EDITORIAL Sergio Sarmiento Caricatura Editorial Columna editoriales

La nueva 'guerra sucia'

Sobreaviso

RENÉ DELGADO

Desde la miopía electoral, Germán Martínez ha de estar fascinado con la idea de reposicionar a su partido sobre la base de involucrar al priismo con el narcotráfico. ¡Menuda ocurrencia! Desde la perspectiva estatal, ha de estar aterrado por la situación que, a sabiendas, va a provocar. ¡Tamaña irresponsabilidad!

Asombra ver al dirigente panista jugar con una variable que la Administración -no se puede hablar de Gobierno- nomás no puede someter: la violencia criminal cuyo derrame trasciende la frontera. La politización de ese tema, a la postre, colocará contra la pared a la Administración y su partido e, inexorablemente, a la nación... pero con un detonante integrado y fuera de control. Puede concluirse entonces que, de la anterior "guerra sucia" electoral, Acción Nacional no derivó enseñanza alguna.

El precio de esa elección aún no amortiza su costo nacional y, sin embargo, de nuevo, como si nada hubiera ocurrido, le apuesta a la polarización. Esta vez tomando por el polo contrario al PRI, y agregando un ingrediente explosivo: una fuerza armada criminal.

Si el panismo no rectifica esa estrategia, desde ya se le puede aplicar -con pequeño ajuste de por medio- la divisa que tanto explotó en la pasada elección: "El PAN es un peligro para México".

***

Es difícil pensar que Germán Martínez actúe sin la venia presidencial. Varios indicios señalan que esa estrategia electoral la comparte la Administración y su partido que, a manera de pinza, pretenden atenazar y reducir a su principal adversario electoral: en esta ocasión, el partido tricolor.

Sin duda obligarán al priismo a definir su relación con el calderonismo, a redeterminar si tiene sentido conducirse como una Oposición leal y responsable cuando, la fuerza en el poder, por un lado le exige colaborar y por el otro lo golpea por lo bajo.

Sí, el priismo tendrá que definirse, pero igual tendrá que hacer la Administración calderonista. Se verá obligada a establecer si el combate al crimen es un asunto de Estado relacionado con la seguridad nacional y regional o si es un ariete electoral de dudosa rentabilidad. Si como tantas otras veces, en aras de retener o ampliar una serie de plazas y posiciones políticas, el país será tomado como rehén.

Lo más curioso de esa estrategia es que, a pesar de abjurar del foxismo, el calderonismo lo emula: ejerce el no poder.

***

Anteayer mismo, en el foro de la Convención Nacional Bancaria, el uso de ese ariete electoral por parte de Germán Martínez provocó un desencuentro entre la Administración y la Oposición tricolor. Un choque del cual salió bailando el presidente de la República o, al menos, sus pantalones. Ése fue el primer choque, falta por ver el último. A ver si no lo ameniza una banda de narcotraficantes con música de ametralladoras. La viva reacción del senador tricolor Manlio Fabio Beltrones instando al mandatario a "fajarse los pantalones", la provocó el dirigente albiazul cuando exigió al priismo definir si está con el presidente de la República o con el Cártel de Juárez. Y, luego, la intervención de Fernando Gómez Mont dejó la duda si actúa como secretario de Estado o secretario de partido.

Pretendiendo subrayar una frontera entre la Administración y su partido, Gómez Mont la borró. A la inteligencia del ¡abogado! que despacha en Bucareli le pasó por alto un detalle constitucional: "Los diputados y senadores son inviolables por las manifestaciones en el desempeño de sus cargos, y jamás podrán ser reconvenidos por ellas". Eso dice el Artículo 61 de la Constitución.

¿A título de qué salió Gómez Mont a reconvenir a Manlio Fabio Beltrones? ¿Lo hizo como secretario de Felipe Calderón o como secretario de Germán Martínez? Del coro integrado por los coordinadores parlamentarios del PAN, mejor ni hablar.

***

En cualquier circunstancia incorporar como ingrediente electoral al crimen organizado no es muy recomendable. Pero hacerlo justo cuando el desafío criminal trasciende las fronteras y abre un flanco con Estados Unidos, es francamente descabellado.

Pues bien a pesar de ello, ¡desde Washington!, justo en la gira donde el secretario Fernando Gómez Mont explora el terreno en que se desarrollará el encuentro entre los presidentes Felipe Calderón y Barack Obama, cuyo tema central será el efecto de la violencia criminal, el funcionario se sumó a la trifulca desatada por el dirigente de su partido. ¿No es ése, un peligro para México?

Si tan preocupada está la Administración por "la imagen" de México en el exterior, resulta inconcebible que, desde allá, en plena gira, el responsable de la política interior se sume al pleito desatado por su partido con la Oposición tricolor, donde el panismo involucra al priismo con el crimen y, en respuesta, el priismo involucra al jefe del Ejecutivo con la ingobernabilidad. ¡Vaya manera de retocar la imagen nacional en el exterior!

La nueva "guerra sucia" electoral alentada por el panismo ignora el calibre -menuda palabra- de la circunstancia nacional: la fragilidad de la Administración, la debilidad de la autoridad electoral, la adversidad económica, la impunidad criminal.

***

Si cuanto ocurre en el país no bastara para debatir sin politizar el combate al crimen, la estrategia electoral panista desconoce el derrame de la violencia criminal más allá del Río Bravo.

El Gobierno estadounidense ha mandado un mensaje: esa violencia es un problema mexicano que amenaza su seguridad. En su horizonte no aparece el carácter bilateral o global de ella y, entonces, el Plan Mérida lo ofrece como propina por un servicio medianamente prestado por México.

Del reconocimiento al valor por el combate al crimen ha pasado al reclamo por la inseguridad en su frontera sur. Y, por lo que se ve, con facilidad consigue sacar de sus casillas al presidente Felipe Calderón.

Evidencia de ello, la desmesura presidencial de liarse en un concurso de reproches y reclamos con el editor de una revista o el director de un área de Inteligencia. Por importante que sea el uno o el otro, un jefe de Estado no puede validarlos como interlocutores de su talla. ¿Dónde está el resto de sus colaboradores? ¿Cuál es la política y la diplomacia en materia de seguridad? ¿Quién encabeza esa política: el secretario de Gobernación o el de Seguridad o el de la Defensa o el procurador o el megasesor? ¿Quién es el portavoz, el presidente de la República?

Si se contrasta el marco en que el presidente Barack Obama recibe al presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva con el marco con que visita al presidente mexicano Felipe Calderón, la diferencia es importante. En el primero reconoce posibilidades de cooperación; en el segundo, riesgos de conflicto. Al primero le extiende la mano; al segundo, el supuesto socio, le cierra el puño. Con el primero impulsa iniciativas bilaterales; con el segundo, condiciones unilaterales. Todo mientras el vicepresidente colombiano, Francisco Santos Calderón, reconoce que el Plan Colombia no es una quimera y sí un riesgo de sometimiento.

***

En ese marco nacional, bilateral y regional añadir el ingrediente criminal como ariete electoral es apostarle a lo peor: a la división, al desencuentro, a la polarización nacional, nomás que encañonados. Es, recitando al mismísimo PAN: un peligro para México. Correo electrónico:

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 422166

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx