Ni tu trabajo, ni tu profesión, ni tus negocios.
Nada tiene más importancia que tus hijos.
Ni el pretexto de que, si no les dedicas más tiempo,
es porque están ganando un futuro mejor para ellos.
Ya conocemos todas esas grandes frases.
La verdad es que tus hijos necesitan mucho más de tu presencia
que tu dinero.
Ocupas un puesto importante en la sociedad,
y la sociedad te exige que te entregues a ella.
Hasta aquí te comprendemos perfectamente.
Olvidas que también ocupas un puesto importante en tu familia,
y que tu familia también te exige que te entregues a ella.
Eres el gran experto, eres directivo, eres luchador,
trabajas de día y de noche, viajas...
Está bien pero, ¡no te olvides que eres padre,
y que el mayor negocio, y la mayor empresa de tu vida son tus hijos!
Sabes que muchos de los despistes de la juventud,
muchos de los desarraigos y de las delincuencias
que tú ahora condenas se deben, en gran parte,
a la falta de proximidad, de presencia, de calor de los padres
en los años decisivos de la niñez y de la adolescencia
desde el día que tuviste a tu primer hijo,
eres algo distinto a lo que eras antes: eres padre.
Observaste que ella, desde que supo que iba a tener
su primer hijo se te convirtió en golpe, de esposa a madre.
Eso no ocurre tanto con los padres, por eso en ellos,
la reflexión racional debe completar más la fuerza del instinto
porque ser padre es algo tan grande que, cuando los hombres
preguntaron cómo habrían de llamar al Supremo Ser,
se les dijo que le llamaran “Padre Nuestro”.
¡FELIZ DÍA DEL PADRE!