Se puede asegurar que ningún otro programa de producción latinoamericana ha tenido el impacto internacional causado por esta serie.
Aunque ya pasaron 37 años desde que El Chavo del 8 salió al aire, continúa con altos niveles de rating.
“Se me chispoteo”, “Fue sin querer queriendo”, “¡Aaaahhh ya cállate, cállate, cállate que me desespeeeeeras!”, “¿No gusta pasar a tomar una tacita de café?”... seguramente estas frases se le hacen bastante conocidas.
Cuando Roberto Gómez Bolaños creó la serie de El Chavo del Ocho, probablemente sabía que iba a tener éxito, pero tal vez no imaginaba que traspasaría la barrera del tiempo pues los años siguen su curso y los capítulos jamás pasan de moda y no aburren a los televidentes.
Generación tras generación se han divertido al máximo con las ocurrencias de El Chavo, La Chilindrina, Don Ramón, Doña Florinda, La Bruja del 71, El Profesor Jirafales, Jaimito el Cartero, Quico, Ñoño, La Popis, Godinez y El Señor Barriga.
Para infinidad de laguneros de todas las edades, este programa es uno de los mejores que se han hecho en México. “Nunca me perdía este programa cuando era niña, es más, todavía lo sigo viendo, pero a veces me daba tristeza cómo estaba pobrecito el Chavo. Considero que este programa es muy blanco y nunca aburre; los personajes están muy bien definidos”, dijo a esta casa editora Laura Jaik, de 23 años.
Por su parte Jaime Ruiz de 45 años comentó que se le hace bien interesante la manera en la que El Chavo del Ocho continúa en el gusto del público a varias décadas de su creación.
“Yo era un niño cuando se estrenó el primer programa, me acuerdo que me gustó mucho y nunca me lo perdía. Es impresionante cómo permanece en el gusto de nosotros como público. Hoy en día veo una emisión que vi hace 20 años y me sigo riendo. Creo que Roberto Gómez Bolaños hizo magia”.
Ha sido tanto el éxito del serial que se ha doblado a 50 idiomas, entre ellos el portugués, el ruso y el hindi. Se puede asegurar que ningún otro programa de producción latinoamericana ha tenido el impacto internacional causado por esta serie.
El Chavo del Ocho llegó a la pantalla chica en 1971, después de que el protagonista del programa, El Chavo apareció junto con otro personaje, La Chilindrina, en un cortometraje durante otro programa de televisión popular que era producido y dirigido por Enrique Segoviano.
Para 1973 la emisión se convirtió en semanal, la cual fue cancelada en 1980. Desde ese año y hasta 1992 hubo segmentos del programa en la serie Chespirito y desde 2006 está emitiéndose la serie animada.
En un principio, el programa televisivo se dirigía a un público maduro, pero resultó extremadamente exitoso con los niños mexicanos; entonces se decidió redirigir al público infantil.
El Chavo del Ocho se llamó así porque el programa se transmitía en el Canal Ocho de México (XHTIM Canal 8, propiedad de Televisión Independiente de México, del grupo ALFA de Monterrey, Nuevo León, México) que posteriormente se fusionaría con Telesistema Mexicano (hoy Televisa), para ser transmitido por el Canal de las Estrellas.
Tiempo después, el Canal 8 se mudó al Canal 9 (hoy Galavisión) de México por cambios en las asignaciones del espectro radioeléctrico.
Finalmente, para evitar este malentendido del nombre “del ocho”, y su referencia a la antigua compañía televisora (Canal 8), se decidió que el personaje viviera en el departamento número 8. Generalmente se cree que el personaje vive en el barril, sin embargo existe al menos un capítulo en donde el Chavo menciona que vive en el departamento ocho (este lugar nunca es mostrado en el programa).
Existe un libro llamado El Diario del Chavo del Ocho, escrito por Roberto Gomez Bolaños en donde queda bien claro el hecho de que el personaje radica en un departamento.
Y la historia inicia así...
Chespirito fue el creador principal y estrella del programa. Llamó a Florinda Meza para actuar en el programa al principio. Chespirito y Meza forman pareja en la vida real ya que contrajeron matrimonio. Edgar Vivar fue el segundo actor elegido para el programa. Chespirito contrató a Ramón Valdés porque ya lo había conocido por muchos años.
Entonces, Rubén Aguirre fue puesto como el profesor de la escuela en el programa. Aguirre y Chespirito habían estado trabajando juntos por años. Carlos Villagrán resultó ser un amigo de Aguirre, que era reportero para periódicos, y fue a una fiesta organizada por Aguirre, donde Chespirito lo conoció. Villagrán es capaz de inflar sus cachetes más allá de la proporción normal, y Aguirre le contó a Chespirito acerca del talento oculto de su amigo. Villagrán fue contratado rápidamente para el programa.
María Antonieta de las Nieves, quien interpretaba a La Chilindrina, era una actriz que sólo hacía la voz para anuncios de televisión y doblaje. Al oír su voz, Chespirito pensó que era perfecta para el programa. Los últimos en unirse al programa fueron Angelines Fernández, una veterana actriz de telenovelas, y Horacio Gómez Bolaños, el hermano de Chespirito que nunca antes había considerado la actuación. Originalmente sólo iba a supervisar el mercadeo del programa.
