienen a un buen gobierno.
Es también un arte saber interpretar los deseos del gobernante y plasmarlos, ya en decisiones administrativas, ya en proyectos de ley que posibiliten llevar al cabo sus propósitos.
Dadas las últimas decisiones del presidente Calderón, parece que se equivoca en esas fórmulas y nada bueno auguran para su Gobierno.
En primer término, hay que recordar que sacaron a Josefina Vazquez Mota de Sedesol, para mandarla a Educación, cuando ya tenía un buen camino recorrido en aquella secretaría.
Y ahora la sacan de Educación, por donde pasó sin pena ni gloria, para mandarla de candidata a diputada plurinominal, por el PAN, obviamente.
Pero además, ponen en su lugar, a un académico reconocido, pero que sabe poco de las lides políticas que se libran en esa secretaría.
Hagan de cuenta que mandaron a Nemo, a nadar en un mar de tiburones o tiburonas, porque ése es el estanque de Elba Esther y dicen que la señora es caprichuda.
Alonso Lujambio es un buen hombre, seguramente cercano a Calderón. Pero eso no basta para hacer un buen papel, es más, el que sea bueno, puede pesarle en contra.
Llenar la silla en la que se sentó Vasconcelos, no es nada fácil. Hombres con mejores cualidades han sucumbido en el campo de batalla, de la secretaría que maneja el presupuesto más elevado del Gobierno Federal.
Pienso que Alonso no durará ahí más de un año, porque el presidente no está viendo perfiles sino conveniencias personales.
Tan es cierto ese hecho, que en la ceremonia del cambio, Josefina, casi se desmaya de la tensión. Comenzó a temblar, quizá del coraje y un elemento del Estado Mayor, tuvo que acercarle una silla para que se sentara y no perdiera la vertical.
Aún más descabellada es la especie de que la están preparando para que sea la próxima candidata a la Presidencia de la República, porque la señora no trae con qué entrarle a esos niveles.
Lo malo es que cuando el presidente se equivoca al seleccionar a su equipo, él también pierde.
Como prueba de ello, baste recordar todos los pleitos y desavenencias que hubo entre él y Vicente Fox.
Y eso que se suponía que iba a ser el “equipo de ensueño”.
Bueno, hasta Marta, la más fiel seguidora de Fox, le entraba con singular alegría a desobedecer al presidente y eso que “lo adoraba”. Pero el poder es el poder y marea muy feo.
En la administración pública, debe verse primero, el perfil requerido para un determinado cargo y luego buscar a la persona idónea y no al revés. Pero parece que Calderón olvidó estos principios y actuó a la inversa.
El gobernante cobra las buenas y malas facturas. El tiempo se encarga de premiarlo o castigarlo y todo indica que el presidente cada día le abona más al terreno para que el PAN deje Los Pinos, en 2012.
Tampoco es una cosa inusitada, eso de escoger a los amigos, el PRI lo hizo muchas veces cuando fue partido gobernante, pero por eso, entre otras cosas, al final de la historia acabó perdiendo el poder.
En efecto, la política no es una ciencia exacta, pero deben respetarse sus leyes, si no se quiere fracasar.
Por lo demás: “Hasta que nos volvamos a encontrar que Dios te guarde en la palma de Su mano”.
