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Estudian daños causados por solventes

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El universal

Investigadores del Instituto de Neurobiología de la UNAM valoran el impacto de esas sustancias en todo tipo de inhaladores

Inhalar solventes industriales, aunque sea de manera involuntaria por razones de trabajo como los mecánicos, pintores, carpinteros o muchas personas en el hogar o estudio al manipular pinturas, barnices y pegamentos, representa un serio problema de salud aún no bien valorado en México.

Por ello, científicos del Instituto de Neurobiología de la UNAM, con sede en Juriquilla, Querétaro, investigan los efectos de esta clase de sustancias tóxicas en las células, tejidos y órganos, apoyados en modelos animales.

Los expertos, encabezados por Alfonso Cárabez Trejo, comprobaron que al inhalar thinner, los compuestos de éste se distribuyen por el organismo e interactúan con los lípidos (grasas) celulares donde generan daños que van del adelgazamiento muscular, la degeneración del hígado o el riñón hasta alteraciones cerebrales e incluso en la estructura del ADN.

“La presencia de moléculas aromáticas como benceno, tolueno o acetonas va a afectar primero al individuo y conforme aumenta la cantidad o el tiempo de exposición también a las células y órganos de todo el cuerpo”, advierte el académico.

Al pasar esas primeras líneas de defensa, añade, las sustancias de los solventes entran al torrente sanguíneo y se distribuyen por todo el cuerpo, donde generan daños funcionales y morfológicos.

“Los compuestos más peligrosos de la mezcla del thinner, formada por más de 200, son los aromáticos, porque se ha demostrado que algunos de ellos como el benceno pueden producir lesiones cancerosas”, remarca.

Población en riesgo

Cárabez Trejo dice que una breve exposición, aun a bajas dosis, pero reiterada, puede ser riesgosa.

“El efecto que provoca una exposición mínima, que no llega a la intoxicación, como una persona que dos veces al año pinta una pared, puede ser controlable por el metabolismo del organismo”.

En cambio, alerta, “si alguien se expone todos los días a dichos compuestos, aunque sea a dosis bajas, su riesgo a la salud aumenta”.

Pero no hay un parámetro sobre niveles de exposición sin riesgos, ya que esto depende de la susceptibilidad individual. Sólo existe el referente de las normas regulatorias que establecen límites permisibles.

El National Institute on Drug Abuse de EU establece como cantidades máximas de inhalación 60 partes por millón para benceno y 140 partes por millón para tolueno.

Exposición involuntaria

Como sucede con el humo del tabaco, la inhalación de solventes puede ocurrir en forma involuntaria en todos los ambientes donde se manipulan esa clase de sustancias.

No sólo los despachadores de gasolina o mecánicos automotrices están en riesgo: también la gente que trabaja dentro del hogar utiliza cotidianamente resinas, barnices, y otras sustancias.

“Dalí murió en su cama a edad avanzada. Pero tal vez otro pintor podrá desarrollar leucemia o cáncer de pulmón en menor tiempo o con más bajas dosis”, comenta el investigador Alfonso Cárabez.

Uso precoz de drogas

afecta vida adulta

¿Los chicos “malos” son quienes consumen drogas o el uso de las mismas hace a los jóvenes conflictivos y antisociales? La respuesta es que ambas situaciones son ciertas, según un estudio publicado por el psicólogo Avshalom Caspi, de la Duke University (Carolina del Norte).

El experto integra un equipo de investigadores de EU, Inglaterra y Nueva Zelanda dedicado a analizar múltiples datos que revelan el estado de salud de mil jóvenes residentes en este último país, todos ellos usuarios de drogas (alcohol y marihuana) desde antes de los 15 años.

La mitad de los sujetos estudiados, quienes procedían de un entorno familiar abusivo o criminal, con antecedentes de problemas de comportamiento, fueron etiquetados como “malos”. En contraste, la otra mitad, formada por los que han vivido en un entorno más estable, fue definida como la de los chicos “buenos”.

Caspi encontró que sin importar su ámbito de procedencia, los precoces usuarios de drogas tuvieron un riesgo mayor de sufrir bajo rendimiento escolar, adicción, enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados (en el caso de las mujeres) o reclusiones en la cárcel, problemas que persistieron hasta después de cumplir los 30 años.

Buenos y malos, los adolescentes que en forma regular usaron drogas “todos tuvieron una precaria salud en la edad adulta”, precisó el investigador. “Esto es consistente con crecientes evidencias de que la adolescencia temprana puede ser un periodo muy sensible a la exposición a esas sustancias”.

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