Puntualmente a las 21:00 horas saltó al escenario la banda española.
Por Luis Guillermo Hernández Aranda
El Siglo de Torreón
TORREÓN, COAH.- Por espacio de dos horas Torreón se convirtió en una Ciudad de Árboles como consecuencia del embrujo del Mago de Oz, quien logró que alrededor cuatro mil personas vivieran una Fiesta Pagana el pasado miércoles en el Coliseo Centenario.
Puntualmente a las 21:00 horas saltó al escenario la banda española funda por el baterista Txus Di Fellatio en 1989. Desde el primer acorde quedó de manifiesto la idolatría que le profesa sus seguidores al Mago de Oz, quienes en ningún momento dejaron de cantar y brincar al ritmo del metal folklórico de la agrupación.
El Mago de Oz llegó a Torreón como parte de su gira Americas Tour 2008, y se presentó en el marco del Rockoahuila Fest 2008 organizado por el Instituto Coahuilense de Cultura.
La banda actualmente se encuentra en la parte más alta de su carrera, prueba de esto es que recientemente el grupo fue reconocido en España con un Disco de Diamante por alcanzar más de un millón de copias vendidas a lo largo de sus 20 años de carrera profesional, además de uno de Oro gracias a la aceptación de su más reciente álbum La Ciudad de los Árboles, con una cifra de venta de más de 50 mil copias, sólo en su país natal.
La audiencia al concierto fue por demás ecléctica. Esa noche no hubo los clásicos metaleros de pelo largo y camisas negras con caras de rudos, por el contrario el público estuvo conformado principalmente por jóvenes que van de los 13 a los 17 años. Incluso en el lugar se pudieron apreciar a varios niños acompañados de sus papás.
El Mago de Oz logra convocar a personas que nunca irían a un concierto de metal, e incluso de posición económica elevada. El secreto de la agrupación: un metal melódico bastante accesible al oído, combinado con letras donde las fábulas e historias épicas están presentes.
Con gran dominio escénico y un buen juego de luces, El Mago de Oz logró que sus seguidores se rindieran a sus pies. Músicos que dominan con habilidad sus instrumentos, provocaron que las cabezas se movieran al ritmo de las guitarras distorsionadas.
Van a rodar cabezas, Hazme un sitio entre tu piel, El Rincón de los Sentidos, Alma y Hasta que el Cuerpo Aguante, fueron temas en los que el vocalista José Andrea, tuvo como coristas a más de tres mil personas que dejaban el alma en cada frase.
Los arreglos de violín y flauta, característicos de la música celta impedían que los jovencitos se mantuvieran quietos, así sin dejar de brincar pedían más temas al Mago que los tiene embrujados. Incluso a medida que la noche avanzaba los ánimos aumentaban con mayor fervor.
En ocasiones las canciones se empiezan a ser monótonas por la similitud de los arreglos, además que los riffs de guitarra recuerdan a clásicos de viejas bandas del metal, sin embargo esto no importa a sus seguidores, donde incluso señoras de 40 años corean sus canciones.
Con Molinos de Viento la locura llegó al extremo, pero aún había más con temas como Y ahora voy a salir, La canción de los deseos, Mi nombre es rock & roll y Poema de la lluvia triste, Feinisterra.
A las once de la noche la banda se despidió del escenario, dejando tras de sí un embrujo de metal melódico que dejó satisfechos a sus seguidores laguneros.
