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EL DIVÁN PADRES EN CRISIS MIRANDA HERNÁNDEZ

LIC. JOSÉ ANTONIO

Actualmente me encuentro en el consultorio con padres de familia que están entrando en conflicto con sus hijos con más frecuencia de lo acostumbrado, que batallan para que cumplan las reglas, que lleguen a tiempo cuando salen, que estudien con más ímpetu así como respeten un estilo de vida más saludable.

Aparece la frustración, la tristeza, el enojo y sobre todo un sentimiento que los acecha constantemente la culpa, la cual lejos de desaparecer con el tiempo se vuelve como una alarma que constantemente nos dice lo malos padres que somos o podemos llegar a ser.

Desde luego que no porque aparezca o no la culpa vamos a ser o dejar de ser buenos padres, pero es un parámetro válido de nuestra evaluación. Pero hablemos un poco de los sentimientos que enumeramos al principio. La frustración, la tristeza y el enojo se producen principalmente por el efecto de las expectativas. Éstas están programadas o definidas por la sociedad, la familia y el entorno en el que nos desenvolvemos normalmente. Este medio nos dice que el ser buen padre es el que le da a sus hijos todo lo que necesitan, o es el padre que siempre está en los momentos difíciles, o es el padre que es capaz de resolver cualquier problema o incluso ser buen padre equivale a tener a los hijos en los mejores colegios, y en los mejores club deportivos. Nada más alejado de la realidad, sin embargo nada más cerca de lo que la sociedad dice que se debe hacer.

¿A quién hacerle caso entonces? Definitivamente no vivimos en el planeta Venus o Plutón, de hecho los científicos por arte de magia desaparecieron de la escena a Plutón, que esto me hace pensar en los astrólogos ¿qué va a pasar conmigo que tengo de planeta rector a Plutón? Para reexponer la primera pregunta fácilmente, diríamos que es la congruencia la que nos llevará a educar mejor a nuestros hijos. Esto es, si yo creo que Cristo es mi salvador, que la Iglesia Católica Apostólica y Romana son mi guía, y pregono los Diez Mandamientos, pues hay que practicarlos y a través del ejemplo voy a enseñar a mis hijos que lo que yo creo lo vivo. Por el contrario si yo asisto a misa, pregono el respeto y a la salida del centro de oración me peleo a mentadas con el taxista, me como a la vecina porque no barre la calle, esto no se llama congruencia, se llama "metichismo", como diría cierto político presunto padre de Constanza y estaría lejos de predicar con el ejemplo.

Un ejemplo menos sarcástico sería los padres que promueven el no consumo de bebidas embriagantes en sus hijos y cualquier reunión social que se tiene vemos tanto a la madre como al padre consumiendo con singular alegría las bebidas etílicas. O quién no ha escuchado a los padres que dicen "quiero que a mi hijo no le falte nada de lo que a mí me faltó". Probablemente sea muy loable la expectativa de estos padres, pero se ha puesto a pensar si el hijo o hija coinciden con las necesidades o ausencias de las del padre. Pues yo creería que no porque para empezar son seres totalmente independientes.

¿Dónde está la clave entonces? Como dijimos la congruencia en primer lugar, en segundo y no menos importante yo hablaría del respeto, o sea tolerar de manera responsable las elecciones de nuestros hijos. Esto va para los padres que presumimos de ser los mejores ante nuestros vástagos diciendo "yo a mi hijo lo respeto en sus decisiones, nada más que no me gustaría que estudiara tal o cual carrera porque se moriría de hambre". O peor aún "mi hijo(a) puede elegir con quien andar, nada más que no salga o tenga novio a fulanita o a zutanita porque me han dicho que no son de fiar". El principio que está debajo de estas palabras es que mi hijo(a) es incapaz de elegir por él mismo, necesita de mí para poder llegar a ser alguien.

Con este ejemplo no estoy tratando de decir que a los hijos hay que permitirles todo, porque caeríamos en el otro extremo de ser permisivos. El chiste está en encontrar la justa medida que se da a partir de conocer a nuestros hijos. Y sólo se conocen con la convivencia y con la inversión de tiempo. Si yo decido que sólo tengo tiempo para trabajar, estudiar, salir con mis amigas e ir al spa, pues no voy a esperar que mis hijos encuentren valores y principios que sólo en su casa va a tener.

El ser padre implica pues, un compromiso y no sólo un estado biológico, los invito a tratar de ser padres congruentes y respetuosos, sabiendo poner límites claros a nuestros hijos y ser flexibles cuando la situación así lo demande

Aprovecho para felicitar a mis dos pilares en congruencia y respeto a mis padres Toño y Conchita.

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