El límite. Los cordones de precaución no eran suficientes para detener a los que querían llegar con sus seres queridos que cayeron abatidos bajo la lluvia de proyectiles en la colonia Alamedas de la ciudad de Torreón.
Laguneros se resguardan en sus casas por temor a varias balaceras.
Junto a la caída del sol, varios laguneros salieron a las calles, unos por que terminaron su jornada laboral y otros por que salieron de sus hogares con dirección a la ciudad de Gómez Palacio.
Pasaban las 7:00 de la tarde y varios conductores empezaban a mostrar en su rostro la molestia por la poca fluidez vial que había sobre el puente que va de Torreón a Gómez, mientras que a su izquierda veían al puente plateado totalmente desolado, sin algún auto que transitara sobre él. De vez en cuando algún peatón o ciclista caminaba rápidamente por en medio de la carretera de aquel puente.
A lo lejos, en Gómez Palacio, se podía ver las torretas de lo que parecían ser patrullas, las cuales delimitaban una zona en la que sólo los uniformados podían entrar.
Mujeres, hombres y niños debían bajarse de su auto, si es que se lo pedían, para que los hombres camuflados iniciaran su inspección en el coche. Absolutamente nadie sabía lo que había pasado, pero acataban cualquier orden dada por los militares para poderse irse de ahí lo más pronto posible.
El secreto a voces se extendió y cada habitante de Gómez Palacio y Torreón quería llegar a su casa. Varios grupos de jóvenes, armados de valor y guiados por la curiosidad, eran los que más se acercaban a la zona custodiada por las patrullas, en donde una granada de fragmentación habían explotado hiriendo a un militar y a un peatón.
Los rumores de una balacera se confirmaron con la advertencia hecha por la televisión y la radio, que recomendaron no salir a las calles.
En varios hogares se cerraron puertas y ningún integrante de la familia podía salir de la casa, mientras realizaban llamadas a todos sus parientes para que se resguardaran.
Alrededor de las 8:00 de la noche, la Plaza de Armas de Gómez Palacio, en donde se iba terminar el festejo de la llegada del primer obispo de la Diócesis gomezpalatina, se encontraba casi sin gente. Los feligreses prefirieron no salir.
Más disparos fueron escuchados en varias colonias de La Laguna, como en la Durangueña, el Centro de Torreón, El Consuelo de Gómez y San Felipe de Lerdo.
Para las 10:00 de la noche, casi no había gente en las calles del Centro, en Torreón.
El miedo se transmitió entre decenas de laguneros que comentaban la noticia.
La inseguridad de la Comarca Lagunera se hizo presente desde la tarde, pues en la colonia Alamedas, de Torreón, encontraron en el suelo a cuatro personas que les arrebataron la vida con una lluvia de balas, pero el suceso que más afectó a la ciudadanía fue al caer la noche, en donde un grupo armado llegó a la entrada de la colonia El Consuelo a quitarle la existencia a un varón, para después aventar una granada de fragmentación en el retén militar de Gómez Palacio. Al final de la noche el saldo fue de once personas sin vida.
