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Un lagunero en Tlatelolco

Este cartel fue hecho por los alumnos que formaban parte del Comité de Lucha de la Escuela de Pintura y Escultura INBA SEP.

Este cartel fue hecho por los alumnos que formaban parte del Comité de Lucha de la Escuela de Pintura y Escultura INBA SEP.

CUAUHTÉMOC TORRES

José Luis Torres González cuenta su historia dentro del movimiento estudiantil de 1968. Él partió de Torreón muy joven para estudiar la carrera de Pintura y Escultura, sin saber que regresaría siendo testigo de uno de los acontecimientos más sangrientos de la historia de México.

José Luis llegó a la Plaza de las Tres Culturas de la Ciudad de México cerca de las 5 de la tarde del miércoles 2 de octubre de 1968, ya había mucha concentración. El lugar ya estaba rodeado de granaderos. Él estaba en la parte de debajo de la plaza, por eso no pudo entrar hasta el fondo.

“Desde ahí nos quedamos a escuchar... eran puras consignas contra el Gobierno. Ese día se sentía más miedo que otras veces, un temor inusual, ya se intuía una represión fuerte, siempre las hubo. El ambiente estaba muy tenso”.

De pronto, como a las 6 de la tarde, recuerda, empezó la tragedia en la plaza de Tlatelolco. José Luis tiene grabada la imagen como si fuera una fotografía que le ha acompañado toda la vida. “Se escucharon disparos, gritos, muchos gritos, gente corriendo, pisándose unos a otros, con sus rostros llenos de temor, lágrimas, mucho miedo, confusión... lo único que recuerdo es que corrí hasta salir del lugar”.

Esa tarde noche regresó a la casa donde los estudiantes foráneos vivían. Él junto a sus compañeros, no regresaron al lugar para ver qué había pasado. Se quedaron encerrados, preguntándose unos a otros lo sucedido.

Al día siguiente, José Luis intentó a ir a Ciudad Universitaria para ver si informaban de la masacre, como comúnmente sucedía cada vez que había alguna represión. Pero desistió. De alguna u otra forma no volvió a intentar saber sobre estos hechos. Tenía mucho temor.

Pero nadie le cuenta lo que sucedió. Él estuvo allí, viendo la brutalidad que utilizaba el Gobierno para reprimir a los manifestantes. Él vio el dolor, vio de cerca la muerte, pero logró escapar y hoy lo cuenta aún con un dolor que todavía se refleja en su rostro.

EL VIAJE

Principiaban los años 60. José Luis Torres González tenía una inquietud. Él quería ser uno de los mejores pintores en el país. En esa época él vivía la adolescencia y estudiaba en el Centro Regional de Iniciación Artística de Torreón.

Un día, su maestro, Enrique Poblador -ya fallecido- le platicó a él y a otros compañeros sobre la escuela La Esmeralda, del Instituto Nacional de Bellas Artes, en la Ciudad de México, una academia para estudiar la carrera de Pintura y Escultura.

Cuando tenía 19 años (1963), José Luis emprende el viaje a Ciudad de México. Sus primeros años de estudios fueron de lo más normal, sin embargo, los últimos meses cambiaron totalmente su destino.

El 23 de julio de 1968 fue la “primera llamada”. Recuerda que estudiantes de dos escuelas de la Ciudad de México se enfrentaron, la Policía y granaderos intervinieron reprimiendo a los estudiantes con mucha violencia.

De este dato da testimonios la revista independiente ¿Por qué?, en su Número Extraordinario ¡Esta es la verdad!, en la que se muestran imágenes de la represión y todo el acontecimiento.

“El martes 23 de julio pasado, en las inmediaciones de La Ciudadela, se registró un pleito callejero e intrascendente entre estudiantes politécnicos y de las vocacionales Cinco y Dos y preparatorianos de la Ochoterena. Resultados: cristales rotos, piedras cruzadas entre los dos bandos y amenazas”, dice el texto de la revista y continúa:

“Sin embargo, en vista de que el desorden continuó al día siguiente, las autoridades del Departamento del Distrito Federal ordenaron la intervención de los granaderos, quienes en forma brutal asaltaron las dos vocacionales y detuvieron y golpearon dentro de las aulas a los estudiantes y a los maestros que protestaron por el allanamiento”.

De ahí en adelante todo fue temor, impotencia, clandestinidad y más represión. Los estudiantes pedían justicia por la represión de la que habían sido víctimas. José Luis jamás lo olvida. Siempre lo tiene presente. En su rostro se refleja la tristeza que le provoca recordar aquel movimiento estudiantil, en el que ayudó a escribir los comunicados para convocar a los mítines...

Aunque no participó de manera protagónica, José Luis rescata de sus memorias esas imágenes inéditas de sus reuniones y su lucha.

SE INCORPORA AL MOVIMIENTO

Su acercamiento al movimiento estudiantil de 1968 empieza cuando se forman Comités de Lucha en las instituciones educativas y de la Universidad Nacional Autónoma de México mandan delegados a todas las escuelas para que se integraran a la corriente, entre estas La Esmeralda.

Recuerda que “se formaron brigadas dentro de la escuela para publicitar lo que estaba pasando, para reunir fondos para el movimiento. Ya más organizados se nos ‘encomendó’ prácticamente empezar a editar volantes, hacer carteles alusivos.

