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Las causas de la crisis mundial

EL MUNDO ANCHO Y AJENO

Rafael Álvarez Cordero

"La victoria tiene muchos padres, pero la derrota es huérfana", dice el refrán.

En los años de la opulencia, tanto los economistas como los analistas del mercado, los "expertos" de todas las naciones hablaban de la bonanza en los negocios, de la elevación cada vez mayor de ganancias en las bolsas de valores, de que todo iba bien; eso lo oí en 2007 y principios de 2008, aunque también algunos analistas habían llamado la atención sobre las irregularidades del mercado, la falta de controles y la posibilidad de una crisis.

Y llegó, y comenzó como un problema "de caja" de unas hipotecarias, y luego se supo que el problema era más grande, y luego los bancos comenzaron a quebrar, y luego se supo que millones de personas perdieron sus bienes, y la carestía llegó, y las ventas bajaron, y las fábricas cerraron y miles, ahora millones de individuos han perdido su empleo, lo que no significa otra cosa que hambre.

La Crisis, con mayúscula está aquí.

Ha sido la confabulación de muchas decisiones y actos equivocados, tendenciosos o francamente fraudulentos lo que llevó al mundo a lo que ahora estamos viviendo; desde tiempos de Bill Clinton, -que no olvidemos ayudó a México en una de sus peores crisis-, se fueron relajando tanto los controles financieros de las grandes corporaciones como los requisitos necesarios para que los norteamericanos adquirieran una hipoteca para su casa.

Los jóvenes empresarios, ilusionados con las grandes comisiones que podían obtener al vender más y más hipotecas, con codicia relajaron las reglas, y cuando se dieron cuenta que no podrían cobrarlas, las "envolvieron" en seda y convencieron a otros banqueros que compraran esas deudas a precios de ganga.

A su vez, los grandes corporativos bancarios, con codicia, pensaron que era una gran oportunidad de ganar muchos millones de dólares, y se embarcaron en la aventura; pronto se dieron cuenta que las hipotecas no valían nada y comenzaron a quebrar, y con falta de ética siguieron adelante hasta que comenzaron a quebrar. La falta de controles permitió la ola de fraudes y malas transacciones financieras.

Al mismo tiempo, los altos ejecutivos de todo el mundo, dueños de las grandes fábricas -como las de automóviles-, y de las grandes corporaciones, ignoraron siempre las leyes del mercado, se aprovecharon de sus posiciones privilegiadas, y con codicia y falta de ética se asignaron sueldos fabulosos y bonos y compensaciones ultramillonarias; así el presidente de General Motors, Richard Wagoner, tiene un salario anual de 20 millones de dólares, lo mismo que el empresario Richard Syron, de FreddieMac, una de las primeras empresas hipotecarias que quebraron; el director de Morgan Stanley, John Mack, recibe 41 millones, 28 el de JP Morgan Chase, James Dimon; Lloyd Blankfen de Goldman Sachs tiene un salario anual ¡de 70 millones de dólares!, y así otros más: Richard Fuld de Lehman Brothers, 40 millones, James Cayne de Bear Sterns, 40 millones y así podemos seguir ennumerando a decenas, centenares de ejecutivos codiciosos; y no sólo eso, sino que las compensaciones de fin de año para los más grandes ejecutivos sumaron más de 12 mi millones de dólares, codicia y falta de ética y nada más.

Las cosas no se van a arreglar de un día para otro, millones de seres humanos en el mundo sufrimos y sufriremos las consecuencias de esas acciones que sumadas hablan del desorden que se produce cuando hay codicia y falta de ética; ésas y no otras, son las causas de la crisis mundial.

Pequeñas grandes cosas.

En ocasiones pensamos que hay que esperar la gran oportunidad, el momento especial en el que podremos hacer algo verdaderamente notable.

Pero, ¿qué pasa con las pequeñas cosas?, una sonrisa, ayudar a alguien con la bolsa del "super", terminar a tiempo un trabajo que nos encargaron, caminar un poco todos los días, arreglar esa conexión que está mal desde hace meses

Pequeñas grandes cosas nos pueden hacer sentir bien, no sólo por lo que hagamos por los demás, que será bueno, sino porque la suma de esas pequeñas grandes cosas son las que hacen la vida. Hacer todos los días pequeñas grandes cosas nos permitirá estar siempre bien y de buenas.

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