Como me ves, te verás.
Esas palabras rimadas, nos impactaron desde la primera vez que las escuchamos.
Éramos casi niños y un hombre de edad, daba respuesta a las burlas y comentarios que hacían unos muchachos que jugaban en la calle, por donde pasó el señor interrumpiendo brevemente aquella diversión de los muchachos.
Muévete rápido, viejo inútil, le gritaron casi a coro los mozalbetes.
Aquello nos sorprendió, porque estábamos acostumbrados a tratar con mucho respeto a las personas mayores, no sólo a las de la familia sino a todos los demás.
Además, de esos adultos habíamos recibido las primeras y más valiosas lecciones sobre la vida y el vivir.
Por ello nos impactó aquel trato despectivo que vimos hacia una persona que ya había pasado muchos años en este vivir.
Creíamos que los mayores eran dignos no sólo del respeto, sino también de la admiración de los demás.
Nunca los consideramos un estorbo, por eso nos llamó la atención aquel injusto reclamo de los muchachos, y más nos impactó la respuesta que les dio el hombre.
Como te ves, me vi. Era la verdad de verdades. Ese hombre también fue joven y seguramente supo respetar al prójimo, como a sí mismo.
Como me ves, te verás. Más cierto, porque hoy los jóvenes no alcanzan a entender que un día la vida les traerá con la edad muchas sorpresas, porque lo que se siembra, se recoge.
Quien vive bien, en paz consigo mismo y con los demás, podrá tener una vejez más tranquila.
Quien desde joven se dedica a sembrar vientos contrarios, recogerá tempestades.
El adulto mayor merece mucho respeto, y por ello nos duele que tenga tratos injustos y desconsiderados.
Como ocurre cada vez que refrenda su raquítica pensión, teniendo que madrugar y hacer largas filas de pie. ¿Por qué no se les da otro trato, más humano, más considerado?
Como lo hace para ser atendido en su salud y en sus pagos pensionales.
Como se le trata en muchas partes por una juventud desconsiderada e irrespetuosa.
Un adulto mayor merece respeto, y agregaríamos, un poco de cariño, cuando menos aunque lo ideal sería que fuera muchísimo más de afecto.
De la vida misma
