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Expertas trabajan el maguey

IXMIQUILPAN, HGO.- Las mujeres indígenas de la comunidad de El Alberto, en Ixmiquilpan, han logrado establecer una industria artesanal con base en la fibra del maguey conocida como ixtle, cuya obtención se hace de la misma forma que sus antepasados prehispánicos.

El ixtle es la materia prima básica para la elaboración de ayates, esponjillas y otras artesanías que las mujeres elaboran con tejido en sus ratos libres, debido al alto porcentaje de migración a Estados Unidos de los hombres de la región.

Por ello, las indígenas hidalguenses de esta comunidad de la etnia de los hñahñus tienen que dedicarse a las tareas del campo, al cuidado de sus familias y del hogar.

Se ubica en el corazón del Valle del Mezquital, a unos 80 kilómetros de Pachuca, es el centro económico y político de la región. El Alberto es una de sus más de 100 comunidades, pero siempre se ha destacado por la organización y unidad de sus habitantes desde hace siglos.

La obtención de la fibra del maguey es un proceso que lleva 15 días en promedio, según las mujeres hñahñus de El Alberto, primero hay que recolectar leña y cortar las pencas del maguey.

Una vez que se han cortado las pencas se asan, labor que toma varios días según la cantidad, las cuales deben ser de magueyes que ya han producido agua miel, pues éstas contienen mayor cantidad de fibra; una vez que han terminado se dejan reposar.

Luego de que han sido asadas las pencas, éstas se machacan con ayuda de una herramienta hecha de madera, al igual que hace más de 500 años, y se ponen a secar nuevamente.

La fibra se remoja durante algunos días y se peina y seca, tarea que se repite según la calidad del ixtle que se desea, así como su blanqueado.

Una vez que se tiene la fibra peinada y blanqueada, se utiliza una herramienta parecida a un trompo de madera llamada malacate, con la cual se hila la fibra para elaborar una sola hebra.

Desde niñas, las mujeres de El Alberto son adiestradas en la elaboración del ixtle y el tejido, ya que entre más sea el número de personas en la familia es la cantidad de dinero que se obtiene.

Sin embargo, la deforestación que durante cientos de años ha acabado con muchos mezquites y magueyes es un aspecto preocupante para la industria del ixtle y las artesanías en esta zona del Valle del Mezquital.

La unión de mujeres de El Alberto reconoce que hoy reciben apoyos del gobierno estatal para replantar magueyes y evitar una mayor desertificación.

Las mujeres de esta unión artesanal aseguran que gracias a la obtención de contratos para exportar sus artesanías a Europa y Estados Unidos se ha mejorado su condición económica, pero ello no impide que atiendan su hogar, los hijos y muchas veces las parcelas y el ganado.

Con el respaldo de organizaciones indígenas y del gobierno estatal han conseguido exportar sus productos, principalmente a Europa y Estados Unidos, con lo que han logrado ingresos que les permiten hacer frente a la difícil condición económica.

El fenómeno migratorio ha modificado la vida en la zona, pues hoy el teléfono es una herramienta básica para esta etnia, además de que siempre están pendientes de las noticias que en algo se refieren a Estados Unidos.

Los jóvenes tienen distintas metas: mientras que los varones nacidos en la región siguen con la idea de ir “al norte’’, las jovencitas buscan continuar con sus estudios a nivel medio superior y superior.

La unidad en la cual viven las mujeres en El Alberto también la tienen sus esposos en Estados Unidos, pues aseguraron que trabajan unidos dedicados a la construcción en lugares como Las Vegas, Nevada, o en Arizona.

Los hñahñus son por naturaleza desconfiados, es difícil que sin conocer a alguien previamente acepten una entrevista, incluso para visitar la comunidad, Notimex solicitó permisos a las autoridades locales con varios días de antelación.

Después de una larga charla, las mujeres del El Alberto hicieron una petición: “Queremos que el gobierno ayude para que no se arriesguen tanto nuestros familiares al pasar a Estados Unidos, por eso tardan en regresar, escriba ahí que sólo pedimos que les den permiso para ir a trabajar’’.

Más de 400 especies

El maguey pertenece a la familia Amaryllidaceae, conformada por más de 120 especies, entre las que destacan Agave Potatorum Zucc, Amarilidáceas (Tobalá) y el Agave Angustifolia Haw (espadín), ya que por sus características vegetativas al ser transformadas en mezcal, dan una calidad y sabor inconfundible a la bebida.

En la actualidad, el término comúnmente utilizado en México para nombrar al agave, es maguey. Nuestro país es el centro de origen de la familia Agavaceae, a la que pertenecen ocho géneros, entre ellos el género Agave. De las 273 especies descritas de esta familia, que se distribuye en el continente americano -desde Dakota del Norte, Estados Unidos, hasta Bolivia y Paraguay- en México se encuentra la mayor diversidad con 205 especies, de las cuales, 151 son endémicas.

Los estados más ricos en número de especies son Oaxaca, Chihuahua, Sonora, Coahuila, Durango y Jalisco.

Los magueyes son plantas de hojas en roseta, gruesas y carnosas, dispuestas sobre un tallo corto cuya piña inferior no sobresale de la tierra. La mayor parte de dichas plantas pertenece al género Agave L. De éste género, en México hay más de 400 especies.

“El árbol de las maravillas, es el maguey, del que los nuevos o chapetones (como en Indias los llaman), suelen escribir milagros, de que da agua y vino, aceite y vinagre, miel, arrope e hilo, aguja y otras cien cosas’’. Así escribió el jesuita José de Acosta en su Historia Natural y Moral de las Indias.

Hoy día, como desde hace siglos, los magueyes o agaves con sus imponentes tamaños y extravagantes formas, caracterizan los paisajes de las zonas áridas y semiáridas de nuestro país y contribuyen a la conservación y retención del suelo; en algunas regiones se cultivan delimitando bordos o terrazas para evitar la erosión y el deslave de las tierras. Su cultivo hace posible la ampliación de la productividad agrícola en zonas frías y calientes.

La recolecta y aprovechamiento de los diferentes productos que provee el maguey, se realizan durante todo el año. Éste se prepara justo antes de que emerja el escapo floral, para la extracción del aguamiel, el que produce dicho líquido durante seis a nueve meses, según el cuidado que se le de en el proceso del raspado. Las flores se colectan principalmente en época de secas. Después de florear se pueden cortar las hojas o pencas para la extracción de fibras de mixiote y para la elaboración de la barbacoa.

En los meses de abril y mayo se recolecta también el gusano de maguey que se encuentra refugiado entre el tejido de las hojas, para lo cual, la planta tiene que ser destruida, por eso es recomendable hacerlo después de que el maguey floreció; sin embargo, no siempre se hace esto por la gran demanda del producto.

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