Cultura

Honran a Enriqueta Ochoa

La coahuilense Enriqueta Ochoa recibió la Medalla de Bellas Artes, el máximo reconocimiento que otorga el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).

La coahuilense Enriqueta Ochoa recibió la Medalla de Bellas Artes, el máximo reconocimiento que otorga el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).

Agencias

Recibe la coahuilense el máximo reconocimiento del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura.

En reconocimiento a su trayectoria literaria y su influencia sobre las nuevas generaciones de poetas mexicanos, la coahuilense Enriqueta Ochoa (1928) recibió la Medalla de Oro que otorga el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL).

Durante el homenaje que la institución le rindió por sus 80 años de vida, en la Sala Manuel M. Ponce del máximo recinto cultural del Palacio de Bellas Artes, la titular del INBAL, María Teresa Franco, reconoció la trayectoria artística y literaria de la “Poeta de lo Sagrado”.

Se refirió a la autora, quien el pasado 2 de mayo cumplió 80 años de edad, como una apasionada del lenguaje y que con “gran poderío verbal ha sabido observar ese brillo sutil que tienen las cosas, incluso aquellas que cuesta mucho trabajo mirar.

Dijo que su poesía trenzada con imágenes de belleza penetrante, extrae la más mínima naturaleza de la exigencia, para entregarnos versos que al ahondar en el espíritu del individuo, comunican a todos los hombres.

También la consideró una de las mentoras más lúcidas y comprometidas con el lenguaje, cuyas aportaciones a la poesía así como a jóvenes vates mexicanos, “es sin duda equiparable a la de Juan José Arreola”.

“Le entregamos de parte del INBAL la presa más alta de esta institución y le damos las gracias porque muchas de las horas felices, han sido a través de usted. Le decimos que usted tiene un lugar muy privilegiado en la literatura y poesía mexicana”, agregó Franco.

En silla de ruedas, cansada pero con una sonrisa de oreja a oreja, la autora de obras como “Retorno de Electra” y “Los himnos del ciego”, entre otras publicaciones, expresó su beneplácito y agradeció a los presentes que abarrotaron el recinto.

“Me siento muy feliz y más ahora que tengo 80 años. Ya me puedo ir tranquila, ya logré mi familia, tengo a mi hija, a mis nietas que son lindísimas y eso no se encuentra más que a esta edad”, reveló Ochoa quien agregó que a sus ocho décadas de vida continúa haciendo lo que más le gusta: escribir.

Por su parte, los escritores Carlos Montemayor, Hugo Gutiérrez Vega, Esther Hernández Palacios y el dramaturgo Víctor Hugo Rascón Banda, destacaron la vida y obra de Ochoa.

Al tomar la palabra, el también presidente de la Sociedad General de Escritores de México (Sogem), Víctor Hugo Rascón Banda, expresó su beneplácito por la presea a “una mujer grande, a una poeta que no tiene medida y que ha vivido una vida discreta alejada de mafias y capillas”.

Calificó a Ochoa como una jacaranda solitaria y que a los 27 años de edad dejó su natal Torreón para trasladarse a la Ciudad de México.

Aquí llegó para estudiar teatro, aquí realizó sus primeras obras para niños, haciendo adaptaciones de cuentos infantiles clásicos aunque nunca abandonó la poesía.

También tuvo acercamientos con intelectuales de la talla de Jesús Arellano, ex director de la revista Fuentesanta, donde publicó algunos poemas, recordó Rascón.

A punto del llanto, el dramaturgo señaló que el mejor homenaje que se le puede brindar hoy a Enriqueta Ochoa es reeditar su obra completa y editar sus obras inéditas.

“Necesitamos a Enriqueta Ochoa, necesitamos que nos ilumine con su poesía en estos tiempos nublados y de confusión, de odio; necesitamos su sensibilidad y su arte terrenal”, aseguró.

Para Rascón, es necesario presentar su obra por todo el país, en ferias de libros, universidades, en la radio y la televisión, porque todos los mexicanos tienen derecho de conocer el universo de su poesía, expresó.

Por su parte, el escritor Carlos Montemayor se refirió a la poesía de Ochoa “como un día de fiesta en Parral, que se extiende a través del cielo inmensamente azul y nítido, donde la luz es algo tan transparente y tan tangible que se puede tocar y palpar con la mano”.

Dijo que la poesía de la vate, florece la religiosidad como canto y anhelo puro del alma. “Su obra tiene estrecho parentesco con Elizabeth Barret, Emily Dickinson y otras poetas de la familia de las desgarradas”, añadió.

No obstante sus 80 años, Enriqueta Ochoa es una autora incansable, pues recién terminó otro libro sobre las imágenes más hermosas que se han escrito en México.

Hija predilecta de Torreón, Coahuila, ha sido objeto de diversos homenajes a lo largo de su trayectoria, entre ellos, de parte de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, la Universidad Veracruzana y el Instituto Veracruzano de Cultura, en la Universidad de Puebla y en el Centro Nacional de las Artes (Cenart), entre otros.

Un ‘toque’ de Enriqueta

Nacida en Torreón, Coahuila, el 2 de mayo de 1928, desde muy joven se convirtió en una poeta con estilo definido con su primer libro Las Urgencias de un Dios, he aquí uno de sus escritos:

HACIA EL CRISTAL SECRETO DE LOS FRUTOS

■ Dios mío, de tus labios bajan ríos de luz hacia el cristal secreto de los frutos y amanecen maduros.

■ Muchos hombres vienen al mundo a buscarse un lugar.

■ Yo he venido en éxtasis desde el alba, atraída al aroma que escapa de tus cestos, pidiendo dormir entre tus frutos esta noche para que mi corazón madure.

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