Nosotros Desayunos Eventos Salud

A Cien por Hora...

Ricardo Rubín

BANDERAZO DE SALIDA.- Algunos lectores quizá no sepan quién fue John Barrymore, pero eso no importa para la historia que voy a contarles... John Barrymore fue un famoso actor de la llamada Época Dorada de Hollywood, hermano de otros actores y actrices del mismo apellido y de gran fama, pero John destacó no tanto por sus actuaciones, sino por su perfil. Se decía que tenía el perfil “más perfecto del mundo”... La historia que voy a contarles comienza una tarde cálida en el bar “Los Corderos” de Los Ángeles, adonde llegó el famoso actor a tomar una copa. Barrymore acababa de escaparse del hospital Belleveu, donde estaba internado para curarse de su alcoholismo crónico. Llegó al bar, y ocupó uno de los altos asientos en un lugar apartado de la barra. El cantinero, que lo conocía de años, se acercó a atenderlo... “Joe, le dijo el hombre del perfil perfecto, no estoy aquí para perder el tiempo. Trae la botella de ginebra más grande que tengas, y sírveme en una cubeta vacía. Estoy sediento”.

CURVA PELIGROSA.- El cantinero tomó una copa grande, la llenó de ginebra y la puso delante del actor. El hombre tomó la copa y la acercó a sus labios. Las manos le temblaban, tuvo que controlarse, y se ayudó con ambas manos para no regarse encima el licor. Bebió dos largos tragos y la dejó sobre el mostrador. Se veía cansado, pero ahora tenía un alegre brillo en los ojos... “Me salí del hospital” le dijo al cantinero, “porque apesta a ácido fénico y no hacen sino fastidiarme. Vine aquí porque no sé de nadie que se haya muerto junto a la barra de una cantina. Yo paso en el hospital una temporada quejándome y ellos me llevan toda una legión de médicos graduados de la mejor clase, según ellos. Pero para mí son hombres de la menor distinción que he visto en mi vida”... John Barrymore volvió a llevarse la copa a los labios, y sus manos ya no temblaban tanto como antes. Ahora tomó unos tragos más largos de licor y sus mejillas se enrojecieron ligeramente.

RECTA FINAL.- Comenzaba a sentirse bien, y cuando el cantinero se acercó de nuevo adonde estaba sentado, Barrymore comentó: “Me gusta este sitio. Es tranquilo y fresco”... El actor se sentía ligeramente eufórico y comenzó a tararear una canción. No le salió bien y volvió a beber de su copa, ahora con mayor seguridad... La dejó sobre el mostrador y se distrajo viendo el local que tan bien conocía, y sonrió a un desconocido que estaba más allá, también tomando silenciosamente. De pronto, sintió un dolor agudo en el costado, y comenzó a sudar. Pensó: “Dios. Ya estoy enfermo otra vez”... Recordó que los doctores le habían recomendado repetidamente que no podía tomar una sola copa más, ni una sola. El cantinero se dio cuenta que algo le pasaba al gran actor, y se acercó solícito a ver si se le ofrecía algo. Barrymore, con paso lento y medio inclinado, ya había emprendido la caminata hacia la salida del bar.

META.- En la calle detuvo al primer taxi libre que pasó y se dejó caer en el asiento de atrás. Estaba sudando a chorros, las manos le temblaban, y el dolor asesino que tenía clavado en un costado del estómago lo quemaba por dentro... El chofer del taxi se volvió a mirarlo y le preguntó a dónde quería ir. Al actor del perfil perfecto no le importó que el taxista no lo reconociera, y con un gran esfuerzo le dijo: “Al hospital Bellevue, de regreso”.

Leer más de Nosotros

Escrito en:

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Nosotros

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 366066

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx