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Que viva México

Adela Celorio

A nadie se le ocurra pensar por el tono frívolo de estas notas, que no estoy enterada y dolida de saber que la delincuencia ya alcanzó también a la buena gente de la Región Lagunera, que como la de todo nuestro México, está sufriendo el miedo y la violencia que genera esta absurda guerra contra el narco, que inevitablemente recuerda los ríos de sangre que cobró en USA la prohibición del alcohol, con los resultados que todos conocemos.

Reconozco que el tema narcos y violencia me rebasa, por lo que prefiero dejarlo para columnistas más sagaces, mientras yo me ocupo como sugiere un lector, de recordar a Don Gabriel Vargas, extraordinario monero que tan sensiblemente ha sabido caricaturizar a la gran familia mexicana, especialmente la del siglo pasado con sus valores de lealtad y solidaridad, con sus sueños, sus pretensiones y sus frustraciones.

Cumplido peluquero de profesión, padre amoroso, digno y honrado ciudadano, Don Regino Burrón cuando se toma unas copas se transforma en un energúmeno buscapleitos. ¿Quién no conoce a alguien así? Hombre respetable excepto para Doña Borola, su mujer y gran personaje de la historieta; quien lo ningunea por chaparro y poca lucha. Inconforme con la sencillez y la humildad de Don Regino, que no va para nada con sus ambiciones de “wanabe” (quiero y no puedo) Borola pretende ser “de la alta” como ella misma dice, y aspira a la buena vida, sin saber que la buena vida es la que tiene con ese pan de Dios que es Don Regino y sus dos chamacos que todavía obedecen y no como los de ahora. Vecindera, revoltosa y luchona, siempre metida en problemas, Borola Burrón es como yo, una convencida materialista que cree en el comercio, en el dinero y en los grandes almacenes; aunque viva en un humilde patio de vecindad de los que ya casi no quedan porque van cediendo su lugar a los modernos condominios.

La historieta de Don Gabriel Vargas, es una fina caricaturización al estilo de Chava Flores que no tiene a su Borola, pero tiene a su Bartola: “Oye Bartola, ahí te dejo esos dos pesos, pagas la renta, el teléfono y la luz…”. Al paso de los años, la obra de ambos artistas, Don Gabriel Vargas y Chava Flores, se ha convertido en imprescindible material para los sociólogos, aunque no siempre fue así porque entre muchas otras cosas, papá tenía prohibido que yo leyera revistas de monitos, especialmente los Burrón. “Son vulgares y deforman la imaginación de los niños” aseguraba. Yo por supuesto, debía obedecer ciegamente cualquier cosa que papá ordenara, por lo tanto, tenía que esperar que mis primas ricas, compraran cada domingo la historieta, para que yo pudiera leerla a condición de que se las platicara después. Por cierto, eso fue lo último que “leyeron” porque como ellas mismas dicen “ya superaron la etapa de la lectura”.

Pues bien, vaya aquí el reconocimiento que justificadamente nos pide el lector Batimanel, para Don Gabriel Vargas que a los 92 años sigue dando vida a “La Familia Burrón” que este 15 de septiembre cumplió 60 años de publicarse. Habrá sin duda, entre los niños de hoy, como hubo entre los de ayer (así lo reconocen Fernando Savater, Juanito Villoro y tantos obsesivos lectores; entre los que, guardadas las debidas distancias me incluyo) quienes se introduzcan en el mundo inabarcable de la lectura, por la puerta abierta y fácil de los monitos, teveos, o “cómics”, como les llaman mis primas ricas.

Antes de terminar esta nota, aprovecho para desearnos que ¡Viva México! y que pronto pase este momento difícil y sangriento que todos estamos sufriendo. Y ahora… voy vengo. No tardo, nomás voy aquí a Estambul, me compro una lámpara de Aladino, y regreso volando en la primera alfombra que venga para acá.

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