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Chagas: asesino invisible; infección afecta a 8 millones

Contagio. El 80% de los contagios es por la vía piquete de chinche, aunque también se infecta por transfusión de sangre o contagio de madre a hijo durante el embarazo.

Contagio. El 80% de los contagios es por la vía piquete de chinche, aunque también se infecta por transfusión de sangre o contagio de madre a hijo durante el embarazo.

EL UNIVERSAL

Un piquete de chinche marcó la vida de Elena Ramírez. El insecto transmitió a esta mujer otomí un parásito que se alojó en su sangre y, lenta y silenciosamente, dañó su corazón hasta dejarlo casi inservible, algo insólito en una mujer de 41 años. Elena padece chagas, enfermedad que se ha expandido por nulas políticas públicas para controlarla.

El parásito puede entrar al organismo por piquete de chinche (el insecto pica y casi al mismo tiempo defeca. En sus heces están los parásitos que contaminan la sangre del humano. El 80% de los contagios es por esta vía), también por transfusión de sangre o contagio de madre a hijo durante el embarazo.

Hoy, según el Centro Nacional de la Transfusión Sanguínea, 8 millones de mexicanos estarían infectados con Tripanosoma cruzi, parásito que provoca el chagas. La cifra supera a la de los 200 mil que viven con VIH (según Onusida) y es semejante al número de diabéticos, que va de 6.5 a 10 millones (de acuerdo con la Fundación Mexicana de Diabetes).

Miles de portadores ignoran que llevan tal bomba de tiempo: entre 30% y 40% de ellos desarrollará la fase crónica de chagas, durante la cual el parásito daña corazón, esófago o colon. Podrían transcurrir 20 años sin que noten que están enfermos; cuando se enteren, los daños serán severos e irreversibles.

MIGRACIÓN, UN RIESGO

En 1909, Carlos Chagas, médico brasileño, descubrió la enfermedad. Las chinches que la transmiten tienen delimitado su territorio desde México hasta el Sur de Argentina y Chile; de ahí que su nombre científico sea Tripanosomiasis americana. En nuestro país los primeros enfermos se reportaron en 1940; desde entonces la Secretaría de Salud la ha ignorado.

Paz María Salazar, investigadora de la Facultad de Medicina de la UNAM y quien ha dedicado más de 40 años a su estudio, es testigo del desdén gubernamental hacia el chagas, enfermedad que puede controlarse con campañas sanitarias que informen sobre el daño que causa la chinche. Además, si se detecta a tiempo, el parásito puede ser combatido con fármacos.

En 2000, la científica y otros de sus colegas hicieron una propuesta de control y vigilancia de chagas en México, avalada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y recibida por la Secretaría de Salud, que la ignoró. Ella y otros especialistas sostienen que tal desinterés obedece a que "es una enfermedad de pobres".

En una época de intensa migración global, sin embargo, el chagas está traspasando la frontera de la pobreza. La OMS resalta que la migración modificó su características originales, "convirtiéndola en una infección urbana que puede transmitirse por transfusión de sangre".

BANCOS DE SANGRE NEGLIGENTES

Muchas personas infectadas que donan sangre podrían estar contribuyendo, sin saberlo, a su propagación, pues sólo 113 de los 558 bancos de sangre del país realizan la prueba al 64% de los donadores para descartar chagas, de acuerdo con información del Centro Nacional de la Transfusión Sanguínea. Los que no la aplican, violan la Norma Oficial Mexicana "para la disposición de sangre humana y sus componentes con fines terapéuticos". Ésta, data de 1993 e impone realizar la prueba en personas "con antecedentes de residir o proceder de zonas endémicas", es decir donde pueden encontrarse chinches transmisoras. El asunto, muestran investigaciones recientes, es que estas chinches se desarrollan en casi todo el país.

Según datos del centro mencionado, sólo en seis estados los bancos de sangre realizan pruebas para detectar chagas a 100% de sus donadores, mientras que los del IMSS hacen pruebas a todos sus donadores (desde octubre pasado). Julieta Rojo Medina, directora del Centro Nacional de la Transfusión Sanguínea, asegura que el costo de los reactivos, que va de seis a nueve dólares por muestra de sangre, es uno de los obstáculos para realizar la prueba.