“Algunas reuniones eran a escondidas, porque teníamos que estar atentos a las autoridades, porque se decía que andaba Gobernación vigilando estas cuestiones. Había mucho temor, porque los estudiantes éramos perseguidos. En una casa particular nos llevábamos los mimeógrafos para estar imprimiendo los comunicados”.

Incluso, relata que como los varones eran muy vigilados, mandaban a las mujeres estudiantes a comprar el papel con el que hacían los comunicados, para evitar sospechas.

“Salíamos a hacer ‘pintas’ en las calles, a veces nos mandaban a Azcapotzalco. Salíamos en las noches, siempre atentos a que nadie nos viera”.

José Luis acepta que en todos los mítines había temor, porque normalmente estaban rodeados de granaderos. Pero ese 2 de octubre, comenta, presintió un miedo “especial”, al igual que todos los demás. Ese día se convocó a un mitin importante, porque el Comité de Lucha trataba ya de solucionar el problema. Y en efecto, sus presentimientos no fueron erróneos.

SU REGRESO A LA LAGUNA

Diez días después de la matanza, José Luis terminaba sus estudios. Sin voltear atrás tomó un camión Estrella Blanca y sin más regresó. Antes de partir, comparte que entre los rumores de estudiantes circulaba la advertencia de tener cuidado al salir de la ciudad.

Muchos comentaban que Gobernación seguía buscando a los estudiantes por todos lados, interceptando camiones, que tuvieran cuidado en las centrales, pero nada de esto le ocurrió.

“A partir de ese hecho despierta la conciencia social, porque antes de eso no había conciencia. Ahí se da uno cuenta de las injusticias que había, de la represión”.

Hoy, a 40 años de la masacre, José Luis no puede olvidar el suceso, además no quiere, lo mantiene intacto, casi tan “fresco” como el momento mismo que sucedió. Dos de octubre no se olvida, dice la famosa frase, pero más allá de esta frase, existen en realidad las memorias y recuerdos de cientos de personas que no olvidan, ni olvidarán, porque no quieren, porque no es tan fácil y porque aún no se sabe a ciencia cierta ¿Por qué? Aún hay varias interrogantes que no se han podido responder.

En Torreón el 2 de octubre de 1968...

El río Nazas corría por La Laguna.

Al igual que en 2008, el río Nazas tuvo una avenida que inició en septiembre de 1968, aunque con un caudal casi cinco veces mayor al de este año. Para el 2 de octubre, reportaba El Siglo de Torreón, se descartaba una nueva creciente, lo que se había temido por la aparición del ciclón “Paulina”. En menos de un mes, la avenida del Nazas había dejado daños contabilizados en 42 millones de pesos... de 1968.

Los Cardenales de San Luis y los Tigres de Detroit empezaban la Serie Mundial de beisbol.

Las apuestas iban 8 a 5 a favor de los Cardenales, publicó El Siglo de Torreón ese día. Ganaron los Tigres, el 10 de octubre, tras 7 juegos.

La película “El Cid” se exhibía en el Cine Palacio.

Charlton Heston y Sophia Loren protagonizaban la cinta. La entrada estaba en $4.00 y $1.50. La cinta se había estrenado desde 1961.

El movimiento estudiantil se vivía en Torreón

El Comité de Huelga de la Escuela de Medicina de la UAC celebraba en la Plaza de Armas una velada literario-musical con unas 300 personas, en apoyo a estudiantes de la Ciudad de México.

Marchan para recordar la matanza

A 40 años de la matanza de Tlatelolco, los estudiantes de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma de Coahuila (UA de C) unidad Torreón, realizarán una marcha, la cual culminará con un mitin y una “tocada” en la Alameda Zaragoza.

Como cada año, la reunión será en punto de las cinco de la tarde de hoy, en la Alameda Zaragoza frente a la fuente del Pensador. El recorrido que se seguirá no fue revelado.

Las actividades para recordar esta fecha iniciaron desde el pasado sábado 27 de septiembre con un ensamble musical tanto en Gómez Palacio como en Ciudad Lerdo.

Y el día de ayer miércoles primero de octubre, los alumnos organizadores presentaron un monólogo, en el cual se incluyeron diálogos de la película Rojo Amanecer.

Para el día de hoy, además de la marcha, se proyectará en la sala audiovisual de la facultad el documental titulado El Grito, basado en el movimiento estudiantil de 1968.

“El recuerdo del 2 de octubre tendría que seguir siendo orientado a resaltar que el sistema político mexicano, mantiene variables por las que lucharon en aquella época y que tienen que ver con el autoritarismo, con la exclusión y la discriminación de los jóvenes universitarios de la vida política del país”, comentó el director de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Roberto López Franco.

Proyectan documental

Hoy 2 de octubre se proyectará el documental “El Grito” que narra de una manera especial los acontecimientos del movimiento estudiantil de 1968. Después del documental se tendrá la presencia del profesor Israel Rodríguez para dar su punto de vista acerca de lo ocurrido ese trágico día. La cita es a las 18:00 hrs. en el auditorio del Museo Arocena, en Torreón.

Este es un grabado en madera hecho por los alumnos de la escuela La Esperanza, donde se representa la represión de la
cual fueron víctimas.
Este es un grabado en madera hecho por los alumnos de la escuela La Esperanza, donde se representa la represión de la cual fueron víctimas.
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