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Dificultades partidarias

Plaza Pública

Miguel Ángel Granados Chapa

En algún momento todos los partidos han padecido enfrentamientos interiores, cuitas que casi siempre tienen que ver con el poder interno y el dinero asociado. Las dificultades y crisis internas se resuelven a menor o mayor costo, en menor o mayor plazo. Por ahora, quienes las enfrentan en diversos grados son el PAN, el PT y el PRD.

El riesgo de una más honda división interna en el panismo fue resuelto, en apariencia al menos, con cesiones a la fracción más a la derecha. Al anunciar que había escrito un libro, y al presentarlo, Manuel Espino retomó parte de la presencia interna que había perdido hace un año y que se expresó de modo más evidente en su decisión de no buscar la reelección en diciembre pasado. Pareció entonces vencido por el presidente Calderón y Germán Martínez. Pero su libro y amenazas no muy discretas, sobre la posibilidad de revelar interioridades del partido, lo han repuesto en el sitio de influencia que requiere tener. Hizo que el PAN se corriera a la derecha y otorgara sitios de influencia a miembros de su corriente, especialmente a Vicente Fox. Debe recordarse que desde la presidencia de la Organización demócrata cristiana de América, ODCA, Espino impulsó al ex presidente para que ocupe un cargo relevante en la agrupación internacional de esa tendencia, que se disfraza de centrista.

En el Partido del Trabajo, desde flancos distintos se asedia al dirigente Alberto Anaya. Su antiguo y firme aliado José Narro lo señala como contrario hoy a las convicciones iniciales del PT, y ha convocado, sin que parezca tener posibilidades de éxito, ni siquiera ante la crisis perredista, a crear un frente electoral de izquierda, que carece de opciones formales para participar en la elección legislativa del año próximo. Por otro lado, la Unión Democrática Nacional del PT encamina su lucha por la vía formal: acudió ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación en busca de que se anule el congreso del partido celebrado la semana pasada y donde se ratificó el liderazgo de Anaya. Sus oponentes alegan varias irregularidades, en relación con la convocatoria y la falta de quórum en la elección de los dirigentes. Sólo estuvo presente, arguyen, el 61 por ciento de los delegados posibles, porcentaje menor al 66 requerido por la ley interna. Argumentan otra infracción estatutaria: no deben ser dirigentes quienes ostentan cargos de elección popular y en ese caso están Anaya mismo y Alejandro González Yánez, senadores; el hermano de este último, Óscar, que es alcalde, y los diputados Ricardo Cantú y Rubén Aguilar (Jiménez, no Valenzuela, que fue el vocero foxista).

Los del PT son problemas nimios, no obstante su gravedad, comparados con los que no acaba de superar su aliado el PRD. Un nuevo episodio aviva y ahonda la querella interna. Anteayer renunció Ernestina Godoy, presidenta de la Comisión Nacional de Garantías, el tribunal interno de ese partido, inconforme con el proceder de sus dos colegas, Renato Sales Heredia y Dolores de los Ángeles Nazares. Días atrás, la renunciante (una prestigiada litigante que presidió la Unión de abogados democráticos) había quedado en minoría en la decisión de anular la elección del 16 de marzo para renovar la cabeza del Comité Ejecutivo Nacional. Esa resolución ha sido impugnada por Jesús Ortega ante la justicia federal electoral.

La renunciante explicó su posición:

“En las condiciones de confrontación que vive el partido, la Comisión Nacional de Garantías tenía la responsabilidad política de entrar al estudio de fondo de las irregularidades, resolviendo en consecuencia; y al convalidar el fraude, la Comisión sólo propicia mayor confrontación entre algunos militantes, y desaliento y frustración entre otros. Ante la opinión pública se deslegitima no sólo el proceso interno sino el partido en general. En este contexto -deseo ser categórica, no soy una simuladora- no puedo, en congruencia con lo que creo y he defendido a lo largo de mi vida en el campo de la lucha democrática, ser cómplice por omisión, de personas que carecen el mínimo compromiso con los principios que defiende el PRD”.

Renuncia, dice, porque las resoluciones suscritas por sus colegas “validan actas apócrifas de casillas que no fueron instaladas, así como actas con votación atípica, con lo que se contabilizan votos que fueron fabricados ilegalmente, premiando el fraude e instaurando la impunidad ante esos hechos vergonzosos”. El eje de ese argumento había sido invocado ya en el voto particular que la abogada Godoy emitió al discutirse la validez de la elección perredista. También la impulsa a marcharse el haber llegado a la conclusión de que su voto minoritario no tiene “más efecto que el de un testimonio de oposición a los burdos criterios que se emplean en las resoluciones de la mayoría”. Esa mayoría, agrega, no es responsable, sino “un bando que actúa como una facción, en cuyo proceder priva la parcialidad”.

La comisionada Dolores de los Ángeles Nazares había renunciado, meses atrás, por sentir una incomodad semejante en su calidad de minoría. Retiró su dimisión probablemente al recibir seguridades de que ya no estaría en esa posición. En ese contexto, la ex presidenta Godoy informa que su colega Ángeles Nazares “ha manifestado expresamente que sus decisiones tienen que ser consultadas”, mientras que Sales “ha demostrado total subordinación a los planteamientos esgrimidos por Ángeles Nazares, que le son ordenados desde fuera de la Comisión”.

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