MÉDICOS GENERALES 'NO TIENEN IDEA'

Elena Ramírez, indígena otomí originaria del Valle del Mezquital (Hidalgo) y quien vive en una modesta casa de tabique, peregrinó durante cinco años en busca de diagnóstico y los seis médicos que la atendieron no lograron explicar el origen de sus dolores, su fatiga, sus arritmias. Todos los tratamientos fracasaron. Hasta que llegó al Instituto Nacional de Cardiología, donde supo que padecía chagas.

Diagnosticarlo es una tarea difícil, acepta Pedro A. Reyes, director de Investigación del Instituto Nacional de Cardiología. "Los médicos generales no tienen idea de la enfermedad; si alguna vez la oyeron fue en la escuela y creen que en México no hay".

Elena ignora en qué momento la picó el insecto, pero piensa que fue en su infancia, cuando pastoreaba borregos en Patria Nueva (Hidalgo), donde creció. Hace cinco meses le realizaron una cirugía a corazón abierto para colocarle una válvula que permitiera a su atrofiado corazón seguir latiendo.

Esta enfermedad ha confinado a su familia a la zozobra y a serias dificultades económicas. Su esposo abandonó el trabajo como albañil para "auxiliarla por si tiene un ataque". Se mantienen con los 100 pesos diarios y las propinas que gana Elvira, su hija de 23 años, empleada en un restaurante. Al mes desembolsan mil 500 pesos en medicamentos. Ninguna de las siete medicinas que toma a diario es contra chagas, la mayoría es para mantener su corazón funcionando.

MEDICINAS VITALES, EN LA ADUANA

La falta de acceso a los medicamentos para eliminar el parásito de la sangre es otro penar. Sólo existen dos (Nifurtimox y Beznidazol) y ninguno puede adquirirse en la farmacia porque no se distribuyen a nivel comercial. El Gobierno mexicano consiguió donaciones a través de la OMS, pero la última quedó varada en la aduana, aguardando trámites. Los pocos medicamentos disponibles fueron conseguidos por investigadores, como donación, en Argentina, Brasil o Paraguay.

Tras los análisis que un mes atrás le practicaron a Elena Ramírez, "los resultados mostraron que el parásito seguía en mi sangre y los médicos me dijeron que ahí va a estar, que no se me quitará". Si Elena hubiera sido tratada a tiempo, hoy su corazón no sería una bomba de tiempo.

México, excluido de la acción mundial

En 2005, la OMS incorporó el mal de las chagas en la clasificación de "enfermedades desatendidas" y dos años después creó la Red Mundial para la Eliminación de la Enfermedad de chagas, donde México no aparece.

Documentos de la OMS precisan que "el compromiso con la eliminación de la enfermedad... ha dejado de ser un problema regional y se ha convertido en un problema mundial". Calculan que entre 16 y 18 millones de personas en el mundo están infectadas por el parásito, de las cuales mueren 50 mil al año.

El asunto es que nuestro país "no está jugando ningún papel; no hay presupuesto ni un programa para la enfermedad", acepta Felipe Lozano Kasten, director del Instituto Regional de Investigación en Salud Pública de la Universidad de Guadalajara.

Hace 20 años, Lozano Kasten comenzó a estudiar la enfermedad en Jalisco, encontrando que el porcentaje de personas infectadas era de 2%. "Antes, cuando presentábamos un caso nos decían que estábamos locos... Hace 20 años encontrábamos de cinco a seis casos al año. Ahora detectamos de 300 a 350".

'Muerte súbita', en niños

El grupo de la doctora de la UNAM, Paz María Salazar, ha encontrado niños con trastornos cardiacos a causa de chagas en estados como Querétaro, San Luis Potosí y Veracruz. Por ejemplo, en Tamazunchale (municipio potosino) se hicieron análisis a mil 200 estudiantes de primaria a bachillerato; 30 tenían el parásito y la mitad de ellos padecía ya problemas cardiacos.

Este estudio da una nueva dimensión al chagas: se pensaba que podían pasar entre 20 y 30 años para desarrollarlo, ahora resulta que hay menores de edad con daños cardiacos graves, dos años después de haber sido picados por la chinche. "Estamos viendo las consecuencias de no tener una campaña nacional contra el chagas. Tenemos niños de seis años con alteraciones en su corazón. ¿Qué futuro le puede esperar a un niño con un problema así?", se pregunta Salazar.

Varios de sus pacientes tienen entre seis y 16 años. Hace unos meses, a uno le prohibió jugar futbol porque "cualquier esfuerzo le puede causar muerte súbita".

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