La natación mexicana no consigue medallas en las pruebas de nado desde los Juegos Olímpicos de México 1968, cuando Felipe “Tibio” Muñoz consiguió presea de oro en 200 metros estilo pecho y Mari Tere Ramírez de bronce en 800 metros libres, tan sólo los clavadistas han sido constantes.
Tal parece que la vocación de los tritones mexicanos son los clavados, desde Joaquín Capilla, quien ganó medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 1956 en Melbourne, Australia, hasta la de bronce conseguida en los recientes Juegos Olímpicos de Beijing 2008 por Paola Espinosa y Tatiana Ortiz en clavados sincronizados.
Luis Gutiérrez del Bosque, director del Parque Acuático Dolphins, consideró que no se le dio continuidad al programa presentado por el entrenador norteamericano Ronald Johnson, quien fue entrenador de la Selección de natación de México en la Olimpiada de 1968.
En la natación mexicana no ha habido una verdadera inversión económica como la realizada en los Juegos Olímpicos de 1968, cuando se contrataron a los mejores entrenadores extranjeros para las diferentes disciplinas de competencias.
Los clavadistas mexicanos se defendieron en Beijing 2008 y demostraron que hay un buen nivel de competencia a nivel internacional en esta prueba, no así en nado, lo cual pone de manifiesto que las autoridades del deporte deben invertir en la capacitación de nuestros entrenadores, enviándolos a estudiar al extranjero.
De igual manera hay que llevar a los tritones mexicanos al extranjero para que vean la forma de trabajar de los entrenadores de otros países, independientemente de que debe haber una reestructuración en la natación mexicana.
En el año 2003 hubo un intercambio deportivo entre México y China, enviando la Comisión Nacional del Deporte (Conade) dos entrenadores chinos especialistas en clavados a la Comarca Lagunera, recién inaugurado el Centro Acuático de la Unidad Deportiva Torreón.
Los entrenadores chinos vinieron a revisar las instalaciones de la fosa de clavados, cuyos trampolines estaban incompletos en ese entonces, y debieron regresarse sin haber cumplido con su encomienda, ya que, como es costumbre en México, se realizan obras y las inauguran con gran bombo y platillo pero incompletas.
Además, los instructores chinos no sabían nada de español y su inglés era deficiente, por lo que no pudo haber un enlace con ellos
